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~ Disfrutando con las palabras

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De paseo con el Valle-Inclán noir

09 jueves Abr 2020

Posted by Sollastre in LIBROS

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A tal abad peor sacristán, abad, abad bendito, abad comendaticio, abad mitrado, abadesa, bohonero, bufón, buhonero, buhunero, cajero, chacharero, charanguero, El abad de Bamba lo que no puede comer dalo por su alma, El abad que no tiene hijos es que le faltan los armandijos, falte, fiambre, gorgotero, macabro, mercachifle, pacotillero, pelarruecas, rocadero, rocador, rueca, varillero

Encontró el paseante en estos días de recogimiento obligado un hilo en Twitter que jugaba a imaginar cómo serían las películas sobre esta pandemia rodadas por distintos directores: Almodóvar; Scorsese; Tarantino; Cameron…Le dio entonces por pensar en posibles obras literarias escritas por autores diversos –muy probablemente habrá también hilos tuiteros al respecto− y terminó convencido de que sin duda alguna una de las más interesantes sería la imaginada por Valle-Inclán.

Ayudó a ello haber leído hace unas semanas Valle-Inclán noir, libro de bellísima factura, tanto interna como externa, en el que la editorial @La_Felguera reúne una selección de los mejores poemas, conferencias, artículos y ensayos que el autor dedicó al misterio, al ocultismo, a lo invisible. Sus páginas nos llevan a pasear por ese mundo sobrenatural de cuyas fuentes bebió desde su misma infancia en su mágica Galicia natal, pero también por el de las visiones modernistas de una sociedad que se enfrentaba a profundos cambios −¿como la nuestra ahora?− y por el del lado oscuro, noir, de nuestra existencia y su luz, oscura, sí, pero luz al fin y al cabo.

Como quiera que, y así nos lo recuerda Ramón Mayrata en el prólogo, «bien se sabe que las palabras no rehúyen lo que no es visible», pasearemos hoy por cinco de ellas empleadas para escribir sobre ello por un autor tan inclasificable como excelso de quien no estamos seguros de poder afirmar con seguridad si su vida estuvo a la altura de su obra o viceversa.

buhonero.- La persona que lleva o vende cosas de buhonería, palabra derivada de aquella y que es el conjunto de baratijas y cosas de poca monta, como botones, peines, agujas cintas…

Aunque el DLE no lo especifica también deriva de ella bujería, chuchería o mercadería de poco valor y precio –hecha de vidrio, estaño, hierro, etc.−, especialmente, como señala Corominas, la que se entregaba a los indios.

Se escribe igualmente en la forma bohonero, aunque está en desuso, y en otros tiempos llegó a emplearse también buhunero.

Aunque en un principio se pensó que podía venir del italiano bugione ‘embaucador, embustero’, hoy en día se considera que lo hace del antiguo buhón, este de bufón, y este de la onomatopeya buff, expresiva de la verborrea con la que el buhonero hace propaganda de su mercancía presentándola como la mejor.

Esto último queda reflejado en el refrán, que encontramos en el acto ix de La Celestina, Cada buhonero alaba su mercancía.

Además del ya citado bufón la obra académica recoge como sinónimos cajero; gorgotero; mercachifle y charanguero, este último utilizado en los puertos de Andalucía.

Cruzando el charco encontramos que en el español de América también recibe los nombres de chacharero y varillero en México; falte en Chile y pacotillero en este país y en Guatemala. A su vez en la República Dominicana y en Venezuela un buhonero es, por extensión, un vendedor ambulante en general, que es la definición que ofrece Moliner.

abad.- Del latín tardío abbas, abbātis, este del griego abbâ, y este del siriaco abbā ‘padre’, según el DLE. Corominas se inclina por el arameo abba.

La forma femenina, abadesa, también del latín tardío: de abbatissa.

Tiene como primera acepción la de superior al que corresponde la autoridad jurídica de un monasterio, pero sirve igualmente para referirse a otras dignidades católicas: al superior de algunas colegiatas; en los antiguos cabildos catedralicios, al título de una dignidad; a un cura párroco en general; al título honorífico de un noble lego que por herencia poseía una abadía con títulos secularizados o al cura elegido por sus compañeros para presidirlos en cabildo durante algún tiempo.

En algunos lugares también es conocido como abad el máximo responsable de una cofradía o hermandad.

Como abad comendaticio se conoce al que, por merced papal disfrutaba de ciertas rentas sobre una abadía, sin regirla ni residir en ella; abad bendito se llamaba al que ejercía y tenía jurisdicción cuasi episcopal y abad mitrado es el que tiene derecho a usar insignias episcopales, como la mitra.

El abad, una figura tradicionalmente prominente y poderosa, es protagonista de numerosos dichos y refranes, en los que con frecuencia no sale bien parado. Valgan como ejemplo:

A mal abad, peor sacristán (Quien es ruin acabará por toparse con alguien peor).

El abad de Bamba, lo que no puede comer dalo por su alma (En referencia a aquellos que solo son generosos con lo que nos les sirve para nada).

El abad que no tiene hijos es que le faltan los argamandijos (Aludiendo a la lujuria de muchos de estos clérigos).

rueca.- Utensilio que se utilizaba antiguamente en el hilado, consistente en una vara delgada con una pieza en la parte superior en forma de piña, llamada rocadero o rocador, que servía para colocar el copo de la materia que se iba a hilar: lino, algodón, lana…

En cuanto a su origen etimológico, Covarrubias (1611) sostenía que podía estar en roca, por tener esa forma el rocadero, y el Diccionario de autoridades (1737) aventuraba que también podría deberse al «nombre hebreo rucang, que quiere decir roca.» Hoy en día se considera que proviene del germánico *rŏkko, introducido, según Corominas, en el latín vulgar desde fecha muy antigua, quizá por el mayor desarrollo de la hilandería entre los pueblos llamados bárbaros que entre los romanos.

Simbólicamente, al igual que el huso o la lanzadera –otros dos instrumentos relacionados con el hilado y el tejido− la rueca se vincula con el tiempo, el inicio y la conservación de la creación. Tienen asimismo un sentido sexual. Son atributo de las parcas, las deidades de la mitología romana que hilan la trama de la vida y cortan el hilo.

El término rueca tiene, además, una segunda acepción: la de vuelta o torcimiento de alguna cosa, mientras que en germanía hacía referencia a la espada del cobarde, por lo que era también símbolo de la cobardía.

De forma figurada y coloquialmente se denominaba pelarruecas a una mujer pobre que vivía de hilar.

fiambre.- De *friambre, derivado de frío, por disimilación.

Comida de carne preparada de forma –cocida, asada o curada− que pueda conservarse durante mucho tiempo y que por lo general se consume fría.

Ángel Muro hacía ya hincapié en su Diccionario general de cocina (1892) en que para que un manjar pueda ser considerado fiambre es preciso que haya sido preparado para este fin; si fue cocinado para comerlo caliente no basta que esté frío para que se le pueda considerar como tal

Coloquialmente la palabra adquiere dos significados más:

1) Algo que ha perdido actualidad u oportunidad. Esto se aplica especialmente a una noticia o información pasadas de tiempo. En Francia se denomina así –la forma es viande froide− a la biografía de personalidades que se tiene ya redactada y guardada en reserva para utilizarla en el momento oportuno, especialmente cuando hay que publicar la necrológica.

2) Un cadáver, convirtiéndose así en disfemismo –modo de decir que consiste en nombrar una realidad con una expresión peyorativa o con intención de rebajarla de categoría− de muerto o fallecido.

El Diccionario de americanismos recoge varios tipos de alimentos que reciben este nombre, entre los que destaca un plato nacional de Guatemala, elaborado con una mezcla de carnes, embutidos y encurtidos de verduras, que se come tradicionalmente el día de Todos los Santos.

macabro.- Adjetivo que se aplica a aquello que participa de la fealdad de la muerte y de la repulsión o terror que esta suele causar.

Se dice también de la persona aficionada a cosas macabras.

Es vocablo de origen un tanto incierto. Cuando en 1914 se incorporó al diccionario de la RAE se consideraba que procedía del árabe macbora ‘cementerio’. En la edición de 1956 se pasa a hablar del también árabe maqābir ‘tumbas, cementerio’, en línea con lo defendido en 1944 por el arabista Asín Palacios; actualmente, tras un giro copernicano introducido en 2001, se hace referencia al francés macabre, y este al antiguo [dance] Macab[r]é ‘danza de la Muerte’.

Esta era una representación teatral medieval, probablemente de inspiración religiosa, en la que, en una ronda fúnebre, la muerte bailaba alternativamente alrededor de una tumba con personas de toda condición social.

Pero también en el idioma de nuestros vecinos encontramos poca certidumbre respecto a la procedencia de este término. Tras desechar por falta de fundamento las etimologías orientales consideran plausible que Macabré traiga principio del nombre hebreo Macabeo a través de cuatro posibles vías: 1) sería el nombre de un pintor autor de una danza macabra que inspiró al escritor Jean Le Fèvre el poema La dance (de) Macabré; 2) habría sido el nombre de un poeta autor de los textos que acompañaban a una representación pictórica de la danza de la muerte; 3) el autor de una danza macabra (tal vez el propio Le Fèvre) habría atribuido su prólogo a un «predicador» llamado Judas Macabeo; 4) la danza de la muerte habría sido en origen una representación del martirio de los santos sirios conocidos como los siete hermanos macabeos, que murieron por defender su fe.

 

La cita de hoy

«El hombre que más entiende es el que más ama y el amor es la flor de la moral».

 Ramón del Valle Inclán

 

El reto de la semana

¿Con que pescado, cuyo nombre deriva de una de nuestras palabras protagonistas hoy, podríamos recuperar fuerzas tras el paseo?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Un paseo en el que Todo cuenta

01 miércoles Abr 2020

Posted by Sollastre in LIBROS

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birbesco, birlar, birloque, brújula, corazón, la magdalena de Proust, madalena, magdalena, MAGIA, magia blanca, magia natural, magia negra, mirar por brújula, nigromancia, píxide, perder la brújula, por arte de birlibirloque, por arte de magia, terapia, ver por brújula

Continúa el recogimiento. Por lo tanto, tras el paseo gratulatorio a los farmacéuticos regresamos a los libros para seguir viajando con la mente, pues ya ha nos ha recordado estos días el mexicano Guillermo Arriaga, que31 se define como un contador de historias, que se puede viajar y tener experiencias en otros mundos a través de la literatura aunque no se pueda salir de casa.

