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~ Disfrutando con las palabras

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Un paseo discutido desde los inicios

11 lunes Ene 2021

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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a lo gringo, alirón, almuérdago, apoyar, aquintralarse, gringo, hacerse el gringo, lerdo, muérdago, ni lerdo ni perezoso, quintral

Recuerda el paseante que en su ya lejana infancia le sorprendió escuchar a un hombre mayor de su barrio decir que «nada le gustaba tanto como una buena discusión». Afirmación que le sorprendió sobremanera pues le tenía —amigos, vecinos y conocidos solían acudir a él en busca de consejo— por hombre sensato y sosegado.

Solo tiempo después fue capaz de comprender aquella afirmación de manera cabal. Porque en aquel entonces identificaba discutir con luchar, con pelear, como se teme que muchos aún lo hacen hoy en día, y cada vez más, en esta España crispada, independientemente de la edad que tengan. Un enfrentamiento en el que no se trata tanto de oponer el propio punto de vista frente al del otro, alegando razones y tratando, en su caso, de convencerlo como de imponer la propia opinión al oponente, negando cualquier consideración a la de este, obviando que discutir procede del latín discutĕre ‘disipar’, ‘resolver’.

Lejos estaba entonces quien estas líneas escribe de tener noticias de aquellas discusiones literarias medievales en las que dos contendientes pugnaban por demostrar quién tenía razón. Unos debates en los que el propio desarrollo de la disputa importaba más que el resultado a que se pudiera llegar y cuyo esquema procedía de una materia impartida entonces en las universidades, la dialéctica, considerada una herramienta fundamental en la búsqueda de la verdad.  

A ese espíritu y a esa interpretación de la discusión nos encomendamos para comenzar los paseos de este agitado 2021 —tercera ola de la pandemia, asalto al Capitolio en Washington, nevada histórica en Madrid y otras zonas de España…— cerrando la trilogía que hemos dedicado a términos cuyo origen no se conoce a ciencia cierta con palabras de las que el Diccionario de la lengua española califica como de etimología discutida.

Lo haremos con cinco de ellas —y una de propina— espigadas entre las varias decenas que merecen esta consideración de manera expresa en el lexicón académico, en la seguridad de que serán muchas más las que también podrían recibir esa consideración.

alirón.- Interjección, que se emplea también como sustantivo, utilizada para celebrar la victoria en una competición deportiva. Sobre su génesis existen hipótesis ciertamente dispares.

Cuando el DLE la incorporó a sus páginas, en fecha tan reciente como 2001, siguió el criterio del profesor Federico Corriente y la situó en el árabe. Hablaba del árabe andalusí ali‘lán, derivado del árabe clásico al’il‘lān ‘proclamación’. Años después el propio Corriente, que citó esta palabra en su discurso de recepción en la RAE, abundaría en esta tesis: «Voz de origen árabe con la que anunciaban las subastas y otras novedades de interés público, de donde nos viene el actualísimo futbolero, o sea ¡se anuncia!, ¡se anuncia!».

Tal vez la más extendida, aunque muy improbable, sea la que habla de las minas de hierro de Vizcaya, explotadas por empresas inglesas en el siglo xix, donde asegura la leyenda que cuando se encontraba una veta que solo contenía hierro el capataz la marcaba escribiendo all iron ‘todo hierro’. Como quiera que ello implicaba un aumento de la paga, pronto se habría asociado dicha expresión, pronunciada a la española, a lo festivo.

Hay incluso quien se ha lanzado a hacerla proceder de otra interjección, alón —del francés allons ‘vayamos’ —, hoy en desuso, con la que se animaba a mudar de lugar, de ejercicio o de asunto.

Sin embargo, la teoría que tiene más visos de verosimilitud es la que sitúa su origen en el cabaret, cuando la cupletista Teresita Zazá interpretó en 1913 en el Salón Vizcaya de Bilbao una canción que incluía la frase «al compás del ¡Alirón! / ¡Alirón! ¡Alirón! / Pom, pom, pom», a la que los clientes habrían cambiado el final por «el Athletic campeón».

lerdo.- Se dice comúnmente del animal de carga que resulta pesado y torpe en el andar y también de una persona tarda y con pocas luces para comprender o ejecutar algo.

Antiguamente se empleaba en el lenguaje de germanía con el significado de cobarde. Según dice el criminólogo español Rafael Salillas en El delincuente español: el lenguaje (1896) esto estaba motivado precisamente por la torpeza de los cobardes al andar.

Encontramos todavía una acepción más fuera del diccionario: el Vocabulario navarro (1952) de J. M Iribarren nos lleva hasta el valle de Salazar, donde se denominaba así a la resina de pino.

Covarrubias (1611) se decantaba por el griego lordós ‘con la cabeza inclinada hacia el suelo’ como origen de este vocablo y el DLE lo hizo durante mucho tiempo por el bajo latín lurdus ‘pesado, embobado’, tomado del latín lurĭdus ‘cárdeno, amarillento’, admitiendo en alguna edición influencia del griego citado. Tal vez la hipótesis más curiosa sea la sostenida por el hispanista de origen ruso Yakov Malkiel, quien proponía enlerdar, a partir del latín (g)leritare ‘dormir como un lirón’, en última instancia de glis, gliris ‘lirón’.

Como ocurre con tantas otras esta palabra adquirió nuevos significados en la otra orilla del español. En Guatemala y Honduras lerdo hace referencia, en el mundo rural, a un tipo de cultivo de ciclo largo, de desarrollo lento. En este último país es también un adjetivo que se predica, en femenino, de una tortilla de maíz que tiene pompas de aire caliente en su interior. Por su parte, la locución adverbial ni lerdo ni perezoso significa en Cuba con decisión, sin vacilar, y en el Uruguay y la Argentina se aplica a quien es astuto y no pierde oportunidad de obtener algún provecho personal.

apoyar.- Verbo que como transitivo tiene los sentidos de hacer que algo descanse sobre otra cosa; basar o fundar; favorecer, patrocinar o ayudar; confirmar, probar, sostener alguna opinión o doctrina; en equitación, bajar un caballo la cabeza, inclinando el hocico hacia el pecho o dejándolo caer hacia abajo; y en el mundo de la milicia, proteger y ayudar una fuerza a otra.

Como intransitivo significa cargar, estribar, significado en el que según Corominas se incorporó a nuestra lengua como tecnicismo arquitectónico, y también, si hablamos de un sonido, de una sílaba o de una palabra, ser articuladas con más sonoridad o intensidad o deteniéndose en ellas.

Corominas mantiene asimismo que es adaptación del italiano appoggiare, bajo el influjo del castellano poyo, proveniente a su vez del latín pŏdium ‘sostén en una pared’. Por su parte, el Diccionario histórico del español (1933) optaba por el bajo latín appodiāre, del latín ad ‘a’ y podĭum ‘poyo’.

Existe otro verbo homógrafo, con la acepción de sacar el apoyo o apoyadura de los pechos, es decir, el flujo de leche que acude a ellos al dar de mamar. En esa línea, en México, Honduras, Puerto Rico y el Uruguay se emplea, en el mundo rural, con el de lograr que le baje la leche, por segunda vez, a una vaca después de haber sido ordeñada, acercándole a la cría.

¿Y por qué sale a colación este segundo término en nuestro paseo? Pues porque el diccionario académico califica también su etimología como… discutida, a la vez que remite a la consulta del latín *podiare ‘subir’.

muérdago.- Palabra que el paseante descubrió en su infancia, como imagina que le habrá pasado a más de uno de uno de quienes comparten este paseo, gracias a las aventuras de Astérix el Galo.

Es una planta parásita que vive sobre los troncos y ramas de los árboles.

Sus frutos, unas bayas pequeñas de color blanco rosado, están desarrollados por el tiempo de Navidad, por lo que sus hojas con esas bayas se utilizan en las decoraciones propias de las fechas que acabamos de pasar. En algunos países es costumbre colgar un ramillete encima de las puertas para dar buena suerte a quienes las crucen, en especial a quienes se besen bajo él.

Desde antiguo tuvo un marcado carácter simbólico: ya los druidas celtas lo recogían en diciembre para utilizarlo en ritos de fertilidad. Simboliza la regeneración, la restauración de la familia y del hogar.

Antes de considerar que el origen de este término es discutido el diccionario académico aventuró en un principio que se podía encontrar en el latín mordēre ‘enlazar, fijar’ y posteriormente en el también latín mordĭcus ‘mordaz’.

Corominas, tras reconocer lo incierto de su procedencia aventura que puede hacerlo de un antiguo vasco *muir-tako ‘para visco, planta empleada para sacar el muérdago’, que recomienda comparar con el vasco moderno miur(a) ‘muérdago’ y el vasco mihurtu ‘granar’.

Además de recoger también la forma almuérdago, el DLE muestra otros nombres que recibe esta planta: liga, que bien podía haber aparecido en el paseo de orígenes inciertos, pendejo en Andalucía y quintral en Chile, una especie de flores rojas que sirve para teñir, del que deriva aquintralarse, cubrirse un árbol o arbusto de quintral.

gringo.- Probablemente cuando nos encontramos con esta voz la mayoría la consideremos un sinónimo coloquial de estadounidense. Sin embargo, esto no es así en sentido estricto.

Como bien señala Ricardo J. Alfaro en su Diccionario de anglicismos (1950) hay «bastante anarquía»en cuanto a la manera de entender y usar esta voz, que, por otra parte, refleja una intención más humorística que despectiva.

Así, vemos que puede predicarse de un extranjero, especialmente de habla inglesa, y en general del hablante de una lengua que no sea la española, como señala el DLE en su primera acepción, y coloquialmente de cualquier lengua extranjera o de un lenguaje ininteligible. Pero también, según el país americano en que nos situemos, de una persona rubia y de tez blanca; de los ya referidos naturales de Estados Unidos; de un inglés; de un ruso… e incluso de los españoles, así llamados por los cubanos durante la guerra.

¿Y qué decir respecto a su origen? En un principio la Academia lo hacía derivar de griego, especialmente en referencia a un lenguaje incomprensible, y Corominas señala que sería una deformación de esta palabra. Otras teorías apuntan a una guardia irlandesa en el Madrid de finales del xviii y principios del xix y, las más extendidas —principalmente para su uso en relación a los yanquis, pues con otros sentidos ya se empleaba con anterioridad—, a un regimiento de la guerra entre Estados Unidos y México de 1847.

