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Archivos mensuales: noviembre 2020

Pirateando por el diccionario

19 jueves Nov 2020

Posted by Sollastre in PIRATERÍA, Sin categoría

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bucanero, carta de contramarca, carta de marca, corsario, cosario, cracker, cursario, filibote, filibustero, hacker, jáquer, pantalón corsario, pantalón pirata, patente de contramarca, patente de corso, pirata, pirata aéreo, pirata informático

Está claro que la literatura y el cine han contribuido decisivamente a plasmar en el imaginario colectivo una visión de la piratería en la que la rebeldía frente a la injusticia y las ansias de libertad de muchos de sus protagonistas logra enmascarar una realidad mucho menos ideal, en la que la violencia llevada a su grado máximo, la codicia o el desprecio por la vida ajena constituían rasgos distintivos.

Y, sin embargo, también en ese mundo sórdido podemos encontrar valores y principios que todos podríamos suscribir: la justicia a la hora de repartir el botín; la compensación por las mutilaciones sufridas; la forma democrática de tomar determinadas decisiones… Y, sobre todo, la lealtad a los compañeros, sabedores de que es la unión lo que hace la fuerza.

Esa misma solidaridad es la que ha sentido el paseante, en estos duros meses de pandemia, encarnada en el apoyo que le han prestado, al pairo y en la tormenta, en puerto y en la mar abierta, sus compeñeros de Piratas Unionistas, peña del club Unionistas de Salamanca.

En homenaje de gratitud a estos camaradas de tripulación navegaremos hoy bajo la Jolly Roger, el pabellón de la calavera y los huesos cruzados sobre fondo negro, por cinco palabras que encontramos en esa isla del tesoro que es para nosotros el diccionario y que son representativas de una Hermandad de la Costa que para el paseante ha quedado demostrado, gracias a ellos, que es algo más que un bonito nombre.

P. D. Compeñeros no es una errata: es la palabra que le gusta emplear al paseante para referirse a sus compañeros de peña.

pirata.- Persona que se dedica al abordaje de barcos en altamar con intención de robar. La violencia que ejercían con frecuencia en sus ataques motivó que también pasara a llamarse así a alguien cruel y despiadado.

Tiene su origen en el latín pirāta, y este en el griego peiratḗs ΄pirata΄, ΄bandido΄, derivado de peirân ‘intentar, aventurarse’.

La evolución de los tiempos y de la sociedad, que encuentra su correspondiente reflejo en la lengua, hizo que en las últimas décadas se incorporaran al Diccionario de la lengua española primero, en los años 80 del siglo pasado, el pirata aéreo, secuestrador de aviones, y ya en 2014 el pirata informático, el que accede ilegalmente a sistemas informáticos ajenos para apropiárselos u obtener información secreta. También fueron incluidas en esta última edición las voces inglesas cracker y hacker ―así como su adaptación al español, jáquer―, con el mismo significado.

También se califica como pirata a quien copia o reproduce el trabajo ajeno, ya sean libros, discos, películas, programas informáticos, etc., sin autorización y sin respetar la propiedad intelectual, y, en general, a todo aquello que es ilegal, que carece de la debida licencia o que está falsificado. El DLE cita expresamente la edición pirata, que es aquella llevada a cabo por quien no tiene derecho a hacerla, y la radio pirata, una emisora que funciona sin licencia legal.

Además, en el lexicón académico encontramos también, circunscrito su uso a España, el pantalón pirata, que se caracteriza porque sus perneras llegan hasta la pantorrilla. Seco, Andrés y Ramos recoge asimismo la fórmula pantalón corsario.

filibustero.- Pirata de los grupos que en siglo xvii campaban por el mar de las Antillas. No se adentraban en mar abierto y atacaban barcos cerca de la costa o saqueaban poblaciones del litoral.

Del francés flibustier, y este del neerlandés vrijbuiter ‘corsario’, de vrij ‘libre’ y buiten ‘saquear’. La s se incorporó por una hipercorrección, en principio meramente gráfica, que terminó por pronunciarse a principios del siglo xviii. La l, por su parte, puede explicarse por influencia del neerlandés vlieboot —que en francés dio flibot y en castellano filibote—, ΄embarcación del Vlie΄, un tipo de carguero utilizado en la vía marítima holandesa del mismo nombre.