Lo hacemos en esta ocasión con Todo cuenta, donde Diana Orero nos muestra en toda su extensión el poder de las historias para conformar nuestra propia realidad y la forma en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos: las que nos cuentan y las que nos contamos; cómo nos las cuentan y cómo nos las contamos; cómo las vivimos y cómo las recordamos… Cómo, en definitiva, todos somos creadores de nuestra realidad, para lo que tenemos en todo momento la capacidad de editar, revisar e interpretar nuestras historias.

Un libro de «memorias» en su doble sentido de exposición de hechos sobre un asunto y de relación de recuerdos y datos personales de quien lo escribe, pues a través de sus páginas la autora va alternando planteamientos teóricos y prácticos de diversos autores con la narración de experiencias de su propia vida. Al fin y al cabo, la mejor manera de aprender a contar historias es contándolas y la mejor manera de contarlas es haberlas vivido.

Pasearemos hoy, recordando aquello de que las palabras nos ayudan a dar significado a lo que vivimos y que las que usamos también hablan, ¡y mucho!, de nosotros, por cinco de ellas que nos han llamado la atención en estas páginas cuya lectura nos deja bien claro que a la hora de comunicarnos nuestro público objetivo más importante somos cada uno de nosotros.

P. D.: Diana Orero nos hace ver cómo nombrar lo mismo con palabras diferentes consigue sugerir en nuestra mente cosas totalmente distintas, que las palabras no cambian las cosas, pero sí la percepción que tenemos de ellas. Antes de leer este libro en la primera línea de este paseo seguramente habría aparecido alguna palabra como confinamiento, reclusión, aislamiento, encierro o cuarentena en vez de recogimiento.

corazón.- El órgano de la circulación de la sangre, de naturaleza muscular y común a todos los vertebrados y a muchos invertebrados.

Del latín cor, que se encuentra también en el origen de palabras como cordial, coraje o discordia.

Al menos desde los escritores latinos se tiene al corazón como sede de la inteligencia, del sentido común, así como del ánimo y de sentimientos como el valor. De ahí que aparezca en numerosas locuciones y dichos. Aquí vemos algunos:

Declarar o abrir alguien su corazón es manifestar su intimidad, mientras que abrir el corazón a alguien es infundirle ánimo. A ese cobrar ánimo se le dice crecer corazón o ensanchar el corazón de quien no tiene corazón para algo, de aquel al que le falta valor. Del que lo tiene se afirma que tiene el corazón bien puesto.

Cubrírsele, arrancársele, partírsele o quebrársele a alguien el corazón es entristecerse mucho, tal vez porque se le haya clavado algo en el corazón o por ser un blando de corazón.

Eso no le ocurrirá a quien no tiene corazón o tiene el corazón de bronce o de piedra. Frente a él encontramos a quien tiene mucho corazón o es todo corazón, el que tiene un corazón de oro o que no le cabe el corazón en el pecho y actúa con el corazón en la mano, siendo franco y sincero.

Y a quien está muy nervioso, es decir el que tiene el corazón en un puño o no le cabe el corazón en el pecho, será fácil que se le encoja –se acobarde− o se le hiele –se quede pasmado o atónito por una noticia− el corazón, por lo que tendrá que hacer de tripas corazón, esforzarse por disimularlo para seguir actuando con normalidad.

brújula.- Del italiano bussola, este del latín vulgar buxĭda ‘cajita’, y este del griego pyxída, acusativo de pyxís, –ídos ‘caja’ –de donde también deriva píxide, recipiente en que se guardan las hostias consagradas o se llevan, por ejemplo, a dar la comunión a los enfermos. Suele tener forma de cáliz−.

Se trata de una caja en cuyo interior se encuentra una aguja imantada que gira sobre un eje y señala espontáneamente el norte magnético, lo que permite determinar cualquier otra dirección del horizonte. También llamada calamita y, en ingeniería, compás.

En marina es un instrumento que indica el rumbo en una embarcación. Consta de una caja con dos círculos concéntricos: el interior, que lleva la aguja magnética, gira; el exterior, fijo, lleva señalada la dirección de la quilla del buque.

Esta última ha recibido también los nombres de compás, aguja, aguja de bitácora, aguja magnética o aguja de marear.

La locución perder la brújula, o el norte, se emplea para indicar que alguien ha perdido o la calma, el tino en el manejo de una situación.

Otras dos locuciones que muestra el DLE, ver por brújula –observar desde un sitio por donde se descubre poco− y mirar por brújula o brujulear −en los juegos de naipes, descubrirlos poco a poco para saber por las pintas o rayas de qué palo son− traen su origen de una acepción desusada de brújula: la pequeña abertura o agujerito que se hacía en las armas antiguas para precisar la puntería. Correspondería, en cierto modo, a lo que hoy llamamos mira.

madalena.- La otra forma en que se escribe magdalena, un tipo de bollo pequeño de masa suave elaborado con los mismos ingredientes que el bizcocho –aceite, harina, leche y huevo−, cocido al horno y presentado en molde de papel rizado.

Llamada así a partir del nombre femenino Madeleine ‘Magdalena’ por razones que se desconocen. Aunque no hay datos fehacientes, parece deberse a Madeleine Paulmier, cocinera de Madame Perrotin de Barmond, a quien el gran escritor culinario Grimond de la Reyniere (1758-1837) atribuyó la invención de este dulce y que es la etimología que aparece en el DLE.

Corominas sugiere que probablemente fuera llamada así porque se emplea para mojar, y entonces gotea, «llorando como una Magdalena», alusión al personaje bíblico del que procede el nombre propio, una de las mujeres que presenciaron y lloraron la muerte de Cristo.

Como «la magdalena de Proust» se conoce el fenómeno por el que la mera exposición a un estímulo gustativo u olfativo desencadena automáticamente, merced al sistema límbico –la zona del cerebro que juega un papel determinante en las emociones−, un recuerdo del pasado que permanecía olvidado o que incluso no era susceptible de ser recuperado voluntariamente. Es lo que le ocurre al protagonista de la obra de Marcel Proust Por el camino de Swann (1913) cuando al llevarse a los labios una cucharada de té en la que ha dejado empaparse un trozo de magdalena es súbita e inesperadamente transportado por su cerebro a los veranos de su infancia en la ciudad de Combray.

magia.- Hace referencia tanto al arte que tiene como objetivo realizar cosas maravillosas contrarias a las leyes naturales como al poder con que se producen. Para ello se valen determinados actos y palabras y de la intervención de seres imaginarios.

También se denomina magia al encanto, atractivo particular o hechizo que ejerce alguien o algo, que parece fuera de la realidad o hace olvidarse de ella.

Procede del latín magīa, y este del griego mageía.

El Diccionario académico, que la considera, junto con la alquimia, la astrología y otras, una de las ciencias ocultas –las que pretenden penetrar y dominar los secretos de la naturaleza− diferencia dos tipos:

La magia blanca, que es aquella que a través de medios naturales produce efectos de apariencia sobrenatural. Recibe también el nombre de magia natural.

La magia negra o, coloquialmente, nigromancia –también en la forma, poco usada, nigromancía−, rito supersticioso que trata de obtener el concurso del diablo para conseguir cosas extraordinarias.

Cuando algo acontece de modo inexplicable se dice que es por arte de magia, de encantamiento o de birlibirloque. Respecto a este último término José María Iribarren refiere en El porqué de los dichos (1955) que provendría del lenguaje de germanía, en el que birlar significa estafar –hoy permanece la acepción coloquial de hurtar algo con disimulo− y birloque o birbesco, ladrón, por lo que hacer algo por arte de birlibirloque no dejaría de ser una estafa ejecutada con destreza o maestría, al igual que los supuestos hechos sobrenaturales.

terapia.- Del griego therapeía, es el tratamiento de una enfermedad o de cualquier otra disfunción o el destinado a solucionar problemas psicológicos.

Salvo error u omisión, como solía decirse antaño, el Diccionario de la lengua española recoge las siguientes, según el medio que emplean:

aeroterapia.- aire.

aromaterapia o aromatoterapia.- aceites esenciales.

balneoterapia.- baños generales o locales

bioterapia.- componentes naturales del sistema de defensa del organismo.

cinesiterapia, kinesioterapia, quinesioterapia,

kinesiterapia o quinesiterapia.- movimientos activos o pasivos del cuerpo.

cobaltoterapia.- radiación gamma del cobalto 60.

crioterapia.- bajas temperaturas.

electroterapia.- electricidad.

ergoterapia.- trabajos manuales.

farmacoterapia.- medicamentos.

fisioterapia.- medios físicos (como el calor), ejercicios, masajes o medios mecánicos.

fitoterapia.- plantas o sustancias vegetales.

fototerapia.- luz

gemoterapia.- yemas o tejidos embrionarios vegetales.

helioterapia.- rayos solares.

hidroterapia.- agua.

hormonoterapia.- hormonas.

inmunoterapia.- mecanismos inmunitarios.

laborterapia.- trabajo.

magnetoterapia.- magnetismo

masoterapia.- masaje.

mecanoterapia.- aparatos para producir movimientos en el cuerpo.

mesoterapia.- inyecciones de medicamentos.

metaloterapia.- metales.

musicoterapia.- música.

opoterapia.- órganos animales.

psicoterapia o sicoterapia.- técnicas psicológicas

quimioterapia.- productos químicos.

radioterapia o radiumterapia.- radiaciones.

reflexoterapia.- masajes en pies o manos

seroterapia o sueroterapia.-sueros medicinales.

talasoterapia.- baños en el mar o el aire de este.

termoterapia.- calor.

La cita de hoy

«La pregunta ‘por qué’ te lleva a lo que quieres cambiar; ‘para qué’ te transporta a lo que quieres conseguir».