Si volvemos al Cono Sur vemos además que en Chile la locución a lo gringo significa sin ropa interior, mientras que en Argentina aludía a la forma en que los extranjeros, especialmente italianos, realizaban las tareas del campo, con las que no estaban familiarizados. En Colombia hacerse el gringo es fingir que no se entiende una cosa, hacerse el sueco. Y en Bolivia el gringo es el nombre que recibe el número cinco en algunos juegos de azar.

El dicho de hoy

Discutir si son galgos o podencos.                            

Hacerlo sobre cuestiones secundarias, sin abordar lo que realmente importa. Cuenta una antigua fábula que dos liebres —o dos conejos, según quien la narre— a las que perseguían unos perros se entretuvieron en discutir si se trataba de galgos o de podencos, dos razas que a primera vista pueden parecerse. Tanto se enfrascaron en la porfía que cuando los perseguidores llegaron hasta ellas las pillaron descuidadas y las atraparon. Añade Tomás de Iriarte (1750-1791) como moraleja en la versión que él escribió: «Los que por cuestiones/ de poco momento/dejan lo que importa/llévense este ejemplo».

El reto de la semana

¿Con qué animal muy apreciado, aunque a veces se utilice como insulto, cuyo nombre deriva de una palabra cuyo origen es también discutido podríamos habernos encontrado en el paseo de hoy? (La respuesta, como siempre, en la página ΄Los retos΄)

Un paseo sin fuentes conocidas

09 miércoles Dic 2020

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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El Nilo, que alumbró una de las mayores civilizaciones conocidas, ocultó durante milenios su nacimiento a quienes pretendían encontrarlo. El descubrimiento de sus fuentes, que se convirtió en uno de los mayores retos para exploradores y viajeros desde la más remota antigüedad, no se resolvería hasta mediados del siglo xix.

La búsqueda del origen de las cosas ha sido siempre una pulsión de la humanidad. ¿De dónde venimos? es una de esas cuestiones básicas que lleva planteándose probablemente desde su mismo inicio. Sin embargo, como esta misma pregunta se encarga de demostrar, no siempre nos es dado conocer esos inicios. En unas ocasiones puede que por el momento; en otras tal vez jamás lleguemos a encontrarlos.

Eso es algo que sabemos bien aquellos a los que Carlos la Orden Tovar bautizó certeramente como «espesitos de la etimología»: al igual que hay obras literarias anónimas, son muchas, muchísimas, las palabras cuyo origen es o bien incierto, como las que abordamos en el último paseo, o bien directamente desconocido

Palabras, pues, que llegaron a nuestra lengua sin referencias conocidas, sin antecedentes, sin partida de nacimiento ni pasaporte… Desde un anonimato que, estamos seguros, envuelve también a bastantes otras de las que el diccionario no señala específicamente ese aspecto. Vocablos que, en todo caso, forman parte del acervo del español porque así lo fueron decidiendo los auténticos dueños del idioma: sus hablantes, que fueron incorporándolas o creándolas, tanto da.

Un anonimato que, sin embargo, no ha sido óbice para que a través de la historia de la propia lengua se hayan planteado sucesivamente, como podemos comprobar en el paseo de hoy, las más diversas hipótesis respecto a lugares y momentos de nacimiento, sin que al parecer ninguna de ellas llegara a adquirir la condición de fidedigna.

Nuestros pasos nos encaminan hoy hacia cinco de esos términos que, al atractivo que hemos encontrado en todos los que se han asomado por estas páginas hasta ahora, añaden el del misterio —y este siempre resulta muy sugerente— de que no sepamos desde dónde han llegado hasta nosotros.

panga.- Voz de reciente incorporación al DLE, pues no lo hizo hasta 2001. Nada se indicaba entonces sobre su origen, como tampoco en la versión en papel de 2014. Ha sido la reciente actualización en línea de noviembre de 2020 la que le ha conseguido un hueco en nuestro paseo por palabras marcadas como de origen desconocido.

En el español —o tal vez sería más propio decir los españoles— de América encontramos tres embarcaciones y un recipiente llamados así:

Un pequeño bote de fondo plano y cubierta ancha, movido a remo, vela o motor, que se emplea para pescar o transportar personas en aguas poco profundas.

Una barcaza de carga movida por motor, de fondo plano y cubierta ancha, que, siguiendo un cable como guía, sirve para transportar carga, en especial vehículos, de un lado a otro de un río, lago o laguna.

Una embarcación descubierta, ancha, de poco calado y con motor que se utiliza para la pesca y para el transporte de pasajeros.

En Honduras da nombre también a un tronco ahuecado de caoba o cedro de forma rectangular, que se usa para dar de comer al ganado o para fregar los cacharros.

Si saltamos de continente se cruza en nuestro rumbo otra posibilidad para surcar las aguas: la panga filipina, una barca bien acabada y ligera que puede navegar a remo y a vela. No llegó a conseguir el aval académico —sí otra distinta denominada panca—, pero Wenceslao Retana la recoge, como voz tagala, en su Diccionario de filipinismos (1921) y aparecía en diversos diccionarios del siglo xix, en algunos de ellos también en la forma pango.

barril.- Voz común a todos los romances de Occidente, como leemos en Corominas, de origen prerromano y de raíz desconocida.

Su acepción más común es la de recipiente generalmente cilíndrico, de madera o de metal, que sirve para conservar, tratar y transportar diferentes líquidos y géneros.

Algunos de ellos, en sentido real o figurado, «tienen apellido» en nuestra lengua:

Barril bizcochero, que servía para llevar el bizcocho —un pan sin levadura, que se cocía por segunda vez para que perdiese la humedad y durase mucho tiempo— en las embarcaciones.

Barril de tocino, que en Puerto Rico sirve para denominar a los fondos públicos asignados a los legisladores sin propósito específico.

Barril sin fondo, que en algunos países americanos hace referencia a una persona que todo lo hace en exceso; en la República Dominicana, Puerto Rico y Venezuela también a algo que cuesta o en la que se invierten grandes cantidades de dinero; y en el Uruguay a una persona capaz de beber mucho alcohol sin emborracharse.

Barril sin zuncho(s), sinónimo festivo en Chile de persona gorda.

A su vez, de una situación muy tensa y conflictiva se dice que es un barril de pólvora.

De barril derivan barrilete, que puede ser tanto un instrumento de carpintero como un cangrejo de mar, una especie de nudo marinero, un tipo de cometa, una pieza del clarinete o un aprendiz —y, si además es cósmico, en léxico futbolístico, el recientemente fallecido Diego Armando Maradona, aunque eso es ya otra historia—; barrila, una botija cántabra; embarrilar, meter y guardar algo en barriles; embarrilador, el encargado de hacerlo; barrilería, lugar donde se fabrican o conjunto de ellos — este último  llamado también barrilamen, o barrilaje en México—; y barrilero, el que los fabrica.

gafe.- Adjetivo que se predica de una persona que trae mala suerte o de aquella que impide o dificulta cualquier diversión. Como sustantivo es un sinónimo de mala suerte.

Cuando el diccionario académico lo incorporó, en 1970, con la definición de aguafiestas, de mala sombra, aseguraba que tenía el mismo origen que gafo —persona que padece gafedad, un tipo de lepra—: gafa, a la que hoy atribuye un origen incierto, pero que entonces derivaba del germánico gafa ΄gancho΄. Habría que esperar a la edición de 2001 para que su procedencia se considerara desconocida y a la de 2014 para cambiar a los significados que muestra ahora.

Otra hipótesis apunta a una ascendencia árabe, de qáfa, que alude precisamente a la mano del leproso, con sus dedos encorvados. Según esta teoría, el término habría ido adquiriendo una connotación cada vez más negativa y de hecho se llegó a pensar que incluso respirar el aire de un lugar por donde pasaba un leproso traía malas consecuencias. Poco a poco tanto gafo como gafe habrían ido resbalando hacia el terreno de la superstición.

Personaje inmune a su propio maleficio, se considera que basta incluso con mencionar su nombre para que sus efectos se hagan notar, por lo que si alguien se atreve a pronunciarlo hay que conjurar el mal tocando madera, entrecruzando los dedos índice y corazón de ambas manos o recurriendo a cualquier otro tipo de sortilegio.

En el Uruguay se emplea coloquialmente el término secante para referirse a una persona que es gafe —también a alguien molesto y fastidioso—.

De gafe obtenemos el verbo gafar, transmitir o comunicar mala suerte a alguien o algo.

becerro.- Es la cría de la vaca hasta que cumple uno o dos años. En la tauromaquia se eleva un poco la edad, pues es sinónimo de novillo, res vacuna de entre dos y tres años.

También la piel de ternero curtida para emplearse en calzados y otros usos, así como el libro —también libro becerro o libro de becerro— en el que monasterios, cabildos catedralicios, villas y otras comunidades copiaban sus privilegios y las escrituras de sus pertenencias, llamado así por encuadernarse con ella para su mejor resguardo.

Especial relevancia histórica tiene el Becerro de las behetrías, libro en el que, de orden del rey Alfonso XI y de su hijo Pedro I, se escribieron las behetrías —poblaciones en las que sus habitantes podían elegir a su señor— de las merindades de Castilla y los derechos que pertenecían en ellas a la Corona y a otros partícipes.

Según el Diccionario de autoridades (1726) se llamó así a la cría bovina como si dijésemos buey cerril.

Corominas especula en esta ocasión con un origen ibérico, probablemente de un *ibicirru derivado del hispanolatino ibex, -ĭcis ‘rebeco’, por el carácter indómito y arisco de ambos animales.

Si proseguimos por mar nuestro paseo daremos con el becerro marino, es decir, con una foca.

Y si nuestra singladura nos lleva hasta el reino vegetal, nuestro vocablo es otro nombre que recibe la planta conocida como dragón, mientras que otra planta perenne, el aro, es también conocida como pie de becerro.

Terminamos con una acepción de reminiscencias bíblicas: el becerro de oro, sinónimo de dinero o riquezas, que remite al episodio en el que Moisés baja del monte Sinaí y se encuentra a los israelitas adorando a un ídolo con esa forma hecho de ese metal.

ascua.- Trozo de una materia sólida y combustible, por ejemplo de carbón, que por la acción del fuego se pone incandescente y sin llama.