En el siglo xix se recuperó el término filibustero para aplicarlo a los aventureros que, sin patente ni comisión de ningún gobierno, invadían a mano armada territorios ajenos. Como el estadounidense William Walker, quien en 1856 llegó a ser investido como presidente de Nicaragua.

Más tarde fueron también tildados así quienes trabajaban por la emancipación de las entonces provincias españolas de ultramar.

Y por filibusterismo se entiende aún hoy, además de la actividad propia de los filibusteros, un tipo de obstruccionismo tendente a bloquear la actividad parlamentaria, generalmente mediante intervenciones interminables. Esta acepción fue acuñada en el Senado de los EE. UU. en el siglo xix, pero es práctica cuyo rastro puede seguirse hasta la antigua Roma, donde es tradición que Catón el Joven (95 a. C.-46 a. C.) era capaz de hablar días y días con el objetivo de frenar las leyes de Julio César.

corsario.- Aunque se emplea también como sinónimo de pirata, en puridad debería aplicarse al armador, capitán y tripulación, y por extensión a la propia nave, dedicados al corso, campaña de guerra marítima contra el comercio enemigo bajo las mismas normas que las fuerzas navales regulares, pero por su cuenta y riesgo, asumiendo los daños y perjuicios sufridos en su caso y sin recibir más recompensa que el botín obtenido al enemigo.

La autorización y comisión para dedicarse a ello era la denominada patente de corso. Al ser otorgada por un poder soberano, normalmente un Estado beligerante, implicaba su autorización, control y responsabilidad, condición que diferencia jurídicamente al corso de la piratería, aunque, evidentemente, no a ojos de sus víctimas.

En castellano recibe también el nombre de carta de marca, que dio lugar a la carta ―o patente― de contramarca, dada por un soberano para que sus súbditos pudieran corsear y apresar las naves y efectos de los de otra potencia que hubiese dado cartas de marca.

Con el tiempo patente de corso pasó a significar también el derecho que alguien se arroga para decir o hacer lo que le venga en gana.

El DLE afirma que corso, voz de la que deriva corsario, procede del latín cursus ‘carrera’. Corominas aventura que quizá llegara nuesra lengua a través del catalán cors, donde ya se halla en el siglo xiii (Consulado de Mar).

Tienen también el aval académico, con la marca de desusadas, otras dos formas de nuestra palabra: cosario y cursario.

bucanero.- El DLE lo define como un pirata que en los siglos xvii y xviii se dedicaba a saquear las posesiones españolas de ultramar. Lo que no explica es que no fue así desde un principio y que en el propio nombre encontramos la explicación.

Proviene del francés boucanier, que a su vez lo hace de boucan, y este del tupí mokaém ΄parrilla de madera΄.

¿Piratas parrilleros, entonces? ¿Cómo se come eso? Echemos un vistazo a la historia. Tras la conquista de México y Perú muchos de los habitantes de la entonces conocida como La Española la abandonaron atraídos por las riquezas del continente. Dejaron allí gran número de ganado vacuno y piaras de cerdos que con el tiempo se fueron multiplicando a la vez que se asilvestraban.

Como los españoles no se establecieron nunca en la ribera noroeste de la isla no es descabellado pensar que fondearan allí buques contrabandistas en busca de víveres. La dilatada porción de costas desiertas, el buen anclaje y la abundancia de provisiones no dejarían de inducir en algunos las ganas de establecerse.

Se ganaban la vida cazando el ganado selvático para comerciar después con los barcos de paso. Curaban la carne por medio de un método aprendido de los indios caribes: cortada en largas tiras, la colocaban en una parrilla hecha de varas verdes donde se secaba a un fuego lento de leña. Los indios llamaban boucan al sitio donde ahumaban la carne. Se aplicó ese mismo nombre al aparejo que servía para secarla y el de bucanero a los propios cazadores.