Diana Orero

El reto de la semana

Hoy muy ludolingüístico. Si jugando con las sílabas podría decirse que un «candado» es un perro entregado (can dado), ¿qué palabra relacionada con nuestro paseo de hoy vendría a decirnos que ha sido muy extenso?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Un paseo con «Comunicación para ganar»

01 miércoles Ene 2020

Posted by Sollastre in LIBROS

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arder Troya, armarse la de Troya, óscar, caballo de Troya, catilinaria, cícero, cicerón, cicerone, ciceroniano, escándalo farisaico, farisaísmo, farisaico, fariseísmo, fariseo, marketear, marketeo, marketero, marketinear, marketineo, marketinero, marketing, marquetear, marqueteo, marquetero, marquetinero, mercadotecnia, nota tironiana, pro domo sua, ser Troya, signo tironiano, tironiano, troyano

 

Acabamos de iniciar un nuevo año y con él han llegado, inevitablemente, las listas de buenos propósitos para llevar a cabo durante los próximos meses. Da igual que de forma casi indefectible queden arrumbados una y otra vez a las primeras de cambio: ir al gimnasio; estudiar un idioma; realizar aquel viaje siempre pendiente o… retomar el blog son buenas intenciones que se presentan sin falta en nuestro ánimo al llegar estas fechas.

Sin embargo, resulta difícil encontrar en esas listas de objetivos uno que resulta esencial si nos proponemos en serio que nuestra vida mejore y resulte más gratificante, sea en el entorno personal, en el social o en el profesional: comunicarnos mejor. Una «asignatura» en la que, por más que creamos dominarla, siempre siempre podemos optar a subir nota.

Una de las maneras de conseguirlo es compartir lo que vamos aprendiendo al respecto y eso es justamente lo que hace el profesor de «piragüismo» —como él llama a sus clases de periodismo en la UCM— Arturo Gómez Quijano con Comuncación para ganar, libro en el que nos ofrece 99+1 claves de comunicación《para ganar amigos, clientes y seguidores.

Esta semana compartiremos nosotros la experiencia —y, por supuesto, la recomendación— de su lectura paseando por cinco palabras encontradas entre estos consejos que, sin lugar a dudas, a todos nos vendría bien comenzar a poner en práctica a lo largo de este 2020 recién estrenado.

marketing.- El diccionario académico remite esta voz inglesa —por lo que hay que escribirla en cursiva— a mercadotecnia, que define como palabra usada en economía para referirse al conjunto de principios y prácticas que buscan el aumento del comercio, especialmente de la demanda.

El Diccionario panhispánico de dudas (2005), que recomienda usar con preferencia la voz española, propone a su vez la adaptación gráfica márquetin. Asegura, además, que en muchos países americanos se emplea, con este sentido, el término mercadeo.

Este no está recogido en el Diccionario de americanismos (2010), aunque sí aparecen marketeo, marqueteo o marketineo, con el sentido de campaña o promoción de mercadotecnia; marketear, marquetear o marketinear, con la doble acepción de promover un producto o promocionar a alguien, y marketero, marquetero, marketinero o marquetinero para referirse a la persona que realiza el marqueteo de algo o de alguien.

A su vez, el Diccionario del español jurídico(2016), que también reenvía marketing a mercadotecnia, esta vez ubicándola en el campo del derecho mercantil, incluye los sublemas «marketing agresivo» y «marketing molesto» con el significado de práctica agresiva, un acto de competencia desleal con el que se acosa o coacciona al consumidor.

óscar.- El diccionario académico incorporó en 2014, en la llamada edición del Tricentenario, este término que da nombre tanto al premio que la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos de América (AMPAS en sus siglas en inglés) otorga anualmente desde 1929 a los profesionales del cine como  a la propia estatuilla que lo representa. En la primera acepción deberá escribirse con mayúscula inicial.

La figura dorada, que mide 34 cm de altura y tiene un peso de 3,85 kg, representa a un caballero que sostiene una espada de cruzado. Está de pie sobre un rollo de película con cinco radios en representación de los cinco sectores originales de la AMPAS: actores; directores; productores; técnicos y guionistas.

Su nombre oficial es 《Premio de la Academia al Mérito》, pero desde 1939 tiene reconocido oficialmente su sobrenombre. Circulan varias versiones sobre el origen de este, en las que llegan a aparecer el primer marido de Bette Davis o al rey Oscar II de Suecia, pero la más extendida asegura que fue la bibliotecaria de la institución, Margaret Herrick, la que la《 bautizó》cuando al verla por vez primera exclamó que le recordaba a su 《 tío Óscar》.

Por su parte, el nombre Óscar procede del inglés antiguo Osgar ‘lanza de dios’, de gar ‘lanza’ y os ‘dios’ (solo en nombres personales), ambos provenientes en última instancia del proto-germánico. Xiste también otra teoría que lo hace proceder de la mitología irlandesa.

El Diccionario del español actual de Seco, Andrés y Ramos, indica que también reciben el nombre de óscar algunos premios concedidos por un jurado [en una actividad determinada].

troyano.- Procede del latín Troiānus y originalmente se aplicaba al natural de Troya, ciudad del Asia antigua y a lo perteneciente o relativo a dicha ciudad o a sus habitantes.

Sin embargo, desde la última edición el DLE incluye una nueva acepción que encontramos en el campo de la informática: un virus capaz de alojarse en una computadora u otro dispositivo electrónico que permite su administración remota para captar información por parte de un usuario no autorizado sin que este sea advertido.

Toma su nombre de la estratagema que emplearon los griegos para poner fin a la guerra de Troya y que encontramos narrada en la Odisea de Homero y en la Eneida de Virgilio: un enorme caballo de madera en cuyo interior se ocultaron varios de sus guerreros, consiguiendo así entrar ocultos en la ciudad. De hecho, el diccionario incluye también caballo de Troya con el mismo significado y, además, con el de persona o cosa que se introduce en una colectividad o en un proceso con la intención oculta de causar algún perjuicio.

En el mundo de la informática el término troyano apareció por vez primera en 1974, en un informe de la Fuerza Aérea estadounidense sobre el análisis de vulnerabilidad de sistemas de computadoras. Más tarde sería popularizado por el pionero de la ciencia computacional Ken Thompson, quien utilizó este concepto en su conferencia de aceptación del Premio Turing, que recibió en 1983.

La citada guerra de troya ha dejado también otros rastros en nuestra lengua: Ser [algo] Troya se emplea coloquialmente para indicar un acontecimiento desgraciado o ruinoso o para señalar el momento en que comienza el conflicto o la dificultad de un asunto; arder Troya denota que algo se hace sin reparar en las posibles consecuencias, mientras que armarse la de Troya es lo mismo que organizarse un gran jaleo.

fariseo.- Del latín tardío Pharisaeus, este del griego Pharisaîos, este del arameo pĕrīšayyā, y este del hebreo pĕrūšīm ‘separados [de los demás].

Entre los antiguos judíos se llamaba así al miembro o al seguidor de una secta que aparentaba austeridad y rigor al observar la ley, pero que en realidad eludía cumplir sus preceptos y, principalmente, su espíritu. De ahí que este vocablo terminara por tener el significado por el que es más conocido en nuestros días: hipócrita, aquella persona que finge cualidades o sentimientos contrarios a los que en realidad tiene.

Antiguamente se denominaba también fariseo a una persona alta, seca y de mala intención o catadura; a un hombre injusto, cruel, inhumano, y asimismo, como recoge Moliner, a alguien que llevaba vestidos demasiado largos, que no le ajustaban.

Relacionadas con ella, en el diccionario encontramos las palabras farisaísmo, con el significado de secta de los fariseos; fariseísmo, que además de hacer referencia al grupo religioso tiene el sentido de actitud hipócrita, y farisaicamente, sinónimo de hipócritamente.

A su vez, el adjetivo farisaico se aplica a lo propio o característico de los fariseos y al hipócrita. De él deriva escándalo farisaico, que es aquel que se recibe o se aparenta recibir sin causa, considerando reprensible algo que no lo es.

cicerone.- Persona que muestra y explica a los visitantes las curiosidades y lo más notable de un lugar, un edificio, un museo, etc.

Del italiano ciceróne, y este de Cicerone ‘[Marco Tulio] Cicerón’ (106-43 a. C.), célebre orador, escritor y político romano, por alusión a la desenvoltura y facilidad en el hablar de estos guías.

La RAE incorporó este vocablo a su diccionario en 1869 y curiosamente no se encuentra en las dos ediciones siguientes, las de 1884 y 1899: se reincorporó a la obra académica en 1914.

No es esta, sin embargo, la única presencia en nuestra lengua del estadista romano. Su nombre se encuentra también en el origen de:cicerón, que se aplica a una persona muy elocuente; de ciceroniano, que se predica de lo perteneciente o relativo a él o a su obra, o de lo que tiene rasgos característicos de esta, y de cícero, que da nombre a un tipo de letra de imprenta y a una unidad de medida tipográfica que tiene 12 puntos, pues los tipos de una de las primeras ediciones de sus escritos eran del tipo 12.

Aparece además en la etimología de catilinaria —un escrito o discurso vehemente dirigido contra alguien—, por alusión a los cuatro alegatos que pronunció contra L. S. Catilina tras la conspiración que este protagonizó, y en la de la locución latina pro domo sua, literalmente ‘por su casa’, es decir, ‘por sus intereses’, que era el título de la diatriba que Cicerón pronunció, a la vuelta del destierro, contra Clodio, que había hecho que embargasen sus bienes.

Indirectamente lo encontramos también en el germen de tironiano, pues el signo tironianiano o la nota tironiana hacen referencia a un tipo de signos taquigráficos que se emplearon en la antigüedad, cuya invención se atribuyó a Tirón, liberto de Cicerón que actuó como secretario suyo.

 

 La cita de hoy

«La comunicación es el otro y el talento para conectar con él»

 Arturo Gómez Quijano

 

El reto de la semana

¿Qué palabra, que en un principio hacía referencia a unidades fundamentales de los organismos vivos, ha terminado por dar también nombre −usado más en América− a un instrumento que ha llegado a resultar fundamental en nuestra comunicación hoy en día?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Paseando por ‘Las calles siniestras’ con Pío Baroja

22 viernes Nov 2019

Posted by Sollastre in LIBROS

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esnob, hampa, hampón, hampo, hampoducto, hamponil, mandilandinga, martingala, metopomancia, metoposcopia, papahuevos, papamoscas, papanatería, papanatez, papanatismo, paparote

Para el paseante se ha convertido en una costumbre —todavía no inveterada, pero todo se andará, y nunca mejor dicho—celebrar su cumpleaños con algún recorrido por las calles de Madrid organizado por la editorial La Felguera en fechas aledañas.

En esta ocasión el motivo para ponernos en marcha fue la presentación de Las calles siniestras, una selección de los textos en los que el escritor Pío Baroja reflejó el resultado de sus andanzas por las calles de Madrid, de París, de Londres buscando el envés de esas ciudades, la «cara oculta de la Luna» urbana que todos saben dónde se encuentra, pero a la que la mayoría pretende ignorar.