El Diccionario de autoridades (1726) recoge la cita que Covarrubias hacía a su vez del padre Guadix —que ya se asomó por estos paseos cuando nos ocupamos de la palabra bagasa—, quien decía que era voz arábiga, de ayxcua, «que vale mal amor y mala amistád, porque ninguna se puede tener con el fuego, que todo lo consúme».

El lexicón académico aseguraba en 1899 que venía del alto alemán weiss kohle ΄carbón blanco o candente΄. En las ediciones posteriores desaparece toda referencia al respecto y la mención expresa del carácter desconocido de su origen no se incorporará hasta la última.

Corominas abunda en lo desconocido del origen y descarta tanto el germánico asca ΄ceniza΄, que no explicaría la terminación de la palabra española, como el vasco ausko-a, derivado de hauts ΄ceniza΄, pues parece ser palabra meramente supuesta. Se inclina, como en el caso de barril, por una ascendencia prerromana.

Es término expresivo que puede encontrarse como interjección festiva —¡ascuas!— para manifestar extrañeza o dolor y como frase para dar  a entender que alguna cosa brilla y resplandece mucho: estar hecho un ascua de oro.

También protagoniza locuciones como arrimar alguien el ascua a su sardina, que hace referencia al hecho de aprovechar la coyuntura en propio interés, incluso obteniendo un beneficio particular de lo que debería ser común; estar en o sobre ascuas es a su vez otra forma de decir que alguien está inquieto, tenso, preocupado; y sacar el ascua con la mano del gato, o con mano ajena, se empleaba, pues está en desuso, con el sentido de utilizar a una tercera persona para ejecutar algo sin exponerse a los daños o riesgos que ello pueda conllevar.

La cita de hoy

«Sin lugar a dudas A. N. Onymous ha sido el autor más prolífico en la historia de la literatura en lengua inglesa».                                  

Peter Muckley

El reto de la semana

¿Desde qué región natural española, protagonista de algún que otro viaje literario y cuyo nombre aparece en el DLE como de origen desconocido, podríamos haber emprendido el paseo de hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página ΄Los retos΄)

Incierto paseo

03 jueves Dic 2020

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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Las locuciones a ciencia cierta o de ciencia cierta aluden a algo que lleva aparejada seguridad, ausencia de duda. Algo que hasta ahora estábamos convencidos de que podíamos aplicar a nuestra sociedad, a un modo de vida en el que creíamos que los avances, vertiginosos, de la ciencia y la tecnología nos proporcionaban una certidumbre que nos eximía de tener que cuestionarnos muchas cosas.

Sí, creíamos, porque ha bastado un virus para poner todo patas arriba. Para que todo lo que considerábamos fijo y esperable se haya desvanecido como por arte de magia, sumiéndonos en un estado de incertidumbre del que no llegamos siquiera a intuir cuándo o cómo saldremos. Una realidad que ha hecho que seamos conscientes de que no solo el futuro puede ser incierto: también el presente.

Pero si vamos un paso más allá deberemos admitir que no solo el futuro y el presente, que también el pasado puede resultar incierto en ocasiones. Bien porque nuestra memoria nos juegue la mala pasada de reinterpretarlo, bien porque no lo hayamos llegado a conocer. Y eso es algo que ocurre, como ya vimos en el paseo de orígenes inciertos, con muchas palabras que usamos habitualmente.

Pasearemos hoy por cinco de ellas que nos esperaban en los intrincados —pero siempre atractivos— caminos de la incertidumbre etimológica. Vamos allá.

zarabanda.- Junto con las acepciones de «cosa que causa ruido estrepitoso, bulla o molestia repetida» y de «lío, embrollo» el DLE muestra dos referidas a sendas danzas: una lenta, solemne, de ritmo ternario, que, desde mediados del siglo xvii, forma parte de las sonatas; la otra, popular de los siglos xvi y xvii, frecuentemente censurada por los moralistas. Esta tenía origen español y desde este idioma llegó al francés ―sarabande― y al inglés ―saraband―.

Aunque ya Covarrubias (1611) hablaba de la presencia en la antigua Roma de la çarabanda, baile «alegre y lascivo» practicado por las bailarinas conocidas como puellae gaditanae, originarias del sur de la Bética, muy sensuales y sobre las que llegó a escribir el bilbilitano Marcial, parece establecido que era una invención reciente de finales del siglo xvi.

Si incierto resulta su origen no lo es menos el de su nombre. El propio Covarrubias lo sitúa en el hebreo, en el verbo çara ‘esparcir, cerner’, ‘ventilar’, ‘andar a la redonda’. Corominas, dando como lo único seguro que este baile es oriundo de España, considera probable que la palabra se originara también ahí, con materiales puramente hispanos. Desecha, por inverosímiles, las diversas etimologías persas que se llegaron a proponer suponiendo al término transmitido a través del árabe. Por su parte, el lexicólogo Rodríguez Marín, en El Loaysa de “El celoso extremeño” (1901) aventura una deformación de zaranda ‘criba’, fundada en el meneo rítmico de esta.

Si cruzamos el charco, zarabanda hace referencia en México a una paliza; en Venezuela y el Uruguay a un estado de desorden; a una intriga en Honduras; y en este último país, además de en Guatemala y el Uruguay, a un jolgorio o baile popular.

arretín.- Voz tramada con otras cuantas del ámbito textil, su escueta definición reza que es otro nombre del filipichín.

Este, cuyo nombre a su vez tiene un origen que el DLE califica como desconocido, es un tejido de lana estampado ―y desde 1984 cuenta también con el aval académico para el significado de lechuguino, afeminado―. El Diccionario de autoridades (1732) decía que era «a modo de chamelotón», con unas labores hechas con prensa.

Si buscamos su significado vemos que se trata de un chamelote ordinario y grosero. ¿Y qué es el chamelote, se preguntarán vuestras mercedes? Pues ni más ni menos que el camelote, un tejido fuerte e impermeable, generalmente de lana. Proviene del francés antiguo camelot, variante dialectal de chamelot, y este del francés antiguo chamel ‘camello’, porque se hacía con pelos de este rumiante.

Pero volvamos a arretín. Desde 1884 el diccionario académico la hacía derivada de ratina ―con errata incluida en las ediciones a partir de 1956 que convertía a esta en retina―.

Esto se mantuvo hasta 1992, cuando se habla ya de origen incierto, indicando, eso sí, que se debe consultar la voz ratina, que es otra tela de lana, esta entrefina, delgada y con granillo, que «quizá» proceda del francés ratine, y que probablemente –esto no lo cuenta ya el DLE―, podría venir del antiguo verbo rater ‘raspar, rayar, pelar’.

Para terminar con este paseo entre paños recordemos que el arretín, o filipichín, fue también conocido en su momento como barragán estampado, otra, una más, tela impermeable, de la que en este caso sí se sabe de dónde procede el nombre: del árabe andalusí bar[ra]kán[i], que lo hace del árabe barkānī ‘tipo de paño negro indio’, y este del persa pargār o pargāl.

esperpento.- Voz reciente que no se documenta en nuestro idioma hasta 1891. De origen incierto, no podía ser de otro modo en este paseo, Corominas indica que no sabía de nadie que hubiera buscado su etimología. Lo cual no obsta para que se haya atribuido a este vocablo carácter de madrileñismo; de argentinismo; de mejicanismo de Veracruz…

A su significado primigenio, que nos habla de una persona fea, de una situación o de algo ridículo, estrafalario, el DLE añadió —en el Suplemento a la edición de 1970— el de concepción literaria creada por Ramón M. ª del Valle-Inclán, en la que se deforma la realidad acentuando sus trazos grotescos y el de obra literaria acorde con ella.

Palabra proveniente del habla informal y familiar, pasó así a designar una actitud artística donde tienen cabida obras de límites poco precisos, escurridizos, en las que se dignifica un lenguaje coloquial que incluye numerosas expresiones jergales. Los rasgos exagerados y caricaturescos que las caracterizan enlazan, sin duda, el ámbito literario con el pictórico del Bosco o de Goya. Aunque esos atributos pueden rastrearse ya en obras anteriores del autor se considera que Luces de Bohemia (1920) es la primera producción considerada específicamente un esperpento.

Fue esta la primera ocasión en la que el diccionario académico acogió en su seno a este gallego tan querido por estos paseos y al que haría nuevo hueco años después mediante el adjetivo valleinclanesco.

Como derivados existen el esperpentismo, modo de expresión artística y literaria que responde a los planteamientos del esperpento, y el adjetivo esperpéntico.

almocatracía.- Según la Academia era un impuesto o derecho que se pagaba antiguamente por los tejidos de lana fabricados y vendidos en el reino. El Diccionario panhispánico del español jurídico —donde, por cierto, la palabra aparece sin tilde: almocatracia— especifica que se trataba de Castilla.

Pertenecía a la Corona, que solía ceder su cobro a particulares como recompensa por sus servicios. Las telas se sellaban como prueba del pago, que se establecía en maravedís tanto para las piezas como para las varas.

Su origen es tan incierto como el del propio nombre. La profesora López Mora explica que son muy escasas las fuentes documentales que puedan respaldar que encontremos este término en los diccionarios. También que siempre se refieren a Jaén, pues parten del privilegio que Enrique II de Castilla concedió para dicha ciudad a Pedro Ruiz de Torres en las Cortes de Toro de 1371. Este es el que aparece citado en el Diccionario histórico de la lengua española (1933) y de él no se puede establecer a ciencia cierta el contenido del tributo, pues nada se dice en él de la lana ni de si los bienes debían ser producidos en el reino o solo vendidos en él.

Corominas dejó escrito que es inútil buscar la etimología sin que se haya averiguado antes su significado. No obstante, en diversas épocas y por diversos autores se han aventurado las árabes almocáddar ‘medida’; almoctarix ‘beneficiado’, ‘obtenido como ganancia’; *mux/qatráṣ, que apunta al lujo; mátrah ‘cojín, colcha, jergón’, a través del bajo latino matracium ‘colcha de lana’; o mustajlas, una serie de impuestos no canónicos sobre ciertos negocios que iban a engrosar la hacienda de los reyes andalusíes.

pelele.- Muñeco de figura humana hecho de paja o trapos como el que se solía poner en los balcones o mantear durante los carnavales.

Figurada y familiarmente se califica también así a una persona simple e inútil a quien, por su falta de voluntad, manejan los demás con facilidad.