Cuando por circunstancias ulteriores estos comenzaron a simultanear el comercio de carne y cueros con la piratería —buscando una vida más lucrativa que la precaria existencia que llevaban—el nombre fue perdiendo gradualmente su significación primitiva y adquirió la actual.

pechelingue.- O pichelingue, que ambas formas aparecen en el DLE.

Su escueta definición nos dice que es un pirata de mar.

A pesar de aparecer recurrentemente en documentos españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII, y de ser empleada por literatos como Tirso de Molina o Vélez de Guevara, no llegó a arraigar en castellano.

Su origen, sobre el que no se pronuncia el diccionario académico, atrajo la curiosidad de buen número de estudiosos, lo que propició la formulación de diferentes hipótesis al respecto:

Hartzenbusch, para quien el término era despectivo y aplicable solo a extranjeros, aventuró que tal vez procediera de las palabras speech english.

El jurista y filólogo Adolfo Bonilla San Martín proponía, en 1910, el mejicano pichilinga ‘chiquita’, desde el náhuatl picilihui ‘hacerse menudo lo que era grueso΄. De donde pichelingue se aplicó en España a la moneda de cuartos procedente de América.

Charles Edward Chapman, en su Historia de California. El periodo español (1923) ofrece una explicación pintoresca: las palabras españolas pecho y lengua, como referencia despectiva al sonido gutural del neerlandés. Algo así como que los holandeses hablaban desde el pecho y no desde la boca y la lengua.

A su vez, el hispanista holandés J. G. Geers se inclinaba, en los años treinta del siglo pasado, por un origen gitano, a partir del caló petulingre ‘herrero’.

Será en 1944 cuando Engel Sluiter, profesor en la Universidad de California, Berkeley, establezca con propiedad que nuestra palabra es producto de una corrupción progresiva, a través del francés, del nombre de Vlissingen, ciudad portuaria en los Países Bajos cuya reputación internacional como nido de corsarios hizo que llegara a ser conocida como la ‘pequeña Argel’.  

La cita de hoy

«Piratería: El comercio sin añadidos, tal y como Dios lo hizo».   

Diccionario del diablo

Ambrose Bierce

El reto de la semana

¿Con qué bebida, cuyo nombre remite al de un famoso corsario, brindaremos al término de nuestro paseo de hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página ΄Los retos΄)

Un paseo por El infinito en un junco

04 miércoles Nov 2020

Posted by Sollastre in LIBROS

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atlas, atlas lingüístico, calamiforme, calamo currente, catilinaria, cálamo, Demóstenes, falansterio, filípica, furierismo, furierista, sainete, sansimoniano, sansimonismo, utopía

Los japoneses denominan tsundoku a esa sensación que produce tener apilados en casa libros que no se han leído y que tal vez nunca lleguen a serlo. Aunque también hay muchos de ellos que solo esperan que el poseedor encuentre el momento oportuno para hacerlo.

Esto es lo que le ocurrió recientemente al paseante, cuando tuvo por fin tiempo y calma suficientes para abordar un ejemplar cuya lectura llevaba meses postergando por, como suele decirse, causas ajenas a su voluntad en este año tan anómalo.

¿Título?: El infinito en un junco. ¿Autora?: Irene Vallejo. Y ahora llega lo más difícil de estas líneas introductorias del paseo de hoy: ¿qué decir de un libro que ha recibido todo tipo de elogios; cuyas ediciones se suceden a ritmo de vértigo; acreedor de premios aquí y allá; del que ya se ha dicho y escrito casi todo…? Creo que me limitaré a una idea: si en muchas ocasiones, tras haber leído un libro, ha tenido uno la sensación de que le habría gustado escribirlo él, tras hacer lo propio con El infinito en un junco —y confiesa aquí que nada más terminarlo comenzó a releerlo, con la impresión de haberse dejado muchas cosas en el tintero— el paseante sintió que lo que en realidad le habría gustado era «ser» este libro y que alguien le hubiera escrito así.