En esta antología del eterno paseante, como se subtitula un libro que es en realidad una invitación al paseo extendida desde su página inicial, encontramos las impresiones sobre esas zonas oscuras de quien se consideraba «paseante per se y escritor per accidens». Un mundo del que era consciente de estar asistiendo a su agonía, habitado por esas gentes que siempre le parecieron más interesantes que los oficinistas o los comerciantes, y para quienes siglo tras siglo se ha cumplido aquello que expresaba con otras palabras Jacinto Benavente al comienzo de Los intereses creados: «para los pobres todos los pueblos son malos».

Saldremos hoy al encuentro de cinco palabras encontradas entre los recovecos de estos callejeos barojianos —adjetivo, por cierto, incorporado al diccionario académico en la edición de 2001— en los que hemos podido saludar de nuevo a un puñado de viejas amigas de nuestros paseos: golfería, apache, jacobino, simón, rocambolesco, zarzuela, zuavo, levita, donjuán, estrambótico, cacique, dril, charol, gavilán…

metoposcopia o metoposcopía.- Método de adivinación del carácter, el porvenir o el destino de una persona basado en las líneas del rostro.

Deriva del griego metōposkópos ‘fisonomista’, compuesto por métopon ‘frente’ y skópeo ‘observar’, y el sufijo -ia

En ocasiones también recibe el nombre de metopomancia, voz que no está recogida en el diccionario de la RAE, pero que sí podemos encontrar en obras como el Diccionario enciclopédico Gaspar y Roig (1855) o el Vocabulario tecnológico de medicina, cirujía [sic] y ciencias auxiliares (1878) de J. Cuesta y Ckerner.

Conocida desde la antigüedad, fue desarrollada en la época renacentista por el médico y matemático Girolamo Cardano (1501-1576), que le dedicó una obra compuesta en trece libros, que incluían ochocientos dibujos de la cara humana. Este autor sostenía que la metoposcopia, uno de los tres aspectos, junto a la quiromancia y la fisiognómica, de la adivinación natural, consta de tres partes: la forma de la cara, las rayas y los lunares y las manchas del rostro entero.

hampa.- Conjunto de la gente maleante, en especial aquellos que están organizados en algún tipo de sociedad con normas de conducta particulares. Antiguamente utilizaban una jerga propia, llamada germanía, en la cual el hampa, la picaresca, reciben el nombre de mandilandinga.

Su origen es incierto: tal vez provenga del francés hampe ‘fuste —el palo o vara en que va fijado el hierro— de lanza y de otras armas’, cuya variante antigua hante nos lleva, mediante el cruce con el antiguo franco bajo *hant ‘mano’, al latín hasta ‘lanza, pica’.

De ella derivan términos como hampo —desusado—y hampesco, para referirse a lo perteneciente o relativo a ella; hampón, como se denomina a un valentón o maleante; y dos utilizados en Venezuela: hamponil, con el mismo significado que hampesco, y hampoducto, que es una forma festiva para referirse a la circulación de hampones entre localidades o cárceles.

Hampa es también el nombre que recibe en grafología el trazo vertical superior de algunas letras.

esnob.- El DLE asegura que es aquella persona que imita con afectación a quienes considera distinguidos. El diccionario de Seco, Andrés y Ramos añade que se trata también de alguien que expresa una exagerada preocupación por todo lo que está de moda.

Llegó a nuestra lengua desde el inglés snob, palabra de origen desconocido que a finales del siglo XVIII servía para designar a un zapatero o a su aprendiz. En este idioma tiene también el sentido de alguien que desprecia a quienes considera inferiores en rango, logros, gustos…

A pesar de ignorarse el origen de este vocablo es frecuente encontrar la versión de que se originó como forma abreviada del latín sine nobilitate ‘sin nobleza’, y así se habría empleado en determinadas circunstancias:  en los registros de estudiantes de las universidades de Oxford y Cambridge —esta explicación fue atribuida en nuestro país al filósofo Ortega y Gasset—; en las listas de los pasajeros de barcos, para asegurarse de que solo los más distinguidos accedieran a cenar en la mesa del capitán o en las de invitados a algún acto, con el fin de señalar quiénes no debían ser presentados con título nobiliario. A pesar de hallarse ampliamente extendida, esta teoría carece de fundamento real.

papanatas.- Forma coloquial de referirse a una persona simple, cándida y crédula en exceso, fácil de engañar y que se pasma con cualquier cosa. Movida por el interés en aparecer como alguien que está a la última suele prestar atención y valorar de manera acrítica cualquier cosa que resulte novedosa. En este sentido podemos considerarlo emparentado en cierta manera con el esnob.

Está compuesto de papar, comer cosas blandas, que no requieren ser masticadas, y nata, referida a la crema de la leche que se ingiere con facilidad. La combinación de ambos términos refleja el uso metafórico de lo que hace el papanatas: tragarse figuradamente cualquier asunto sin análisis ni cuestionamiento alguno.

De ella derivan papanatismo, la cualidad o actitud de papanatas y papanatería, con el mismo significado, voz esta no incluida en el diccionario de la lengua española, pero que sí encontramos en el de Moliner y en el de Seco, Andrés y Ramos. Este incluye además papanatez, con el sentido de tontería o idiotez.

El DLE recoge, igualmente con la marca de coloquial, los sinónimos papamoscas, papahuevos y paparote —estos últimos además con la de poco usados—.

martingala.- Vocablo con varios significados. El más extendido es el de artimaña, astucia o artificio para engañar a alguien. También tiene el sentido de tontería o cosa sin importancia. Asimismo, es el nombre que recibe un lance del juego de cartas conocido como monte, y antaño designaba además a una pieza que cubría una abertura practicada en la parte trasera de las calzas.

Si nos trasladamos a la otra orilla del castellano vemos que en Argentina y en Uruguay se emplea para referirse tanto a una tira de tela que se coloca en la parte posterior de chaquetas o abrigos a la altura de la cintura, para entallarlos o como adorno, como a una correa con dos argollas por la que se pasan las riendas para evitar que las caballerías cabeceen.

Procede del francés martingale, probablemente resultante de la inserción de una n en el provenzal martegalo, femenino de martegal ‘habitante de Martigues’. Debido a la posición aislada de esta ciudad, a orillas del Étang de Berre —que es, tras el Mar Menor, la laguna costera de agua salada más grande de Europa—, sus habitantes alcanzaron fama de ingenuos, raros, extravagantes y de conservar antiguas vestiduras y costumbres.

 

 La cita de hoy

«Es muy posible que así como ahora se tiran las calles siniestras, con el tiempo se construyan para atracción de forasteros».

 Pío Baroja

 

El reto de la semana

¿Con qué fiesta, propia de algunos días festivos del año y que resulta un falso aumentativo podíamos haber culminado el paseo de hoy?

 

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Paseando con ‘Cartas con Nicasio’

08 viernes Nov 2019

Posted by Sollastre in LIBROS, Personajes

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armarle a alguien un foxtrot, baile vermut, barniz, barnizada, borcelana, darse barniz, fostró, fox, foxtrot, laúd, Nicasio García, pasar el barniz, pintura de porcelana, porcelana, vermú, vermouth, vermut

Si en nuestro último paseo celebrábamos la posibilidad de trabar nuevas amistades como algo, afortunadamente, sin fecha de caducidad en nuestras vidas, el de hoy viene a confirmar ese extremo en toda su extensión. Porque en él nos encontraremos con una amistad que nació hace siete años y que ha forjado ya lazos indestructibles.

Una relación, a priori improbable, motivada por un encuentro casual — las carambolas del destino de nuevo, al igual que al pasear por Trasierra—, «un momento mágico», como lo califica ella, entre Teresa y Nicasio. Dos personajes con trayectorias vitales bien distintas, separados por casi cincuenta años de edad, pero que supieron avivar la chispa de cariño que surgió entre ellos y que, pese a vivir a casi cuatrocientos kilómetros de distancia, han logrado hacer cierto aquello que escribió el poeta Juvenal: «nunca es largo el camino que conduce a la casa de un amigo».

Fruto de esa amistad es el libro con el que hoy paseamos. Un volumen en el que, a través de la relación epistolar entre ambos, iremos conociendo la vida y peripecias de su protagonista, «la pura realidad», «todo auténtico», como a él le gusta resaltar, y cuyas páginas nos llevarán, como si estuviéramos en el filandón, a viajar con nuestras mentes por otros tiempos y otras tierras: Salamanca, Ciudad Rodrigo, Génova, Alemania, Brasil, Venezuela…

Como bien dice el refrán al afirmar aquello de «dime con quién andas, y te diré quién eres», nos acompañaremos hoy de Teresa y de Nicasio para dirigir nuestros pasos hacia cinco palabras que encontramos en estos mensajes escritos a cuatro manos y dos corazones. Palabras que, no podía ser de otra manera teniendo en cuenta la vida de Nicasio, nos llevarán a cruzar una y otra vez el Atlántico para caminar por las dos orillas de nuestro idioma.

porcelana.- Material cerámico fino cuyo principal componente es el caolín. Tras ser cocido resulta traslúcido, blanco y brillante.

Otros significados de este término: un objeto, generalmente artístico, hecho de este material; un metal esmaltado empleado en objetos de menaje; un color blanco mezclado de azul; un esmalte de ese color con el que los orfebres adornan joyas y piezas de oro.

En México es sinónimo de ‘orinal’ y la encontramos también con la grafía borcelana.

La pintura de porcelana, por su parte, es una hecha de esmalte, usando colores minerales y uniéndolos y endureciéndolos con el fuego.

Deriva del italiano porcellana ‘cauri, molusco de concha blanca y brillante’, según Corominas aplicado a la porcelana por el parecido y por haberse creído que se hacía con esta concha pulverizada. Como porcellana significa también ‘verdolaga’, considera probable, al igual que Moliner, que en sus distintas acepciones venga del latín vulgar porcellagĭne, deformación de portulaca, nombre latino de esa planta, derivado de portula ‘puertecilla’, por la abertura característica tanto de su semilla como del ‘cauri’.

vermú.- Licor compuesto de vino, ajenjo y otras sustancias tónicas y amargas. La locución tomar el vermú —no recogida en el DLE— se ha convertido en sinónimo de tomar el aperitivo, la bebida que se toma antes de la comida principal y que suele ir acompañada de pequeñas porciones de algún alimento apetitoso.