Desde su incorporación en el Suplemento a la edición de 1947 el DLE recoge además un tercer sentido: el de traje de punto de una pieza que se pone a los niños para dormir.

Voz tardía, documentada a finales del siglo xviii, Corominas señala que parece de creación expresiva o tal vez de un cruce de lelo con otro vocablo.

En sus acepciones originarias pelele se ha hecho un hueco en el mundo de la creación artística: en su primera acepción dio nombre a un conocido cartón para tapiz pintado por Goya, obra que sirvió de inspiración para la pieza para piano homónima compuesta por Enrique Granados en 1914 y para el texto del mismo título —en español en el original francés— escrito por el dramaturgo Jean-Christophe Bailly en 2003.

En su significado metafórico lo encontramos en la farsa cómica de Carlos Arniches La tragedia del pelele (1935) o en la novela del galo Pierre Louÿs La mujer y el pelele (1898), en la que está basada a su vez la película de Luis Buñuel Ese oscuro objeto del deseo (1977).

El pelele con figura de soldado que en vez de ser manteado se ponía en el ruedo para que el toro se cebase con él era conocido como dominguillo.

La cita de hoy

«Lo único cierto es que no hay nada cierto».              

Plinio el Viejo

El reto de la semana

¿Qué podríamos tomar para reponer fuerzas tras el paseo de hoy, sabiendo que lleva dentro de su nombre, por supuesto de origen incierto, el de una bebida alcohólica con la que podríamos acompañarlo?

(La respuesta, como siempre, en la página ΄Los retos΄)

Un paseo al rojo vivo

09 miércoles Sep 2020

Posted by Sollastre in COLORES, MISCELÁNEA, rojo

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Tras nuestro último recorrido le preguntaron al paseante por su color favorito. La respuesta es fácil: el rojo —o, si nos ponemos poéticos, el roso—, color que el Diccionario de la lengua española define como semejante al de la sangre o al del tomate maduro.

El nombre procede del latín russus, lengua adonde habría llegado desde el protoindoeuropeo reudh, según señala Ana Cermeño, y ha sido tradicionalmente asociado a la pasión y el sexo; a la fuerza; al izquierdismo en política; a la suerte y la felicidad en algunas culturas orientales, en las que las novias suelen casarse vestidas de este color; a lo bueno y lo bello en lugares fríos, como Rusia…

Quiso la sincronicidad —quienes siguen estos paseos saben que no creemos mucho en las casualidades— que unos días después se encontrara quien esto escribe con un artículo titulado Un mundo sin colores rojos, que versaba sobre el científico británico John Dalton (1766-1844) y la enfermedad de la vista a la que dio nombre: el daltonismo, un defecto que impide percibir determinados colores o lleva a confundir algunos de los que se perciben.

Esto le llevó a plantearse cómo sería un diccionario en el que los colores rojos no existieran. Mucho más limitado que el actual, sin duda alguna, pues se cuentan por decenas tanto las palabras que hacen referencia a diversas modalidades, tonos o intensidades de este color como al matiz que introduce en otros. Pasearemos hoy por ellas, modificando por vez primera después de tanto tiempo el esquema de estos paseos.

Acaramelado.- Dorado rojizo como el del caramelo, azúcar fundido y endurecido.

Achiote.- En Guatemala, Honduras y Nicaragua, color bermejo que tiene una pasta utilizada en cocina como colorante y obtenida del árbol del mismo nombre. Este es conocido también como bija, palabra procedente del caribe bija ΄encarnado, rojo΄.

Alazán.- Color más o menos rojo o muy parecido al de la canela.

Almagre.- Color semejante al del almagre, un óxido rojo de hierro. El nombre deriva de almagra, otra forma de llamarlo, voz que encuentra su origen en el árabe andalusí almáğra, y este en el árabe clásico mağ[a]rah ‘tierra roja’.

Amaranto.- Color semejante al de la flor carmesí del amaranto, planta de adorno cultivada en los jardines. Es también conocida como flor de amor.

Arrebol.- Poéticamente es el color rojo, especialmente el de las nubes iluminadas por los rayos del sol o el del rostro.

Azafrán.- Rojo anaranjado semejante al que se saca del estigma del azafrán, planta usada como condimento y en medicina. También se denomina azafranado.

Barroso.- Marrón rojizo o anaranjado, como el del barro.

Bermejo.- Rojo o rojizo. Del latín vermicŭlus ΄gusanillo΄, ΄quermes΄, por emplearse para producir este color. El color que tira a él se denomina bermejizo o bermejón.

Bermellón.- Color semejante al del bermellón, cinabrio reducido a polvo, que toma color rojo vivo.

Brasil.- Rojo semejante al del palo brasil, madera que sirve principalmente para teñir de encarnado. El nombre del brasil, el árbol del que se obtiene, procede de brasa, por el color rojo.

Burdeos.- Rojo oscuro semejante al del vino que se cría en la región de la ciudad francesa homónima.

Buriel.- Rojo, entre negro y leonado. Lo encontramos también con la forma desusada burriel. El color que tira a él recibe los nombres, también en desuso, de aburelado o burielado. De origen incierto, el DLE aventura que quizá proceda del latín vulgar *burius ΄rojizo΄.

Caoba.- Color rojizo como el de la madera de la caoba, caobana o caobo, árbol americano cuya madera es muy apreciada.

Carmesí.- Rojo grana. Del árabe andalusí qarmazí ΄del color del quermes΄, insecto cuya hembra forma las agallitas que dan el color de grana al ser exprimidas.

Carmín.- Rojo encendido. Tomado del francés carmin, probablemente con el mismo origen que carmesí. Según apunta una hipótesis habría llegado al antiguo francés primero como *carme, a través de carmez, palabra usada en León ya en el siglo x. El color que tira a él es el acarminado o carminoso.

Carrubio.- En Venezuela, rojo oscuro, cercano al violáceo. Aparece en el Diccionario de americanismos (2010) con la marca de poco usado.

Cereza.- Rojo oscuro como el de la cereza, el fruto jugoso, dulce y comestible del cerezo. La locución al rojo cereza remite a algo de color rojo oscuro por efecto de la alta temperatura.

Cinzolín.- Violeta rojizo. Del francés zinzolin, a su vez del italiano giuggiolenna ΄sésamo΄, del árabe ğulğulān, por el tinte violeta que se obtiene de esta planta.

Colorado.- Rojo. Derivado del latín colorātus, de colorāre ΄colorar΄, dar color a una cosa o teñirla.

Columbino.- Color semejante al rojo amoratado de algunos granates.

Coral.- Rojo intenso semejante al del coral, el celentéreo cuya masa de naturaleza calcárea se emplea en joyería después de pulimentada.

Corinto.- Rojo oscuro, cercano a violáceo, semejante al de las pasas procedentes de uvas propias de la región griega de Corinto.

Encarnado.- Rojo. Del participio de encarnar. El encarnadino es a su vez el color encarnado bajo, poco vivo.

Escarlata.- Rojo intenso. Del árabe andalusí iškarlát[a], este del griego bizantino sigillâtos ‘tejido de lana o lino adornado con marcas en forma de anillos o círculos’, y este del latín [textum] sigillātum ‘[paño] sellado o marcado’.

Fresa.- Rojo semejante al de la fresa, fruto de la planta del mismo nombre de la familia de las rosáceas.

Fucsia.- Rosa intenso, semejante al de la flor de la fucsia, planta de adorno procedente de América del Sur, así bautizada en honor del médico y botánico alemán Leonhard Fuchs (1501-1566).

Grana.- Rojo semejante al de la grana, la materia colorante que se forma al exprimir la excrecencia o agalla que forma el quermes (ver carmesí).

Granate.- Rojo oscuro semejante al de una de las variedades del granate, una piedra preciosa. Del occitano antiguo o del catalán granat.

Grancé.- Rojo como el que resulta de teñir los paños con la raíz de la planta conocida como rubia o granza. Dicha raíz, una vez seca y pulverizada, sirve para preparar una sustancia colorante muy empleada en tintorería.

Grosella.- Rojo semejante al de una de las variedades de la grosella, el fruto del grosellero, cuyo jugo es medicinal y se emplea en bebidas y en jalea.

Gules.- Color heráldico que en pintura se representa por el rojo vivo. También existe la forma goles.

Herrumbroso.- Amarillo rojizo como el de la herrumbre, óxido del hierro.

Lacre.- Rojo semejante al del lacre, pasta sólida que se emplea derretido para cerrar y sellar cartas y en otros usos análogos. Del portugués lacre, variante de laca, uno de sus componentes principales.

Leonado.- Amarillo rojizo, como el del pelo de un león. También con la forma aleonado.

Magenta.- Rojo oscuro tirando a morado. Llamado así en alusión a la sangre derramada en la batalla de Magenta, 4 de junio de 1859, en la que las tropas sardo-francesas derrotaron al ejército austriaco.

Nogal.- Pardo rojizo, semejante al de la madera del nogal, árbol muy apreciado en ebanistería. El cocimiento de sus hojas se emplea en medicina.

Paco.- En la Argentina, Bolivia y el Perú se denomina así a un color rojizo o bermejo. Una de las cinco palabras homógrafas que recoge el DLE, esta se formó a partir del quechua p΄aqo ΄rojizo΄.

Punzó- Rojo muy vivo. Del francés ponceau ΄amapola silvestre΄, derivado de paon ΄pavo real΄, por comparación de los colores brillantes de la flor con los del ave.

Púrpura.- Rojo oscuro que tira a violeta. Es también uno de los colores heráldicos (ver Un paseo muy colorido).

Rodeno.- Color que tira a rojo. Se usa más referido a la tierra o a las rocas. Encuentra su origen en el latín ravĭdus ‘grisáceo’.

Rojizo.- Color que tira a rojo.

Rosa.- Rojo muy pálido, como el de la rosa común. Al color que tira a él se le llama rosáceo o rosado.

Rosicler.- Poéticamente es un rosa claro y suave, semejante al de la aurora. Del francés rose ΄rosa΄ y clair ΄claro΄.

Rosmarino.- Rojo claro. De roso y marino. Es voz que se encuentra en desuso.

Rubicundo.- Rubio que tira a rojo. Si se dice del pelo, que tira a colorado.

Rubor.- Color encarnado o rojo muy encendido. En el diccionario académico lleva la marca de poco usado.