Pasearemos hoy por cinco palabras espigadas en unas páginas que nos recuerdan que la historia de los libros, hasta haber podido llegar al tsundoku del que hablábamos al inicio, es la de una sucesión de acontecimientos casi milagrosos: la supervivencia de algunos de ellos —apenas un 1 % del total— desde el mundo clásico hasta nuestros días; la invención del alfabeto; la de soportes como el papiro… En definitiva, no se pierdan este apasionante viaje a través de los siglos: aventuras no van a faltar.

cálamo.- El diccionario académico refleja que esta voz designa a un tipo de flauta antigua; a la parte inferior hueca del eje de las plumas de las aves, que se inserta en la piel; a una caña, en tanto que tallo de las gramíneas; a una pluma de ave o de metal para escribir —estas dos últimas acepciones en sentido poético— y, en botánica, a un tallo herbáceo cilíndrico y liso, sin nudos ni hojas.

Procede del latín calămus y para seguir su génesis nos vamos a apoyar en el latinista Emilio del Río, quien explica que la palabra se aplicaba en un principio a la caña que crece junto a los ríos. Esta se secaba, se cortaba oblicuamente y se afilaba para poder escribir con ella. Es decir, primero significó caña y después el instrumento de escritura elaborado con ella. Más tarde, cuando comenzaron a emplearse plumas de ave para este cometido ambos se identificaron hasta el punto de que, como acabamos de ver, se llama cálamo a la sección de ellas pegada al animal. Y a partir de ahí se dice que la parte de un vegetal o de un animal que tiene forma de cañón de pluma de ave es calamiforme.

Pero para escribir hacía falta además tinta, que se obtenía de un cefalópodo y que se llamó tincta calamaris, es decir, ΄tinta para el cálamo΄, lo que andando el tiempo, como ya se habrá imaginado quien esté acompañándonos en este paseo, derivó en que el animal de marras fuera conocido como calamar.

La locución adverbial latina calamo currente, literalmente ΄corriendo la pluma΄, que también encontramos en el DLE, alude al hecho de escribir algo sin reflexión previa, de improviso y con presteza.

filípica.- Palabra cuyo protagonista a buen seguro habría preferido que no hubiera llegado a formar parte de nuestro idioma. Ni de otros como el inglés —philippic—, adonde llegó a mediados del siglo xvi desde el francés —philippique—, o el italiano —filìppica—.

Da nombre a una invectiva, a una censura áspera y desabrida, acre.

Proviene del latín Philippicae [orationes] ΄[discursos] sobre Filipo΄, traducción del griego Philippikoi [logoi], con el mismo significado, en referencia a los escritos y pronunciados por el político y orador ateniense Demóstenes (384 a. C.-322 a. C.) avisando del peligro que el poder creciente de Filipo II de Macedonia, el padre de Alejandro Magno, suponía para Atenas y el resto de ciudades griegas y exhortando a sus conciudadanos a hacer frente a la amenaza.

Años después Cicerón (106 a. C.-43 a. C.), gran admirador del ateniense, llamaría también filípicas a sus discursos contra Marco Antonio.

Entre ambos oradores se produce un curioso paralelismo en nuestro diccionario, pues, como ya vimos al pasear con Comunicación para ganar, este alberga también catilinaria, un escrito o discurso vehemente dirigido contra alguien, que encuentra su origen en los que el romano dedicó su rival Catilina.

Aindamáis, si Cicerón ha dado lugar —amén de a otros como cícero y cicerone—, al término cicerón,con el sentido de persona muy elocuente, el DLE otorga exactamente esta misma definición a demóstenes.

atlas.- Del griego Átlas, a través del latín Atlas, nombre de un gigante de la mitología grecolatina condenado por Zeus a soportar sobre sus hombros la bóveda celeste por toda la eternidad.

Se trata de una colección de mapas geográficos, históricos, etc., encuadernados en forma de libro. Recibió este nombre porque en esas compilaciones solía dibujársele en la portada. Corominas indica que la difusión del término en el léxico moderno se debió al célebre conjunto cartográfico de Mercator Atlas sive Cosmographicae meditationes de fabrica mundi et fabricati figura (1595), en el que figuraba al inicio, efectivamente, nuestro héroe.

Se llama también así a una colección de láminas descriptivas de una materia que suele aparecer encuadernada, en ocasiones separada del texto principal al que acompaña.