El diccionario académico añade una segunda acepción —también escrita vermut—: una función vespertina de cine o teatro celebrada con horario anterior al de las sesiones normales. El Diccionario de Americanismos especifica que en algunos países esa función —también denominada vermouth— comienza tras la hora del crepúsculo, mientras que en Ecuador es una de cine, dominical y con inicio a las diez de la mañana.

Procede del alemán Wermut ‘ajenjo’, vocablo de origen incierto. La última edición del DLE incorporó la voz martini, tomada de la marca italiana del mismo nombre, como sinónimo de vermú, así como nombre de un cóctel preparado con ginebra y vermú blanco seco.

En León se encontraba muy arraigada la costumbre del baile vermut, que se celebraba en días de fiesta a la hora del aperitivo.

laúd.- Desde la edición 2001 el DLE nos dice que es el nombre de un «instrumento musical de cuerda parecido a la bandurria, pero de caja más grande y sonido menos agudo que ella», lo que nos obliga a consultar la definición de esta. Antes de esa fecha lo definía de forma más precisa: «instrumento musical que se toca punteando o hiriendo las cuerdas; su parte inferior es cóncava y prominente, compuesta de muchas tablillas como costillas». Covarrubias señala que por alusión a su forma en su época se llamaba laúd a la corcova.

También reciben este nombre, y así lo recoge la Academia, un tipo de embarcación pequeña del Mediterráneo, de casco largo y estrecho y un solo palo con vela latina, y una tortuga marina, la más grande del mundo, con cuerpo en forma de barril y siete crestas longitudinales a lo largo del caparazón que se asemejan a las cuerdas del instrumento. Es también llamada tortuga de cuero.

Antiguamente se pensó que provenía del griego halieut, que se corrompió en leúd, y de allí laúd. Hoy se considera que tiene su origen en el árabe andalusí al‘úd, y este en el árabe clásico ‘ūd.

barniz.- Disolución transparente de ciertas resinas en una sustancia volátil que se extiende sobre maderas, pinturas y otros objetos con el fin de abrillantarlos y protegerlos de la acción del sol, la atmósfera y oros agentes externos. Por extensión se denomina así a una capa superficial de algo inmaterial, como una cualidad o un conocimiento.

Se aplica asimismo a un baño que se da en crudo a la porcelana, a la loza y al barro, y que se vitrifica en la cocción, así como al baño o afeite con el que se componían el rostro las mujeres.

Del dialectal berniz, y este del bajo latín veronix, -icis ‘sandáraca’, procedente de Beronice, ciudad de Egipto de donde se traía esta resina amarillenta extraída del enebro y de otras coníferas. Está documentada por vez primera en castellano en el siglo XIII, en la forma verniz.

Si nos trasladamos a América, vemos que en Guatemala barniz y barnizada son sinónimos de regaño; que en la jerga delincuencial de El Salvador darse barniz significa procurar alguien que sea conocido por los demás y que en Argentina pasar el barniz es adular o halagar a alguien, generalmente por conveniencia.

foxtrot.- Baile de pareja enlazada, de ritmo binario, cortado y alegre, originario de los Estados Unidos, o su música.

Del inglés fox-trot ‘paso del zorro’, que en el siglo XIX hacía referencia a un trote equino lento, de pasos cortos. Los primeros escritos sobre el baile no parecían al tanto de la existencia de ese paso ecuestre de igual nombre y lo relacionaban más bien con otro baile: el turkey-trot ‘paso del pavo’, popularizado a principios del siglo XX también en norteamérica.

Cuando el diccionario de la RAE incluyó en 2001 este vocablo lo hizo también con la grafía fox-trot, que hoy ha desaparecido de sus páginas. El diccionario de Seco, Andrés y Ramos recoge a su vez la forma fox.

En Venezuela y en Puerto Rico se emplea con los significados de desorganización, alboroto, desorden… En este último país se utiliza igualmente la forma fostró. Además, en el primero se emplea la locución verbal coloquial armarle a alguien un foxtrot como sinónimo de echarle a alguien una reprimenda.

 

La cita de hoy

«Existe un placer en la amistad pura que no pueden alcanzar aquellos que han nacido mediocres»

Jean de la Bruyère

 

El reto de la semana

¿Con qué apelativo se refiere a sí mismo Nicasio que nos lleva a acordarnos de cangrejos, naipes, diamantes o pájaros?

 

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Paseando con Mariela

27 martes Ago 2019

Posted by Sollastre in LIBROS

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alambique, cochitril, cuchitril, Entre Escila y Caribdis, gas mostaza, kayser, káiser, timberiche iperita, timbiriche, zar

Si algo ha aprendido el paseante con el paso de los años es que pocas decisiones en la vida merecen la categoría de inalterables, por más firme que fuera nuestro propósito al formularlas. Lo iba recordando, con una sonrisa irónica, mientras se acercaba a la Feria del Libro madrileña un domingo por la tarde -¡último de la feria, además!-, día de la semana y horas de los que había abominado enfáticamente hace algunos años para acudir al Paseo de Coches del parque del Retiro. Sin embargo, esta vez había un motivo que lo justificaba: Yolanda Guerrero iba a estar firmando ejemplares de Mariela, una novela protagonizada por una mujer excepcional, que el autor de estos paseos quería regalar, dedicada por la autora, a otra mujer especial.

Una historia con nombre propio que es en realidad un personaje coral, pues no deja de ser la encarnación de un sinnúmero de mujeres que a lo largo de la historia no han dejado de escribirla, por más que su papel haya sido ninguneado hasta la extenuación y se les haya relegado a la «letra minúscula» de las crónicas. A lo largo de sus páginas seguiremos las peripecias de la protagonista por un mundo que comenzaba a nacer cuando el anterior agonizaba entre terribles espasmos. Nacida en las faldas del Moncayo y depositaria de una larga tradición de lo que hoy denominamos sororidad, enfermera en una época convulsa —I Guerra Mundial, revoluciones en Rusia, Alemania…—, dedicará su vida a combatir la mal llamada «gripe española», su Bestia particular, la epidemia que causó en la época infinitas bajas más que todas las batallas juntas.

No vamos a destripar aquí una historia cuya lectura, huelga decirlo, recomienda humildemente el paseante a quienes tienen la amabilidad y la curiosidad suficientes para acompañarle en estas excursiones por el diccionario. Baste decir que Mariela, con sus ideas y convicciones, como buena aragonesa, claras y bien asentadas, convierte el ejemplo de su lucha por la vida de los demás en un firme alegato antibelicista; que con ese combate extenuante nos recuerda que mucho antes de que se pusiera de moda la palabra empatía existió siempre un sentimiento mucho más profundo: la compasión; que, a pesar de lo que pueda asegurar algún tontivano mediático, aún queda mucho por hacer hasta alcanzar la igualdad real entre mujeres y hombres…

Vayamos, pues, a pasear de su mano, desde Madrid hasta Berlín, desde el barro de las trincheras hasta los cielos de Rusia, por cinco palabras entresacadas de la historia de una mujer fuerte en la que, estamos seguros, todos podemos reconocer algún rasgo de otras a las que hemos tenido la fortuna de conocer.

alambique.- Palabra que nos retrotrae al paseo anterior, pues es frecuente encontrarla en el ámbito de la alquimia. Utensilio que se emplea para destilar, consistente en un recipiente o caldera en donde se calienta el líquido y en un conducto en el que se refrigera el vapor para condensarlo y por donde sale el producto de la destilación. En Andalucía y en muchos países americanos se utiliza también como sinónimo de fábrica de aguardiente, en algunos lugares con el matiz de hacerse clandestinamente y en otros de forma rudimentaria. En Bolivia y en Cuba se llama así también metafóricamente a alguien que consume mucho alcohol. Deriva del árabe andalusí alanbíq, procedente del árabe clásico inbīq, tomado del griego ámbix, -ikos. La locución adverbial por alambique significa con escasez o muy poco a poco.

káiser.- Dignidad por la que eran conocidos los emperadores de Alemania y de Austria. Curiosamente, este vocablo no se incorporó al Diccionario de la lengua española hasta la edición de 1970, cuando hacía ya más de medio siglo que no reinaba ningún emperador en tierras germánicas. También da nombre, aunque sin el aval académico, a un tipo de bigote con más cuerpo que el tradicional: una vez conseguidos la longitud y el espesor deseados, se procede a encerar las puntas y a moldearlas hacia arriba. En Chile, en la forma kayser, sirve para denominar a la decimotercera carta de cada palo de la baraja inglesa, la que tiene dibujada la figura del rey. Del alemán Kaiser, que a su vez lo hace del alto alemán antiguo keisar, este del gótico *kaisar, y este del latín Caesar ‘césar, emperador’, sobrenombre de una rama de la familia romana Julia. Este dio también origen a la palabra zar, soberano de Rusia o de Bulgaria, que asimismo encontramos en las páginas de Mariela.

cuchitril.- Término este que nos va a permitir pasear un buen rato por el Diccionario académico. Tras definirlo como una habitación estrecha y desaseada nos indica que procede de cochitril, que se emplea también coloquialmente para referirse a la pocilga y que deriva a su vez de cocho y de cortil. El primero, que sirve tanto para nombrar a la propia pocilga como al cerdo, encuentra su origen en coch, voz con la que se llama a este mamífero; por su parte, cortil ‘corral’, del latín cors, cortis o cohors, cohortis ‘cohorte’, lo halla en corte, en su acepción de establo donde se recoge de noche el ganado. El Diccionario de americanismos muestra que en algunos países también se llama cuchitril a una pequeña tienda, un cafetín, un taller o una casucha. Es sinónimo de timberiche, que a este lado del Atlántico el DLE recoge como cubanismo con la forma timbiriche.