Rubro.- Rojo. Derivado del latín rubrus, es también poco usado.

Rufo.- Rubio o rojo. No hay que olvidar que hasta 1984 el DLE definía rubio como «de color rojo claro parecido al del oro».

Salmón.- Rojizo o rosado semejante al de la carne del salmón, el pez que remonta los ríos para desovar y cuya carne es muy apreciada. El color que tira a este otro recibe el nombre de asalmonado.

Sepia.- Rojizo claro semejante al de la tinta de la sepia, molusco cefalópodo comestible. Del latín sepĭa, y este del griego sēpía.

Sobermejo.- Bermejo oscuro. Palabra en desuso.

Solferino.- Morado rojizo. Tomado de la sangrienta batalla disputada entre franceses y austriacos el 24 de junio de 1859.

Tinto.- Rojo oscuro. Del latín tinctus, participio de tingĕre ‘teñir’.

La cita de hoy

«Ante la duda, viste de rojo».

Bill Blass.

El reto de la semana

¿Con qué africanos habría sido natural encontrarnos durante nuestro paseo de hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Un paseo muy colorido

21 viernes Ago 2020

Posted by Sollastre in COLORES, MISCELÁNEA

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El Diccionario de la lengua española ofrece como primera acepción de color la de «sensación producida por los rayos luminosos que impresionan los órganos visuales y que depende de la longitud de onda». Una definición que, a juicio del paseante, probablemente se le quedará coja a la mayoría de los usuarios de nuestro idioma.

Porque los colores son en realidad mucho más que eso. Como señala Ana Cermeño en el artículo Colores en las letras, publicado en el último número de Archiletras, revista que desde estos paseos recomendamos gustosa y encarecidamente, están presentes en nuestra vida desde que nacemos y ejercen su influencia sobre los estados de ánimo, los sentimientos e incluso en la manera de razonar y de interpretar el mundo que nos rodea. Y es que, como también recuerda, hasta hablamos con colores, presentes en muchas expresiones y refranes de uso cotidiano.

Pasearemos hoy por cinco de ellos que no son de los que primero se nos vienen a la mente si nos piden que nombremos alguno, en un recorrido que nos llevará a cruzarnos con animales, plantas, minerales… e incluso con una receta de cocina. Confiemos en que nuestra caminata resulte ser de color de rosa y no nos haga mudar de color.

púrpura.- Color rojo oscuro que tira a violeta. Es uno de los cinco colores utilizados en la heráldica, donde es denominado también mixtión y se representa en pintura por el violeta y en grabado por líneas diagonales que van del ángulo superior del dibujo hasta el inferior izquierdo —desde la perspectiva de quien lo mira—.Encuentra su origen en el latín purpŭra, y este en el griego porphýra.

En un principio designaba a un molusco que segrega, en muy pequeña cantidad, una tinta amarillenta que al contacto con el aire se vuelve verde y finalmente pasa a ser de color rojo, rojo violáceo o violado. Después pasó a llamarse así también al propio tinte realizado con ella o con las de otros moluscos parecidos, como el ostro, la cañadilla, el conchil o el múrice. El Diccionario de autoridades (1737) señalaba que el más estimado era el de Tiro por ser perfectamente rojo, mientras que el de otras partes tiraba a violado.

El nombre se extendió a la tela teñida con púrpura que formaba parte de la vestimenta de emperadores, reyes, sumos sacerdotes, cónsules y cardenales a, así como a las propias prendas elaboradas con ella, y, por metonimia, a las respectivas dignidades de quienes las vestían.

Además de estas acepciones se llama así poéticamente a la sangre humana y en medicina a un estado enfermo caracterizado por hemorragias, petequias o equimosis —relacionado, pues, con la sangre—.

Como púrpura de Casio se conoce al oro en polvo finísimo, de color rojo tirando a pardo, que se hace precipitar de las disoluciones de sus sales mediante ciertas sustancias reductoras. Debe su nombre a su descubridor, el médico y alquimista alemán Andreas Cassius hijo (1645-c.1700).

marengo.- O gris marengo. Gris oscuro, cercano al negro. También es una tela de lana tejida con hilos de distintos colores, lo que le da el aspecto de la mezclilla.

Palabra incorporada al diccionario académico a finales del siglo xx —lo hizo en la edición de 1984—, adonde llegó desde el francés marengo, tomado de Marengo, ciudad italiana.

Esta localidad piamontesa fue en 1800 escenario de una batalla en la que Napoleón derrotó a las tropas austriacas, lo que conllevó que estas abandonaran la mayor parte del territorio italiano. Si bien la contienda no dio directamente nombre al color —lo que sí ocurrió, por ejemplo, con las batallas de Magenta o de Solferino—, hay quien lo asocia al del sobretodo de color gris que Bonaparte usaba y puso de moda —como el que luce mientras pasa revista a la Guardia Imperial en el cuadro La batalla de Jena de Horace Vernet —.

Sí se encuentra directamente ligada al combate que tuvo lugar el 14 de junio de 1800 otra acepción de marengo en francés: a la marengo, un plato compuesto por carne (generalmente ternera o pollo) cortada en trozos que se doran en aceite a fuego alto para terminar de cocinar a fuego lento después de agregar cebollas, ajo, tomates champiñones y vino blanco. Receta que el cocinero del entonces Primer Cónsul habría preparado aquel día con pollo y los ingredientes que pudo encontrar en las granjas de los alrededores.

Recoge el DLE también otro marengo, palabra homógrafa proveniente de mar y utilizada en Granada y Málaga con el significado de pescador u hombre de mar.

tabaco.- Si un animal está en el germen del color púrpura, una planta se encuentra en el de este color.

Se trata de una solanácea originaria de América, de fuerte olor y narcótica. Sus hojas, una vez curadas, se fuman o bien, reducidas a polvo —rapé o tabaco rapé—, se aspiran por la nariz.

Da nombre a un marrón semejante al de sus hojas curadas. También se conoce como atabacado. Cuando es claro se denomina habano.

Es un color muy presente en la sastrería taurina, pues es uno de los que se emplean a la hora de confeccionar los trajes de luces. Se asegura que el terno de color tabaco y oro es utilizado por los toreros que han alcanzado la madurez, prácticamente la plenitud. Es vestido —pues también se denomina así— que refleja la entrega y el oficio alcanzados.

Covarrubias (1611) atribuía a esta planta una procedencia fantástica: la habría descubierto el mismo demonio para dársela a sus sacerdotes. Más terrenal, el Diccionario de autoridades (1739) consideraba que tomó su nombre de la provincia donde se criaba o de una isla así llamada de la América Meridional. La edición de 1884 del diccionario académico se limitaba a decir que se trataba de una voz americana; en la de 1899 pasaba a ser una voz caribe; en la de 1992 se dice que su etimología es discutida; la de 2001 sitúa su origen en el árabe clásico tub[b]āq y la de 2014 lo corrobora, añadiendo que, antes del descubrimiento de América, se aplicó a la olivarda —también llamada atabaca y atarraga—, el eupatorio y otras hierbas medicinales que mareaban o adormecían.

azabache.- Tras el animal y el vegetal, turno ahora en este paseo del tercer reino tradicional de la naturaleza: el mineral.

Conocido asimismo como ámbar negro —y antiguamente también como gagate o gagates —, es una variedad de color negro del lignito, el carbón fósil cuya textura es con frecuencia similar a la de la madera de la que procede. Fácil de labrar y de pulimentar, se ha considerado como una piedra semipreciosa y es empleado en joyería y en escultura. La persona que lo trabaja o lo vende es conocido como azabachero.

Es palabra proveniente del árabe andalusí azzabáğ, que a su vez lo hace del árabe clásico sabağ, idioma al que llegó desde el pelvi šabag.

Históricamente podemos encontrar este término también con diversas formas, de las que azabaja y azabaje están recogidas en el DLE.

Como color es un negro intenso y brillante. Se emplea literariamente de manera laudatoria como comparación de cosas muy negras: ojos —«con sus ojazos de azabache». Juan Ramón Jiménez—; pupilas —«la pupila de azabache». Ricardo Güiraldes—; cabello —«el pelo algo desordenado y de azabache». Benito Pérez Galdós—; barba—«la barba de azabache tusada en rizos». Salvador Gonzále,z Anaya—; pestañas —«cabello, pestañas y barbas de azabache rojizo». Miguel Ángel Asturias—; cejas —«por esas cejas de azabache». Juan Ignacio González del Castillo—…

En el Perú este color es también conocido como chivillo

En el mundo de la tauromaquia se denomina azabache al color del pelaje de un toro de lidia que es una variedad del negro con un aspecto aterciopelado y una brillantez especial que produce un reflejo azulado.

cárdeno.- Del latín tardío cardĭnus, derivado de cardus ‘cardo’, por el color de sus flores.

El Diccionario de autoridades (1729) hacía referencia, no etimológica, al lirio y entre 1869 y 1914 el diccionario de la RAE lo citaba en la definición del color. Todavía hoy lirio cárdeno es otra forma de llamar a esta planta herbácea.

Poéticamente es asimismo conocido como livor.

Nombre de un color que nos va a permitir encontrarnos con varios más según avanzamos por él y por las palabras surgidas de este vocablo.

Comencemos por las acepciones que recoge el DLE. La primera es la de sinónimo de amoratado. Si hablamos de un toro, es el de pelaje de tonalidad grisácea formada por la mezcla de pelos blancos y negros sin formar manchas de ninguno de los dos. Y si se hace referencia al agua, la que es de color opalino, es decir, entre blanco y azulado con reflejos irisados.

De cárdeno deriva cardenilla, una uva menuda de color amoratado, y también cardenillo, que en un giro cromático es un color verde claro semejante al del acetato de cobre y también una materia verdosa o azulada que se forma en los objetos de cobre o sus aleaciones.

Por su parte, un cardenal es una mancha amoratada —que también puede ser negruzca o amarillenta— de la piel a consecuencia de un golpe u otra causa. Acardenalarse es salir al cutis manchas de color cárdeno, semejantes a las ocasionadas por golpes.

Finalmente, aunque se encuentra en desuso, se llama cardeña a una piedra preciosa de color cárdeno.

 

La cita de hoy

«Y es que en el mundo traidor

nada es verdad ni mentira:

todo es según el color

del cristal con que se mira».

Ramón de Campoamor.