En el campo de la anatomía atlas da nombre a la primera vértebra de las cervicales, acepción que se explica por su función: servir de soporte de la cabeza.

Para finalizar esta entrada el Diccionario de la lengua española nos habla del atlas lingüístico, que consiste en una serie de mapas que muestran las zonas geográficas en las que se emplean determinados vocablos, fonemas, etc.

El Atlas Lingüístico de la Península Ibérica fue un ambicioso proyecto concebido en los primeros años del siglo xx por Menéndez Pidal, plan malogrado por la Guerra de España (1936-1939): habría que esperar a 1962 para que se editara el único volumen publicado hasta la fecha.

sainete.- Voz que reúne diversos significados.

En el mundo del teatro hace referencia tanto a una obra, frecuentemente cómica, de ambiente y personajes populares, como a una en un solo acto, de carácter burlesco, que se representaba en el intermedio o al final de una función.

Coloquialmente se predica asimismo de una situación o acontecimiento que resultan grotescos o ridículos y en ocasiones tragicómicos.

En cetrería se denominaba así al pedazo de gordura, de tuétano o de sesos con el que el halconero regalaba al ave cuando la cobraba.

Y en el ámbito culinario sirve tanto para hablar de un bocadito de cualquier cosa, agradable y gustoso al paladar, del sabor suave y delicado de un manjar o de una salsa o condimento que se añaden a algunas comidas para que resulten más apetitosas.

Enlazando con esta última idea de mejora encontramos que sainete es también una cosa que realza la gracia o el mérito de otra, de suyo agradable, o un adorno especial en vestidos u otras cosas.

Pero no termina aquí nuestro listado, pues si nos acercamos a América comprobamos que en Cuba es una recriminación violenta, mientras que en Argentina se trata de una variedad rioplatense de la obra de teatro española.   

Tiene origen en el diminutivo de saín, grosura, sustancia crasa o mantecosa de un animal, procedente del latín vulgar *sagīnum, y este del latín clásico sagīna ΄engorde de animales΄, ΄gordura, calidad de gordo΄.

utopía.- Representación imaginaria de una sociedad humana armónica y también algo deseable que parece de difícil realización.

Del latín moderno Utopia, isla imaginaria con un sistema político, social y legal perfecto, descrita por Tomás Moro (1478-1535) en la obra del mismo nombre (1516), a partir del griego ou ‘no’, tópos ‘lugar’ y el latín -ia ‘-ia’.

De ella derivan los adjetivos utópico y utopista, así como los sustantivos utopismo, tendencia a la utopía,y el reverso de la moneda: distopía, la representación figurada de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana. Del latín moderno dystopia, formado a partir del griego dys- ‘dis-‘, en el sentido de dificultad, anomalía, y utopia ‘utopía’.

La etiqueta socialismo utópico engloba aquellas corrientes del pensamiento socialista previas a la llegada del marxismo, algunas de las cuales han dejado huella en nuestro diccionario.

Así, sansimonismo hace referencia a la doctrina de Claude-Henry de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825) y sansimoniano a lo relativo a ella o a un partidario suyo.

Por su parte, furierismo es el sistema de organización social propuesto por Charles Fourier (1772-1837), que excluía la propiedad privada y la familia, y que agrupaba a las personas en falansterios. Falansterio, que da nombre tanto a la comunidad autónoma de producción y consumo ideada por él como al edificio en que, según su sistema, habitaba cada una de las falanges en que dividía la sociedad. Él mismo acuñó esta palabra, phalanstère en francés, a partir de phalan[ge] ΄falan[ge]΄ y [mona]stère΄[mona]sterio΄. El partidario del furierismo o lo relativo a él es conocido como furierista.

La cita de hoy

«Creo que los libros describen a las personas que los tienen entre las manos».   

Irene Vallejo

El reto de la semana

¿Qué tipo de reunión, en la que brindaríamos incluso etimológicamente por él, podríamos organizar los muchos fanes de este libro para reflexionar sobre él?

(La respuesta, como siempre, en la página ΄Los retos΄).

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