Entre Escila y Caribdis.- Expresión utilizada para expresar figuradamente la situación en que se encuentra alguien que no puede evitar un peligro sin caer en otro, posiblemente incluso mayor. En la antigüedad el estrecho de Mesina —que separa Sicilia y la península itálica— resultaba extremadamente peligroso de cruzar por sus escollos y por el remolino que allí se formaba. La mitología clásica identificó estos accidentes con dos monstruos: Caribdis, hija de Poseidón y Gea, castigada por Zeus por haber devorado los bueyes de Hércules, que tres veces al día absorbía las aguas del mar —incluyendo los navíos que navegasen por ellas— para vomitarlo todo poco después, y Escila, una ninfa convertida en un ser monstruoso con cuerpo de mujer de cuya cintura surgían seis feroces perros, que devoraba a los navegantes que lograban escapar de Caribdis.

iperita.- Arma química en forma de gas tóxico asfixiante a base de sulfuro de etilo, de color amarillento —motivo por el que es conocida también como gas mostaza—, que causa efectos corrosivos en las membranas mucosas, y en la piel en forma de ampollas muy dolorosas y persistentes. Se utiliza con los objetivos de contaminar el campo de batalla e incapacitar al enemigo, pero puede llegar a resultar mortal. Tras su irrupción se empezó a combatir con máscaras antigás. Tomada del francés ypérite, derivado del nombre de la villa belga de Ypres —en flamenco Yper—, lugar donde fue utilizada por primera vez por el ejército alemán en abril de 1915. El Diccionario académico, al igual que otras fuentes, señala el año 1917, confusión sin duda inducida por el hecho de que en ambos años, al igual que en 1914 y en 1918, se disputaron sendas batallas en aquel entorno. Esta voz también tardó en ser incluida en el DLE: en su caso tuvo que esperar a 2001.

 

La cita de hoy

«No se olvida lo que se lleva en el corazón. Solo es necesario elegir bien lo que guardamos en él y expulsar a quienes no merecen ocupar su espacio».

Mariela

Yolanda Guerrero

 

El reto de la semana

Ya que las andanzas de Mariela nos llevan en primera instancia a su Moncayo natal, ¿qué animalillos, comunes por esos lares, podríamos habernos encontrado en nuestro paseo de hoy, incluso aunque fuéramos distraídos?

 

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Paseando «A finales de enero»

14 martes May 2019

Posted by Sollastre in LIBROS

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Por una de esas extrañas sincronicidades que a veces se cruzan en nuestro camino el paseante se dio de bruces con la noticia del fallecimiento de Alfredo Pérez Rubalcaba -con quien se ha verificado una vez más el aserto de Julio Camba que recordábamos con ocasión del paseo que dedicamos a Adolfo Suárez in memoriam– apenas unos días después de terminar de leer, casi del tirón, un libro para el que el político socialista había sido entrevistado. Uno de esos libros que solo te regala alguien que te conoce muy bien, que sabe leer muy bien tu interior y que es plenamente consciente del impacto que va a causar en ti.

Su título, A finales de enero, se completa con un subtítulo que deja claro desde la misma portada qué va a encontrar quien se adentre en él: La historia de amor más triste de la Transición. Una crónica, que no una hagiografía, en la que se entrelazan episodios de un pasado político de España no tan lejano -aunque algunos parecen haberlo olvidado demasiado pronto- con el tristísimo destino personal de sus tres protagonistas: Enrique Ruano, Dolores González y Francisco Javier Sauquillo, cuyas vidas, cuyas muertes, parecen directamente sacadas de una de esas tragedias griegas en las que, como afirmaba Menandro, aquellos que son amados por los dioses mueren jóvenes y, añadiríamos nosotros, su historia termina por convertirse en mito.

Como modesto homenaje a todos aquellos que se dejaron literalmente la vida, de golpe o a plazos, para que hoy podamos vivir las nuestras en libertad el paseante, que al hilo de la lectura ha recordado que la primera carta al director que le publicó el diario EL PAÍS estaba dedicada al vigesimoquinto aniversario de la muerte de Enrique, quiere dedicarles el paseo de hoy, recorriendo cinco palabras encontradas entre unas páginas que trascienden con mucho la historia que albergan, porque es cierto que existiremos mientras nos recuerden.

franquismo.- Nombre del sistema político instaurado por el general Francisco Franco (1892-1975) tras la Guerra de España (1936-1939). Este término ilustra a la perfección cómo la Real Academia Española refleja en sus obras la evolución social del idioma. En la primera ocasión en que se recoge, en el Diccionario manual (1984) -concebido como un compendio y, al mismo tiempo suplemento de su «hermano mayor»- es considerado como el ‘Régimen político del general Franco y características de su gobierno y cuerpo de doctrina’; la edición de 1992 del Diccionario de la lengua española va un paso más allá y lo define como ‘Movimiento político y social de tendencia totalitaria’, mientras que desde la de 2014 se califica como ‘Dictadura de carácter totalitario’. En la obra académica aparecen también los derivados franquista, antifranquismo y antifranquista, posfranquismo y posfranquista -también con las formas postfranquismo y postfranquista– y tardofranquismo, todos ellos con significados fáciles de deducir.

estrambótico.- Coloquialmente, algo extravagante, que se aparta de los usos y costumbres, llegando a resultar estrafalario, curioso, llamativo, ridículo incluso; es decir, sin orden, irregular. Asimismo, se ha aplicado a aquello que está fuera de lugar: a la cosa o a la persona caprichosa y excéntrica que intencionadamente adopta un comportamiento chocante con objeto de provocar. Deriva de estrambote -y este a su vez del italiano strambòtto-, un conjunto de versos que, bien con carácter festivo, bien por gracia o chiste, o incluso por mero adorno y lucimiento se añaden al final de una composición poética, especialmente del soneto. Corominas aventura que nuestro adjetivo quizá viniera ya formado de Italia -está documentado su uso al menos en la región de Calabria-, donde los dialectos modernos, además del significado lírico antedicho, mantienen para strambòtto el de ‘disparate’, ‘tontería’, ‘broma’. En el concejo asturiano de Cabrales se emplea con la forma estrompético, mientras que en algunos países americanos encontramos la deformación estrambólico.

maremágnum.- Del latín mare magnum ‘mar grande’, originariamente se empleaba en el lenguaje familiar para hacer referencia a la grandeza o abundancia de algo. Más tarde incorporó también el sentido de ‘gran cantidad de personas o cosas en desorden o confusión, especialmente con voces, gritos o ruido’. Cuando el Diccionario de la lengua española incorporó este vocablo en 1803 lo hizo en la forma mare magnum -que a partir de la edición de 1832 pasó a tildarse: mare mágnum-, grafía desaconsejada por el Diccionario panhispánico de dudas (2005). Desde 1925 el DLE recoge también maremagno, forma hispanizada que según podemos leer tanto en el citado DPD como en la Nueva gramática de la lengua española (2009-2011) debe preferirse a la variante etimológica latina. Maremágnum (1957) será el título escogido por el miembro de la Generación del 27 Jorge Guillén (1893-1984) para un volumen de poemas en los que se muestra reflejada precisamente la falta de armonía, la «batahola de feria» como escribe en uno de ellos.

fanfarria.- Vocablo que corresponde a una doble significación: por un lado, da nombre a un conjunto de música -que el Diccionario académico califica como «ruidoso»- formado únicamente por instrumentos de metal y de percusión, así como el tipo de composición que suele interpretar, inspirado históricamente en aires marciales y de caza -un ejemplo contemporáneo de esto lo encontramos en la Fanfarria para el hombre corriente (1942) compuesta por Aaron Copland en homenaje a los combatientes aliados en la II Guerra Mundial-; por otro lado, se utiliza coloquialmente para referirse a una bravata, una baladronada e, igualmente, a aquel que se jacta, que se vana de algo. Estas últimas acepciones se encuentran en línea con el verbo del que el DLE lo hace derivar: fanfarrear -es decir, fanfarronear-, con origen en la onomatopeya fanfarr. Con este mismo sentido también encontramos en diversos puntos de España las variantes fanfarrias, fanfarriero, fanfarrioso o fanfarrista. Por su parte, en la República Dominicana  fanfarria es una forma de denominar festivamente a una orgía.

rocambolesco.- Se predica de una circunstancia, hecho, situación o peripecia, generalmente en serie con otros, de carácter tan extraordinario, caprichoso, paradójico o exagerado que resultan a la postre inverosímiles y parecen de ficción. Este término encuentra su origen en un personaje creado por el prolífico -escribió en torno a doscientas novelas y folletines a lo largo de veinte años- autor francés Pierre-Alexis de Ponson du Terrail (1829-1871): Rocambole, un malhechor que devendrá héroe justiciero al margen de la sociedad. Una mezcla de bandido y aventurero romántico que marcó la transición entre los héroes de la novela gótica y los de la moderna, dotados de personalidades más complejas. El nombre pudo ser tomado por el novelista de rocambole, una planta que se emplea en sustitución del ajo, en su sentido figurado de ‘atractivo picante’ de alguna cosa, que llegó al francés, de donde pasó a su vez a nuestro idioma: rocambola– desde el alemán regional Rockenbolle, compuesto de Rocken, forma antigua de Roggen ‘centeno’ y de Bolle ‘cebolla’.

 

La cita de hoy

“Nada graba tan fijamente en nuestra memoria alguna cosa como el deseo de olvidarla”. 

Montaigne

 

El reto de la semana

¿Qué periódico, cuyo tratamiento informativo de la muerte de Enrique Ruano entraría por derecho propio en una historia universal de la infamia periodística, podríamos habernos encontrado en nuestro paseo de hoy por estar su nombre recogido tal cual en el diccionario?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

De paseo por la Fantasmagoría

09 martes Abr 2019

Posted by Sollastre in LIBROS, MAGIA

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catalineta, fantasmagoría, jacobino, mamotreto, talero, táller

Cuando hace ya algo más de un año, a resultas de una exposición de Manolo Blahnik, hacíamos referencia por aquí  a la locución ponerse en los zapatos de alguien no podía el paseante imaginar siquiera que tardaría tanto en poder calzarse los suyos propios para retomar estos paseos, a los que en todos estos meses solo se pudo asomar en contadas ocasiones.

Libre al fin de muletas físicas, se ha echado de nuevo a los caminos para volver a conectarse a una realidad que mantuvo durante todo ese tiempo extramuros de la burbuja propiciada por la convalecencia. En ello estaba cuando se ha dado de bruces con el guirigay atronador, causado por la inminencia de las diversas citas electorales, producido por una avalancha de noticias falsas o falseadas –fake news, que diría algún papanatas- que no pretenden sino crear ilusiones y confundir los sentidos… Lo que le ha llevado a su vez a preguntarse por el motivo de que mentiras en muchas ocasiones palmarias alcancen cada vez más altos niveles de aceptación en nuestras sociedades supuestamente bien informadas.