 

El reto de la semana

Las palabras de hoy nos anuncian un reto muy lúdico. Al fin y al cabo, a lo que venimos aquí es a disfrutar y a jugar con todas, las que están en el diccionario y en ocasiones también con las que no. Así que estoy seguro de no equivocarme si apuesto a que serás capaz, sin necesidad de aplicar un gran celo en ello o de utilizar un punzón para escarbar en estas líneas, de encontrar los cinco colores que se nos han colado aquí.

 

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Un paseo con corazón

15 miércoles Abr 2020

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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Realizaba el otro día el paseante su cotidiano recorrido mañanero –en la doble acepción del término− por la prensa, espacio que en estas semanas encuentra prácticamente monopolizado por las noticias relativas al coronavirus, cuando cayó en un titular que le recordó a un reciente paseo: «Los expertos médicos estudian la conexión entre el coronavirus y el corazón».

Una conexión referente al aspecto físico de ese órgano de nuestro cuerpo y no a ninguno de los sentidos metafóricos que se han ido asociando a él a lo largo de la historia: amor, sensatez, valor, bondad… Hace un par de semanas pudimos recorrer algunos de esos significados de la mano de Diana Orero y su libro Todo cuenta.

Así que como parece que el azar ha puesto esta voz en nuestro camino para que topáramos de nuevo con ella, aprovecharemos, ya que no sufrimos ninguna cardiopatía, para pasear hoy por cinco palabras incluidas en el Diccionario de la lengua española que guardan distintos tipos de conexión con ella. Garbeo que tenemos la corazonada de que resultará de lo más cordial.

hiedra.- Planta de la familia de las araliáceas, con tronco y ramos sarmentosos de los que brotan raicillas que se agarran fuertemente a los cuerpos inmediatos: troncos de árboles, paredes, etc. Las hojas de los ramos superiores tienen forma de corazón. Aunque no es una parásita verdadera, daña y aun ahoga con su espeso follaje a los árboles por los que trepa. Se emplea mucho en parques y jardines para cubrir muros.

Se escribe también con la forma yedra y recibe asimismo los nombres de hiedra arbórea y cazuz.

Documentada por vez primera en nuestra lengua hacia 1295, deriva del latín hedĕra.

La hiedra terrestre es otra planta, una vivaz de la familia de las labiadas, con hojas pecioladas con forma igualmente de corazón. Se ha empleado en medicina como expectorante.

La palabra hiedra aparece en el diccionario además en la definición de otra: tirso, vara adornada con hojas de hiedra y parra y rematada con una piña en la punta que solía llevar como cetro la figura de Baco y se usaba en las fiestas dedicadas a este dios.

Los seguidores de estos paseos que ya tengan una edad recordarán sin duda que La hiedra era el título de una canción italiana –L’edera en su idioma original−que el grupo mexicano-puertorriqueño Los Panchos popularizó en nuestro idioma. Para quien quiera escucharla dejamos aquí el enlace a la versión que hizo Paloma San Basilio, más fiel a la letra original.

récord.- Marca, el mejor resultado técnico homologado en el ejercicio de un deporte hasta el momento de que se trata. Por extensión se aplica también al resultado máximo o mínimo en otras actividades. Se utiliza frecuentemente en aposición: tiempo récord.

La Academia nos dice que procede del inglés record, que a su vez lo hace, a través del francés antiguo recorder, del latín recordor, recordari, que literalmente significa «volver a pasar por el corazón», cor en latín, como lugar metafórico en que reside la memoria.

Como verbo record en inglés significa ‘grabar’, ‘registrar’ y como sustantivo ‘documento’, ‘relación’, ‘archivo’. De ahí que en algunos países hispanohablantes se llame récord al historial, expediente u hoja de servicios que detalla una trayectoria vital, profesional, académica o de otro tipo. A su vez, el récord policial es el certificado de antecedentes penales en Ecuador –conocido simplemente como record, en la forma inglesa, también en Bolivia y Puerto Rico −y el récord policivo, otra manera de decir policial, es en este último país tanto el expediente de un delincuente como un conjunto de documentos oficiales clasificados y protegidos.

Sin salirnos de ese mundo, en Ecuador y en la República Dominicana un récor es un expediente policial

La locución off the record, utilizada internacionalmente, en particular en el mundo del periodismo, para designar una información confidencial que no debe divulgarse no ha encontrado su lugar en el DLE, pero sí aparecía en las ediciones de 1984 y 1989 del Diccionario manual, editado también por la Academia y concebido como resumen y, a la vez, suplemento del entonces conocido como DRAE.

aurícula.- Cavidad del corazón que recibe la sangre de los vasos sanguíneos, cuyo número varía según los animales. El ser humano tiene dos.

Del latín auricŭla cordis. Cordis hace referencia al corazón, mientras que auricŭla es un diminutivo de auris ‘oreja’. De ahí que antiguamente fuera llamada oreja del corazón. Según el Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico en línea de la Universidad de Salamanca esta metáfora se encuentra ya en griego desde Hipócrates, en el siglo v a. C.

También es conocida como ala del corazón, que era el nombre al que remitía la palabra aurícula en el diccionario de la RAE hasta la edición de 1869.

No debe confundirse con alas del corazón, en plural, que significa ánimo, valor, brío. Antiguamente caerse las alas del corazón era, metafóricamente, desmayar, faltar el ánimo o la constancia en algún contratiempo o adversidad.

El adjetivo auricular hace referencia a lo perteneciente o relativo a las aurículas −existe otro, homógrafo, que tiene que ver con la oreja−, mientras que auroventricular lo hace a lo que es común a la aurícula y el ventrículo, nombre de cada una de las dos cavidades inferiores del corazón.

Aurícula tiene también la acepción, en botánica, de prolongación de la parte inferior del limbo –la parte ensanchada− de las hojas.

lechuza.- Ave rapaz nocturna, con plumaje muy suave, cabeza redonda, pico corto y encorvado, ojos grandes, y cara redonda, plana y blanca en forma de corazón.

También se la conoce como bruja, coruja, curuja, estrige y oliva.

El DLE no ofrece su etimología. Sí lo hace Corominas, que tras recordar la forma antigua nechuza, aventura que probablemente procedan de *nochuza, derivado despectivo de *nochua, procedente del latín nŏctŭa ‘lechuza’. Nechuza se habría alterado por influjo de la superstición antigua de que la lechuza gustaba de echarse sobre los niños de teta como si los amamantara.

Ave inmersa desde antiguo en creencias y supersticiones, abonadas por su condición nocturna –noche, oscuridad, muerte y fuerzas del mal han estado siempre vinculados en el imaginario popular, como nos recuerda Pilar García Mouton−, el Diccionario de autoridades (1734) aseguraba que «Díxose quasi Lecytusa del nombre Griego Lecytus, que significa Azeitera, porque se bebe el azéite de las lámparas».

En el sistema jeroglífico egipcio simbolizaba precisamente la muerte, la noche, el frío y la pasividad.

Cruzando una vez más el charco en este paseo, en Argentina se llama lechuza a una persona que supuestamente es portadora de mala suerte; en Bolivia, a la prostituta que generalmente trabaja de noche; en Uruguay es alguien aficionado al fisgoneo y en Panamá un coche fúnebre.

En la República Dominicana creer en huevos de lechuza es tener por cierto o posible algo que es ficticio o producto de la imaginación.

zuro.- El corazón o raspa de la mazorca de maíz después de desgranada.

El Diccionario de la lengua española no ofrece actualmente la etimología de esta palabra. En la edición de 1899 la hacía derivar del árabe dura ‘panizo’ –una planta originaria de Oriente−; en la de 1914 indica que tenía el mismo origen que zara –otra forma de llamar al maíz, voz que se suprimió en el lexicón académico en 1992–: el también árabe dzora, en línea con lo sostenido por el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada y correspondiente de la RAE Leopoldo de Eguilaz en su Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental (1886). Posteriormente desapareció toda referencia a su posible origen.

Este corazón de la mazorca de maíz es llamado también de otras maneras, de las que el DLE recoge las siguientes:

En España, raspa. Tuco, voz de origen onomatopéyico, en Asturias.

En el español de América encontramos en Chile, la Argentina y el Perú coronta, del quechua ‘korónta o qurunta ‘zuro de maíz’; también en estos dos últimos, además del Paraguay, Bolivia y el Uruguay, marlo; olote, del náhuatl olotl ‘corazón’, en México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica; y en Panamá, Cuba, República Dominicana, Colombia, Venezuela, Ecuador, el Perú y Bolivia, tusa, apócope del náhuatl tocizuatl ‘hojas de maíz verde’, según el Diccionario de americanismos.

En Albacete, Andalucía y Murcia zuro tiene también el significado de corcho de árbol.

 

El dicho de hoy

«Sursum corda».

En latín significa «arriba los corazones». Es, pues, una expresión para infundir ánimo. Pero no es con ese sentido con el que se ha incorporado a nuestra lengua. Cuando la misa se celebraba en latín esas palabras –equivalentes a «levantemos el corazón»− eran pronunciadas por el oficiante en el prefacio mientras levantaba los brazos y los fieles se ponían en pie. Como quiera que la mayoría de los fieles no entendía ya el latín, al ver la postura que el sacerdote adoptaba creían que estaba invocando a alguien importante y que por eso debían levantarse. De ahí que sursuncorda, en una sola palabra, haya llegado a formar parte del castellano con el significado de supuesto personaje anónimo de mucha importancia.

 

El reto de la semana

La de hoy es para nota y nunca mejor dicho. ¿Qué palabra relacionada con el corazón encontramos en el diccionario que nos hace pensar al momento en Richard Wagner?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Un paseo junto a la cursería

11 viernes Ago 2017

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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cascabel, charol, culotar, cursería, cursi, felpa

Se cruzaba el paseante hace unos días, leyendo un artículo con motivo del aniversario del fallecimiento de Francisco Umbral, con una palabra que siempre llama su atención: cursi, como calificaba el autor del mismo algunos de los momentos escritos por el conmemorado. Y tratando de recordar dónde la había leído hace ya algún tiempo, recordó una entrevista con Félix de Azúa quien, en vísperas de su recepción en la RAE, denominaba así a un joven político acostumbrado, sin duda a recibir -y proferir- denuestos más estrepitosos aunque difícilmente más demoledores.

Porque cursi es uno de esos epítetos que por su grado de inconcreción pueden alcanzar un gran rango de matices, ninguno de ellos ciertamente favorable, y que no pareciendo especialmente ofensivo en comparación de otros insultos de más grueso calibre guarda en su interior una profunda carga de desprecio.

Ese reencuentro con la palabra, y el hecho de que su desconocido origen la conecte directamente con nuestro último paseo, animaron al paseante a releer La filocalia o arte de distinguir a los cursis de los que no lo son, seguido de un proyecto de bases para la formación de una hermandad o club con que se remedie dicha plaga (1868), un divertido opúsculo escrito, con Santiago de Liniers, por el político y miembro también de la RAE Francisco Silvela, obra de la que extraemos las cinco palabras, seis en realidad si incluimos la cursería -sinónimo de cursilería- del título, por las que pasearemos hoy.

cursi.- Comenzamos, no podía ser hoy de otra manera, con este vocablo que se predica de la persona que, pretendiendo resultar fina y distinguida, ofrece en realidad una imagen afectada y ridícula. Referido a alguna cosa, señala aquello que, bajo una apariencia de riqueza o elegancia, resulta pretencioso, relamido, de mal gusto. Los límites de su alcance resultan difusos, dependiendo en gran medida de la intención que guía a quien lo emplea. Documentado por vez primera en 1865, la Academia califica con acierto su origen como ‘discutido’, al ser numerosas las teorías referidas al mismo, que abarcan desde procedencias del gitano, el árabe marroquí –kúrsi ‘silla’, de donde pasaría a ‘cátedra’; de ahí a ‘sabio’ y de este a ‘personaje principal, figurón’- o el inglés –coarse ‘ordinario, tosco’- hasta la introducción en nuestro país de la letra cursiva, pasando por la isla de Córcega; una familia gaditana de apellido Sicur – por metátesis-; en el mismo Cádiz, unas damiselas huérfanas y adineradas llamadas Tessi y Curt; don Reticursio, personaje teatral que vestía de forma harto extravagante y pretenciosa…

charol.- Del portugués charão ‘laca’, que lo tomó del chino chat liao, compuesto del chino dialectal chat ‘barniz’ y liao ‘tinta’, ‘óleo’. Barniz celulósico muy flexible y lustroso que se adhiere perfectamente al material sobre el que se aplica. Muy empleado en calzado, se denomina también así al cuero cubierto con este material. De esta voz derivan charolar y acharolar ‘barnizar algo con charol u otro líquido equivalente’, cuyos participios han generado los adjetivos charolado ‘que tiene lustre’ y acharolado ‘semejante al charol’ respectivamente. A su vez, charolista es la persona cuyo oficio consiste en charolar. En algunos países americanos se denomina charol -o charola– a la bandeja; en Cuba se llama también  así popularmente a una persona de piel muy negra y en México es un deslumbramiento en una videograbación. Si atendemos a su empleo en locuciones, en España darse charol significa darse importancia, alabarse, mientras que en México, se dice dar el charolazo a presentar una credencial oficial para lograr un beneficio ilícito o eludir la responsabilidad por alguna infracción cometida.

felpa.- Tejido semejante al terciopelo, que puede ser de seda, lana, algodón o cualquier otra fibra, pero de pelo más largo -el DLE recoge la felpa larga, que tiene el pelo largo como de medio dedo-. Coloquialmente sirve también para referirse a una reprensión áspera, un rapapolvo, o bien a una tunda de golpes -en este caso el Diccionario de autoridades (1732) hablaba de felpa rabona-. En distintas partes de América adquiere también significados tan variados como una derrota amplia infligida en una competición deportiva o una disputa; un útil para escribir o dibujar provisto de una carga de tinta y punta de fibra; un cojín de tela muy fina o la marihuana. Palabra también de origen incierto, Covarrubias conjeturaba que se llamó así, casi filelpa, por estar tejida de cabos de hilos. Corominas señala que es común con el catalán, el portugués y el italiano y la relaciona con el occitano feupo ‘hilachas’ y el francés antiguo y dialectal feupe ‘harapo’. Indica asimismo que este vocablo aparece por vez primera en Inglaterra ya en el siglo XII en sus dos variantes, pelf (pilfer) y felpe y que quizá sea una antigua voz germánica.

cascabel.- Bola de metal hueca, normalmente de pequeño tamaño, con una ranura o unos orificios y una asita para colgarla, que lleva en su interior una pieza metálica que produce un tintineo al chocar con las paredes de la bola. También se llama así al remate  posterior de algunos cañones antiguos de artillería. Documentada desde el siglo XII, procede del occitano cascavel -en esta forma la podemos encontrar en el Cantar de Mio Cid-, diminutivo del latín vulgar cascabus, variante del latín caccăbus ‘olla’, que ya se utilizó en la Antigüedad para designar de forma figurada un cencerro. Entre las varias locuciones en las que encontramos esta palabra tal vez la más conocida sea la de poner el cascabel al gato, que tiene el sentido de atreverse, entre varios interesados, a realizar la parte más embarazosa o difícil de una acción. Proviene de una antigua fábula escrita en el siglo XIII por el monje inglés Odo de Cheriton -aunque el origen podría ser anterior, pues se inspiraba en escritores clásicos como Esopo-, popularizada en nuestro idioma por Félix María de Samaniego bajo el título de El congreso de los ratones.

culotar.- Ennegrecer una pipa o boquilla -sobre todo las de espuma de mar- con el humo al usarlas. Préstamo léxico del francés culotter, que en un principio hacía referencia a recubrir el interior de la cazoleta de la pipa, a fuerza de uso, de una capa producida por el propio residuo del tabaco, que permite posteriormente a este liberar todo su aroma durante la combustión y pasó a emplearse por analogía -documentado ya con este sentido en 1823- como ese ennegrecer, dar una pátina oscura. Este galicismo no aparece recogido en el DLE, aunque sí en diccionarios de uso como el Moliner o en compilaciones de léxico extremeño o andaluz, pudiendo espigarse -también con el significado, como lo emplea Arniches, de ahogar con el humo del tabaco- además en obras de Pérez Galdós, Tomás Luceño, José María de Pereda, su íntimo amigo Eduardo Bustillo, Alejandro Pérez Lugín, o Zunzunegui, tanto en esta forma como en la de aculotar. En su satírico Libro de los elogios (1911), el periodista y dramaturgo Antonio Palomero bautiza como boquillicultura al arte o ciencia de culotar una boquilla.

 

La cita de hoy

“La palabra cursi constituye una gloria exclusiva de nuestro léxico”.

Julio Camba

 

El reto de la semana

¿Con qué “pariente” suramericano de nuestro cursi de hoy, y sobre cuya condición ya paseamos en su momento, nos resultaría lógico habernos encontrado en nuestro paseo?

(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

Un paseo de orígenes inciertos

31 lunes Jul 2017

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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bagasa, corchapín, escorchapín, gabasa, lancha, lastra, mochuelo, piornal, piorneda, piorno

Un periodo convalecencia como el que recientemente tuvo ocasión de “disfrutar” el paseante puede llevarle a uno a tal sensación de hastío ante la forzada inactividad que le dé incluso por  ponerse al día ordenando todo aquello que tanto tiempo llevaba procrastinando.

Labor esta que incluye a todos esos objetos, normalmente de pequeño tamaño, que hemos ido colocando por ahí en nuestra casa, sin saber muy bien cuál sería su destino y que, en consecuencia, han acabado por perpetuarse allí donde cayeron en su momento. Y solemos postergar tanto esta labor de ordenación -al fin y al cabo han acabado por formar parte del paisaje hogareño- que cuando nos ponemos manos a la obra encontramos que de algunos de ellos no logramos recordar con plena seguridad su procedencia e incluso es posible que de otros ni siquiera tengamos la más remota noción de la misma o de cuándo llegaron hasta nosotros.

Este desconocimiento sobre el origen afecta también, a pesar de los avances de la etimología, a muchos vocablos en cualquier idioma. Así pues, pasearemos hoy, con un guiño especial a nuestra amiga Montse, tan amante ella también de las palabras y cuyo cumpleaños ha celebrado este mes que ahora termina, por cinco, e incluso alguna más, de esas palabras que el Diccionario de la lengua española señala con la marca ‘de origen incierto’.

lastra.- Piedra normalmente plana, naturalmente lisa, de poco grosor y usualmente de tamaño más bien grande. Es sinónimo de lancha, a cuya definición remite el Diccionario académico y que es otro término cuyo origen resulta también incierto.  En la edición de 1899 el DLE indicaba que procedía del italiano lastra, y este del griego lístros o laístros ‘piedra plana’; en la de 1914 desaparece la referencia a este último idioma, manteniéndose tan solo el origen itálico; en 1984 asegura que se trata de una ‘voz prerromana, como el italiano lastra’, decidiéndose a partir de 1992 por la incertidumbre que continúa apareciendo en la última edición. Durante muchos años la ciudad de Salamanca protagonizó una curiosa anécdota relativa a esta palabra, pues albergó en su callejero una vía dedicada a alguien que jamás existió: Adela Lastra. La calle se llamaba en realidad Arroyo de la Lastra. En algún momento debió acortarse a A. de la Lastra y en otro posterior alguien, sin percatarse del punto, debió interpretarlo como el nombre del inexistente personaje, bautizándola así.

piorno.- Forma en que se conoce comúnmente a la genista purgans y que se aplica también a diversos arbustos. El DLE cita expresamente dos de ellos, de la familia de las papilionáceas: el codeso y la gayomba -cuya ascendencia también califica de incierta-. Moliner apunta que quizá proceda del latín vibūrnum, pues es nombre que también se ha aplicado al arbusto llamado viburno. Este es el origen que le atribuyó el DLE en 1884, cambiando a viburnus a partir de la edición de 1956. En la de 1992 le adjudicó ya la marca ‘de origen incierto’. En su Contribución al vocabulario del bable occidental (1957) el filólogo y bibliotecario Lorenzo Rodríguez-Castellano, que lo define como ‘una especie de retama’ asegura que un cocimiento de la variedad genista saxatalis solía emplearse para matar las pulgas y los piojos de los animales. De esta voz derivan piornal y piorneda para referirse a lugares poblados por piornos y en la toponimia española encontramos localidades con nombres como Piornos, Piornedo o Piornal. En algunos lugares piorno es también una forma de denominar al hórreo.