Ha venido entonces a su memoria lo que leía hace un par de años en uno de los libros más singulares que ha tenido la fortuna de disfrutar en mucho tiempo: Fantasmagoría. Magia, terror, mito y ciencia, en el que el siempre sapiente Ramón Mayrata nos muestra cómo desde los tiempos más antiguos “una alucinación que se comparte con otro o con la colectividad se convierte en una realidad” y cómo, según aseguraba el filósofo francés Jacques Derrida, “lo relevante en la mentira no es nunca su contenido, sino la intencionalidad del que miente”.

Una vez recordado esto, decide entonces el paseante tomar esta senda, la del mundo de la creación de apariciones, mucho más gratificante que la de la «realidad», y volver no sobre sus pasos sino sobre las páginas de tan singular volumen -una historia de la humanidad contada desde la perspectiva de la ilusión y lo fantasmagórico; de lo mágico, en suma- para hacer aparecer, cual juglar cazurro transmutando estas líneas en linterna mágica, cinco palabras contenidas en él que pasan ya a convertirse en nuestro paseadero de hoy.

fantasmagoría.- Se llamó así al arte de representar figuras en la oscuridad por medio de proyecciones luminosas e ilusiones ópticas. Cuando este espectáculo de magia, pues de eso se trataba inicialmente, «nace» en la última década del siglo XVIII esas figuras estaban constituidas en gran medida por criaturas invisibles, espectros… De ahí su nombre, un neologismo acuñado en Prusia y pronto adoptado en Francia -desde cuya lengua llegó a la nuestra-  con la forma fantasmagorie, creada a partir de fantasme ‘fantasma’ y una terminación que algunos justifican por allegorie ‘alegoría’ -la ficción por la que algo representa o significa algo diferente- y otras opiniones atribuyen al griego agorá ‘ágora’ -lugar de reunión o asamblea allí celebrada-, según lo cual la fantasmagoría vendría a ser una «asamblea de fantasmas o apariciones». Este significado inicial daría paso con el tiempo a que hoy se denomine también así, por extensión, a una creación de la fantasía, ilusión de los sentidos o figuración irreal de la inteligencia, desprovista de todo fundamento.

jacobino.- Su significado primigenio, el de militante, en tiempos de la Revolución Francesa, de una facción republicana que se caracterizaba por sus procedimientos radicales y su rigorismo moral -fue el grupo responsable del periodo conocido como el Terror (1793-1794)-, se extendió posteriormente para ser aplicado también a quien es  defensor exaltado de ideas extremistas y revolucionarias o a quien se muestra partidario de un Estado fuerte y centralizado. Este vocablo, que llegó a nuestro idioma desde el francés, podría tener en realidad un origen hispánico, pues el partido político citado recibió el nombre de jacobin ‘dominico’ por celebrar sus encuentros en un antiguo convento de la orden fundada en el siglo XIII en Francia por el burgalés Domingo de Guzmán (1170-1221). La palabra deriva del latín Iacobus  ‘Jacobo’ o ‘Santiago’ -Jacques en francés-, y según el DLE se habría llamado así a estos religiosos por alusión al hospicio de peregrinos que estos religiosos regentaban en Santiago de Compostela, aunque otra teoría asegura que se debe a que el primer convento de la orden en París se encontraba en la «rue Saint-Jacques».

mamotreto.- Una de las palabras favoritas del paseante por su origen etimológico. Designa un objeto grande, un armatoste y, coloquialmente, a un libro muy abultado, especialmente cuando es deforme. En el Diccionario de autoridades (1734) aparecía como única acepción -que hoy se mantiene con la marca «desusada», es decir, documentada por última vez entre 1500 y 1900- la de un cuaderno o libro en el que se apuntan las cosas que no deben olvidarse, para poder ordenarlas más tarde. En algunos países americanos tiene también el significado de cosa vieja y fea. Desde su edición de 2001 el Diccionario de la RAE explica  que procede del latín tardío mammothreptus, y este del griego mammóthreptos, literalmente ‘criado por su abuela’, y de ahí ‘gordinflón, abultado’, por la creencia popular de que las abuelas crían niños gordos. Antiguamente se aventuraba que así se denominaba un voluminoso tratado -según unas versiones, de voces bíblicas; según otras, como podemos encontrar en Covarrubias (1611), de materias frívolas y, por lo tanto, de poco fruto- que habría recibido el nombre de su autor, incorporándose así posteriormente al léxico de nuestro idioma.

tálero.- Antigua moneda alemana que sirvió de inspiración a otras muchas en diversos países -valga como curiosidad el hecho de que Italia creó un tálero eritreo cuando se anexionó ese país en 1890-.  Del alemán Taler, el nombre procede del lugar en el que se encontraba la mina de la plata con la que comenzaron a acuñarse en torno a 1517: Sankt Joachimsthal ‘Valle de San Joaquín’ -denominación en alemán de la actual ciudad bohemia de Jáchymov-, motivo por el que fueron conocidas como thalers. Esta voz germánica se encuentra también en el origen etimológico de otras monedas, como el dólar estadounidense, el daler sueco o el tólar esloveno. Entre 1914 y 1956 el Diccionario académico -que recoge también la forma táller-, tras recordar que había tenido valor variable según los tiempos, indicaba que  «últimamente (sic) equivalía a cuatro pesetas», mientras que en 1970 encontramos que su valor había aumentado y se encontraba «a la par de cinco pesetas». La cotización pasó a omitirse en las ediciones posteriores.

catalineta.- Procedente del nombre propio Catalina, es una de esas voces que demuestran que, en contra de lo que mantienen algunos, en el idioma no solo existe lo que está recogido en los diccionarios. El de la RAE solo ofrece la acepción que la presenta como un cubanismo, aunque también es propia de Puerto rico, para nombrar un pez del mar de las Antillas, de unos 30 centímetros de longitud y color amarillo con franjas oscuras. Sin embargo, en Fantasmagoría la encontramos con su significado de artilugio óptico, una especie de caleidoscopio empleado por artistas callejeros, en ocasiones identificado con el mundonuevo -un cajón que contenía en su interior un cosmorama (dispositivo para ver objetos mediante una cámara oscura) portátil o una serie de figuras en movimiento. Además de estos dos sentidos encontramos que también se llamó así a un tipo de danza, como podemos leer en la obra de Lope de Vega titulada Baile de pásate acá, compadre, o su uso familiar, tal y como recoge el Diccionario histórico (1933-1936), para hacer referencia a una cosa despreciable, probable derivación de catalina ‘excremento humano’.

 

La cita de hoy

“El lenguaje de la ilusión es psicológico y el poder de fascinación que posee sobre el espectador no es consecuencia de la credulidad, sino del deseo de que se verifique”.

Ramón Mayrata

 

El reto de la semana

Teniendo en cuenta que en la fantasmagoría los límites entre lo real y lo imaginario se difuminan hasta confundirse, ¿qué ilusión óptica no habría resultado extraño que hubiéramos «visto» durante el paseo de hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

De paseo descubriendo «Qué bonito es verte llover»

24 martes Jul 2018

Posted by Sollastre in LIBROS

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a bayoneta, bayoneta, bigudí, carillón, carrillón, cicatricera, cicatriz, de bayoneta, geroglífico, jeroglífica, jeroglífico

Convalece el paseante de su enésima -así se le antoja- intervención quirúrgica, una de esas que dejan cicatrices en la piel que te marcan casi tanto como las que no se ven, y ha querido el azar, mujer encantadora como mensajera por medio, que cayera en sus manos un hermoso libro con el que disfrutar paseando por la anarquía de sus renglones. Un libro lleno de vida, en las antípodas de esa dictadura de la felicidad que, omnipresente Gran Hermano, nos bombardea continuamente desde tazas y agendas con frases inspiracionales tan cursis como ramplonas.

Y es que desde la trinchera de sus páginas la autora -que un día ya lejano, o quizá no tanto, se encarnara por un momento en entusiasta ayudante de Santa Claus- grita a los cuatro versos que sabe sobradamente que las cicatrices, unas y otras, indelebles ambas, constituyen una gabela ineludible por tener la osadía de querer (ser) de verdad. Y que solo depende de cada uno concedernos el nihil obstat para que cierren y no en falso. Letraherida meritoria aún en esto de la adultez, ya ha apre(he)ndido, sin embargo, que los añicos de un espejo son en realidad piezas de un puzle; que cada jaque mate lleva ínsito un punto y seguido; que kamikaze es en esencia un viento divino…

Pasearemos hoy guiados por Laura por cinco términos más un reto espigados en Qué bonito es verte llover, mientras apuramos el conticinio -¡qué mejor momento para leerlo!- al compás de la montaña rusa de sus estrofas, mientras acariciamos nuestros costurones, los del alma y los que se ven, y nos vamos convirtiendo, casi sin darnos cuenta, en artesanos de nuestro propio kintsugi.

bigudí.- Cuando el DLE incorporó en fecha tan tardía como 1970 esta voz, definió este utensilio de peluquería como una laminita de plomo, larga y estrecha, forrada de piel o de tela, que usan las mujeres para ensortijar el cabello. La evolución de la industria y de los usos sociales ha hecho que en la última edición hayan desaparecido las referencias tanto al material del que está hecho como al sexo que lo usa. Su origen se encuentra en el francés bigoudi, siendo incierto su origen en esta lengua y bien podría ser una de esos vocablos que por aquí llamamos «de ida y vuelta», pues una de las hipótesis lo hace derivar del desusado bigotère o bigotelle, procedente a su vez del español «bigotera». En ese mismo idioma encontramos la expresión jergal travailler de bigoudi, con un sentido análogo al castellano «rizar el rizo», complicar algo en exceso hasta extremos rayanos en la locura.

carillón.- Sistema de campanas de diferentes tamaños, acordadas para producir un sonido armónico, colocadas con simetría y dispuestas convenientemente para la ejecución de una melodía. Puede funcionar mecánicamente o manejado por un músico, ya de manera manual o bien mediante un juego de palancas semejante a un teclado. Generalmente combinado con un reloj, tradicionalmente estaban colocados en torres de iglesias o en edificios públicos, como ayuntamientos. También se denomina así a un instrumento compuesto por un juego de planchas o tubos de acero que producen un sonido musical. Del francés carillon, antiguamente quaregnon ‘pergamino plegado en cuatro’, en última instancia del latín tardío quaternio ‘grupo de cuatro objetos’ -según Corominas, por las cuatro campanas que constituían un carillón-. El Diccionario académico recoge también desde la edición de 1992 la forma carrillón.

cicatriz.- Del latín cicātrix, con el mismo significado, es la señal que queda en los tejidos orgánicos una vez curada una llaga o herida. Se llama también así a la impresión que queda en el ánimo por algún sentimiento pasado, acepción que recoge la RAE desde 1780, si bien en un principio el Diccionario de autoridades (1729) aseguraba que se solía llamar así metafóricamente al remordimiento, conservado en el ánimo, de alguna cosa mal ejecutada. El DLE, que muestra derivados como cicatricial y cicatrizal -perteneciente o relativo a la misma-; cicatrizar -completar la curación de llagas o heridas hasta que quedan bien cerradas-; cicatrización -acción de cicatrizar-; cicatrizante -que cicatriza- o cicatrizativo -con la virtud de cicatrizar-, no contempla ya, como sí hizo antaño otros como cicatricilla, cicatrizamiento o cicatricera, la mujer que en los antiguos ejércitos españoles curaba a los heridos.

jeroglífico.- Sistema de escritura que no representa las palabras mediante signos alfabéticos o fonéticos, sino su significado con símbolos o figuras -como las de los antiguos egipcios, los mayas o los hititas-, o cada uno de esos caracteres empleados. También se denomina así a un juego de ingenio que consiste en descifrar un mensaje expresado por signos y figuras, así como a una imagen visual o escritura difíciles de entender o interpretar. Desde la edición de 1870 hasta la de 1832 el Diccionario académico lo escribía geroglífico. Deriva del desusado hieroglífico -forma que el DLE recogió entre 1780 y 2001-, y este del latín tardío hyeroglyphĭcus, que lo hace del griego hieroglyphikós, compuesto de hierós ‘sagrado’ y glýphein ‘grabar, cincelar’. En femenino, una jeroglífica -que tuvo entrada propia como voz en el DLE de 1925 a 1992- es una sentencia breve que incluye un misterio que necesita explicación -también llamada mote-.

bayoneta.- Arma blanca o cuchillo utilizada por los soldados de infantería, que se acopla a la boca del fusil. En la actualidad se emplea fundamentalmente para uso ceremonial y de desfile. Su nombre procede del francés baïonette -documentado ya en 1572-, y este derivado de Bayonne ‘Bayona’, donde empezó fabricarse, localidad del departamento de los Pirineos Atlánticos que en los siglos XVII y XVIII albergaba factorías de armas y de cuchillería. Por extensión, las locuciones a bayoneta o de bayoneta aluden a ciertos tipos de uniones mecánicas y de los objetos que las llevan, que se montan introduciendo una pieza en otra a través de una muesca. En la otra orilla de nuestra lengua, se llama así en Honduras a la varilla metálica que sirve para comprobar el nivel del aceite de un motor y en Puerto Rico a un arbusto que debe su nombre a que sus hojas puntiagudas pueden pinchar.

La cita de hoy

“Hace tiempo que me dieron un consejo:
«No te quedes donde no puedas amar»
”.

Laura Mora

El reto de la semana

¿Qué flores, empleadas, como ya vimos en otro de los paseos, por los masones como símbolo para intentar eludir la persecución nazi, podíamos haber recogido hoy para rememorar este paseo?

(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

Un paseo con La Horda

01 viernes Jun 2018

Posted by Sollastre in LIBROS

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alcagüeta, alcahueta, alcayueta, apocalipsis, celestina, galimatías, hermético, horda, sello hermético

Lleva el paseante unas cuantas semanas eternas manteniendo desigual combate con el dolor en tal grado de intensidad como no alcanza a recordar. Sí, EL dolor, pues aunque al principio pensara que eran varios de ellos los que se habían juramentado para atacarle de consuno, ora físicos, ora anímicos, se dio cuenta al fin de que en realidad existe para cada uno de nosotros un único dolor, que se manifiesta de tantas y diversas formas como posibilidades encuentre de clavar sus aguijones dumdum de daño y tristeza. Y esa lid le mantenía paralizado, concentrando en ella todas sus energías sin percatarse de que así en realidad retroalimentaba a su enemigo.

Así que cuando comprobó que ni siquiera los encuentros regulares que le concertaban con la hija de Morfeo -el dios de los sueños, el que reproduce las formas- servían para mitigar esa insoportable realidad, cayó en la cuenta de que solo podría encontrar alivio donde siempre lo había hallado; fue plenamente consciente de que a pesar de no poder soportar más de cinco minutos en la misma postura necesitaba volver a leer. Para poder volver a su vez a escribir. Para poder volver, en definitiva, a respirar a su propio ritmo y no al que le marcará aquella sucesión de fármacos que ni siquiera estaban resultando paliativos.

Se levantó entonces, en todos los sentidos, y se sumergió en las profundidades de La Horda. Una revolución mágica, un libro que habla de la guerra entre el bien y el mal, entre la oscuridad y la luz, dejando al lector que decida qué significan para él esos conceptos y en qué coordenadas personales situarlos; una guerra que, al igual que la que se libra entre el dolor y el bienestar en el interior de todos nosotros, nunca tendrá fin, en la que no hay ni vencedores ni vencidos. Y mientras se iba adentrando en los recovecos, en la superficie y en el subsuelo de cada página, al sentir un nuevo latigazo en las vértebras, en el alma, sonrió de manera triste y dulce al tiempo, sintiendo que ya era hora de volver a dar un paseo por el diccionario.

horda.- Comunidad de salvajes nómadas, según la severa acepción que ofrece el DLE, pero también grupo de gente que obra sin disciplina y con violencia. A España llegó en el siglo XIX desde el francés horde, que lo tomó prestado del tártaro orda ‘campamento militar’, que según Corominas deriva del verbo urmak ‘hincar, clavar’. Palabra conocida en Europa desde el siglo XIII, se desconoce el origen de esa h– inicial -en turco existe ordu y el latín medieval utilizaba ya orda– que aparece documentada por vez primera en alemán en 1429. Como Horda de Oro u Horda Dorada se conoció un estado mongol surgido tras la desaparición del imperio a la muerte de Gengis Kan. Por su parte, Sigmund Freud empleó el sentido de horda como población nómada o tribu viviendo en sociedad para acuñar su concepto de “horda primitiva” como representación de la forma primitiva de la sociedad humana, sumisamente sometida a un macho dominante.

hermético.- Del latín medieval hermeticus y este derivado del latín tardío Hermes [Trismegistus] ‘Hermes [Trimegisto]’ -Hermes el tres veces grande, propiamente-, por el nombre que aplicaron los griegos en el Egipto helenístico al dios Thot, señor de las ciencias y de la magia, a quien le atribuyeron conocimientos esotéricos. Su doctrina -denominada hermetismo- estaba contenida en los conocidos como libros herméticos, que inspirarían a los alquimistas. Además de hacer referencia a los seguidores filosóficos-religiosos de los escritos atribuidos a él, hermético se emplea en sentido más general con el sentido de algo que se cierra de tal modo que no deja pasar el aire ni otros fluidos -y de ahí el sello hermético, cerramiento de una vasija, impenetrable al aire, obtenido de la fusión de la materia con la que está formada, efectuado por un procedimiento químico- y en el de lo que resulta errado, impenetrable, aún tratándose de algo inmaterial.

apocalipsis.- Procedente del latín tardío apocalypsis, y este a su vez del griego apokálypsis ‘revelación’. Palabra que designa tanto el fin del mundo como una situación de catástrofe ocasionada por causas naturales o por agentes humanos, evocadora de una imagen de destrucción total. Es en nuestro idioma palabra de clara inspiración cristiana, como muestra el hecho de que hasta su penúltima edición, la de 2001, la definición que el propio DLE ofrecía de Apocalipsis -con mayúscula inicial- era la de «último libro canónico del Nuevo Testamento. Contiene las referencias escritas por el apóstol San Juan, referentes en su mayor parte al fin del mundo». A pesar de haber desaparecido esta acepción en la llamada Edición del Tricentenario, el nombre del libro sigue presente en nuestro lexicón, pues una de las acepciones de «beato» continúa rezando así: «Códice minado, de los siglos VIII al XIII, que recoge los comentarios que el Beato de Liébana escribió sobre el Apocalipsis».

alcahueta.- Al igual que su masculino, alcahuete, se predica de quien concierta, encubre o facilita una relación amorosa, generalmente ilícita y, por extensión, de la persona o cosa que oculta o encubre algo. Deriva del árabe andalusí alqawwád, con el mismo significado, y este del árabe clásico qawwād. Voz documentada en nuestro idioma ya en 1251, el también académico Diccionario histórico (1933-36) muestra que también se emplearon las formas alcagüeta/e y alcayueta/e. De manera coloquial se emplea también para hacer referencia a un correveidile, una persona que trae y lleva chismes, mientras que en teatro se emplea para designar un telón corto y a un bastidor que oculta ambos laterales en primer término del escenario. Sin duda la alcahueta más famosa de la historia de la literatura en castellano es Celestina, personaje de la obra atribuida a Fernando de Rojas Tragicomedia de Calisto y Melibea (finales del siglo XV), cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de esta palabra.

galimatías.- Coloquialmente, se llama así a un lenguaje oscuro por la impropiedad de su enunciado o por la confusión de las ideas y también a una confusión, un desorden, un lío. Su origen es incierto, aunque el DLE lo sitúa en el francés galimatias ‘discurso o escrito embrollado’, asegurando que este procede del griego katà Matthaîon ‘según Mateo’, por la manera en que este describe la genealogía de Cristo que figura al inicio de su evangelio, aunque al parecer se debería más bien al tono de salmodia con el que esta se recitaba ya desde las iglesias bizantinas. Entre otras varias hipótesis, la hay que apunta a que podría derivar de Barimatia, nombre de un exótico país de donde procedería el personaje bíblico José de Arimatea, y luego aplicado a lenguajes incomprensibles hablados en países extraños. Y una tercera teoría, de entre las más plausibles, sostiene que en el siglo XVI en Francia se llamaba en latín gallus ‘gallo’ en la jerga estudiantil al estudiante que participaba en los debates reglamentarios, a lo que se habría unido la terminación griega -mathia ‘ciencia’.

La cita de hoy

“El daño, como suele decirse, ya está hecho, aunque este sea un telón que siempre cierra en falso y se precipita hacia un final que jamás llega”.

Servando Rocha

El reto de la semana

Ya que en este paseo hemos hablado de dolor y de alquimia, ¿qué metal, que debe su nombre a una deidad romana, habría sido lógico encontrarnos hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

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