mochuelo.- Ave rapaz nocturna, parecida al búho aunque de tamaño algo menor. El pájaro de Minerva de las monedas antiguas, símbolo de la sabiduría, tradicionalmente se ha interpretado supersticiosamente su canto como una llamada lúgubre. El Diccionario de autoridades (1734) afirmaba que ‘tiene la voz tan triste, que atemoriza con ella, y causa un efecto frío y rígido’. En el léxico del mundo de la imprenta designa a una omisión en el texto producida al componerse este. Asimismo, se usa coloquialmente para referirse a algo, como una obligación, un asunto o un encargo fastidioso, de lo que nadie quiere hacerse cargo -y de ahí que se hayan acuñado expresiones como ‘cargar con el mochuelo’, ‘echarle [a alguien] el mochuelo encima’ o ‘quitarse el mochuelo de encima’-. A su vez, ‘cada mochuelo a su olivo’ se emplea para señalar que ya es hora de recogerse o para dar fin a una reunión, retornando cada uno a su hogar o lugar de procedencia. Según alguna versión esta expresión trae su origen de que al parecer los mochuelos acechan a sus presas al caer la noche apostados en las ramas de los olivos.

bagasa.-. Forma poco usada de referirse a una prostituta, es voz sobre la que se ha especulado mucho. Covarrubias (1611) exponía ya varios posibles orígenes: según algunos, se llamó así, casi vagasa, ‘porque anda vagando por el mundo sin tener casi dueño’; otros apuntaban a una ascendencia hebrea, de bagadsa, derivada del verbo bagad ‘mentir, engañar’; a su vez, el franciscano Diego de Guadix, autor a finales del siglo XVI de la Recopilación de algunos nombres arábigos, asegura que procede del árabe bagax ‘engaño’. La edición de 1884 del DLE, por su parte, escribía entre interrogaciones un posible origen en el también árabe báguiza ‘deshonesta’; en 1899 lo sitúa en bagazo, en su significado de residuo que queda de algo después de prensarse para extraer el licor o zumo; el Diccionario histórico (1936) apuesta por el francés bagasse -que a su vez vendría del provenzal bagassa ‘mujer de mala vida’-; entre 1956 y 1992 se vuelve a la posible etimología árabe, ahora en la forma baggāza ‘mujer libertina’. El DLE recoge también la forma gabasa, generada por metátesis.

escorchapín.- Antiguo barco de vela, de más de cien toneladas y con aparejo latino, que en ocasiones hacía las veces de las galera. Muy frecuente en el Mediterráneo a partir del siglo XIV,  servía para transportar soldados, caballerías y las provisiones para su sustento. Aunque la RAE atribuyó durante casi un siglo su origen al italiano scorciapino, parece razonable pensar que a ese idioma habría llegado desde el catalán: así, F. Corazziano, en su Vocabolario nautico italiano (1906) indica como única referencia que este tipo de barco aparece citado en la Crónica de Muntaner, obra que redactó en el siglo XIV el escritor de la Corona de Aragón Ramón Muntaner. Por otra parte, una Real Cédula de 1539 -como refleja Fernández Duro en A la mar madera (1880)- señalaba ya que esos barcos ‘se usaban en la costa desde Alicante a Colibre’ -el machadiano Colliure-. Corominas sostiene que también al castellano llegó desde el catalán escorxapí, compuesto del catalán vulgar escorxa, de escorça ‘corteza’ y pi ‘pino’. El Diccionario académico incluye asimismo desde 1925 la forma corchapín.

 La cita de hoy

“…y temo mucho le suceda lo que á mí, que por irme en pos de las etimologías despreciaba las palabras de orígen incierto, sin reflexionar que el número de aumentar el número de aquellas, es empezar por estas; y que siendo imposible averiguar las raíces de todas las palabras de una lengua, el mejor etomologicon debe admitir las de orígen congetural, y aun las de orígen incierto, dejando á la posteridad su determinacion ó averiguacion.”

 Gaspar Melchor de Jovellanos

 

El reto de la semana

¿Con qué nos podemos regalar al finalizar nuestro paseo de hoy, acompañando a un buen trago de vino bebido en cachu, teniendo en cuenta que su origen es también incierto?

(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

Paseando por los inicios de 2017

12 jueves Ene 2017

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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coitus interruptus, desacantonamiento, espectrofotómetro, imprimátur, liechtensteiniano, portacontenedores, portahelicópteros

enero-2017

‘Año nuevo, vida nueva’, asegura el dicho popular, como si el cambio de fechas significara realmente el final de algo y el comienzo de otra cosa y resultara, por tanto, momento más propicio que otro para marcarnos metas y objetivos que, no nos engañemos, difícilmente llevaremos a cabo y quedarán arrumbados a la vuelta de pocas semanas. Lo cual no obsta para que estos días escuchemos a nuestro alrededor los buenos propósitos de quienes aspiran a ser mejores versiones de sí mismos en este neonato 2017.

Un año que si en lo que se refiere a nuestras letras alberga aniversarios como el centenario de escritores de la talla de José Luis Sampedro, Augusto Roa Bastos y Juan Rulfo, el bicentenario de José Zorrilla y Ramón de Campoamor o el cincuentenario de la muerte de Azorín y de la publicación de la obra de García Márquez Cien años de soledad, recordará asimismo los quinientos años del inicio de la reforma protestante; los cien de la revolución soviética; los setenta y cinco del estreno de Casablanca -una de las películas favoritas del paseante- o los cincuenta de la guerra de los Seis Días, la muerte del ‘Che’ Guevara o la tragedia del Apollo I.

Por nuestra parte, continuaremos practicando hábitos tan mentalmente saludables como estos paseos y, desafiando esa creencia tan italiana que hace extensible la misma mala suerte que acarrea el 13 al número 17, lo haremos hoy por cinco palabras -y alguna más de propina- recogidas en el Diccionario académico que constan precisamente de ese número de letras. ¡Feliz 2017!

liechtensteiniano.- Comenzamos con un término que muy bien podría decidir un concurso de dictado o de deletreo de palabras. Es el gentilicio de los naturales de Liechtenstein y se aplica también a lo perteneciente o relativo a ese minúsculo -apenas 160 kilómetros cuadrados- estado europeo situado entre Suiza y Austria. Curiosamente, fue la dinastía regente, una de las familias nobles alemanas más poderosas, la que dio nombre al Principado cuando en 1719 el emperador Carlos VI , quien fue pretendiente al trono de España, creó el nuevo principado de Liechtenstein -curiosamente, el único estado todavía existente del Sacro Imperio Romano Germánico- uniendo el señorío de Schellenberg y el condado de Vaduz, llamado así en honor de su súbdito el príncipe Antonio Florián de Liechtenstein, cuya familia era la dueña de dichos territorios. El apellido provendría de la unión de las palabras alemanas licht ‘luz’ y stein ‘piedra’.

portahelicópteros.- Buque destinado al transporte de helicópteros, desde el que pueden a su vez despegar y en el que pueden aterrizar.  El nombre de esta aeronave que, a diferencia del avión, puede elevarse y descender de manera vertical, está compuesto por los elementos compositivos de origen griego helico- ‘espiral’ y ptero- ‘ala’. En estrecha relación con nuestro término, aunque un poco más cortos encontramos también en el Diccionario académico portaaeronaves o portaeronaves, incluida como la anterior en la última edición y portaaviones o portaviones, presente desde 1956.  Ciñéndonos al objeto de nuestro paseo, el DLE recoge otro tipo de barco de carga también con 17 letras: portacontenedores, del que también admite la forma portacontenedor e incorporado igualmente en 2014, que es el destinado al transporte de este tipo de embalajes metálicos, normalizados internacionalmente.

desacantonamiento.- Recogida por el Diccionario académico, al igual que la palabra que viene a continuación, en la decimonovena edición (1970), la última, por cierto, que incluyó refranes en las entradas Voz militar que designa la acción y efecto de desacantonar, es decir, sacar las tropas de los cantones o acantonamientos. Hemos de acudir a la definición de acantonar para descubrir que consiste en distribuir y alojar las tropas en una o varias poblaciones en grupos dispuestos para el servicio. Cantón deriva de canto, extremidad, esquina, lado, punta de algo, que a su vez lo hace del latín cantus ‘llanta de metal de una rueda’, voz de origen celta. Corominas señala que es rara y que no apareció hasta el principio de la Era Cristiana. En castellano se documenta por vez primera en los Milagros de Nuestra Señora (hacia 1260) la principal obra de Gonzalo de Berceo, uno de los máximos representantes del mester de clerecía.

espectrofotómetro.- Aparato empleado en espectrofotometría, el procedimiento de análisis utilizado para medir la cantidad de luz absorbida por una sustancia con respecto a una longitud de onda determinada. Calificado por el nobel de Química (1984) Bruce Merrifield como el “instrumento probablemente más importante jamás desarrollado para favorecer el avance de la biociencia”, fue creado en la década de los 40 del siglo pasado.  Formado por la unión de espectro -del latín spectrum-, en su sentido de ‘distribución de la intensidad de una radiación en función de una magnitud característica’, y también dos elementos compositivos de procedencia griega foto-, de phōto y este de la raíz de phôs, phōtós ‘luz’ y metro- ‘medida’, derivado de métron. En el DLE aparece con las marcas lexicográficas ‘Química’ y ‘Fisica’, que sustituyó a partir de la edición de 1992 a la de ‘Óptica’, con la que había figurado desde su incorporación en 1970.

anticoncepcionismo.- Presente en el DLE desde 1970, es tanto un sinónimo -al igual que contracepción, voz que llegó al castellano procedente del inglés- de anticoncepción, la acción y efecto de concebir vida en el interior de la mujer, como la doctrina que defiende el empleo de prácticas para lograrlo. Concepción encuentra su origen etimológico en el latín conceptio, -ōnis, derivado de concipěre ‘contener’, ‘concebir’. A modo de curiosidad podemos recordar que en la edición de 1983 del Diccionario manual aparecía la forma anticonceptismo, lo que fue considerado una errata, subsanada ya en el publicado en 1989. Por otra parte, también con diecisiete letras encontramos en el Diccionario de la RAE una locución latina directamente relacionada con esta palabra: coitus interruptus ‘coito interrumpido’ que es como se denomina a un método anticonceptivo consistente en la interrupción de la cópula sexual antes de que culmine.

 La cita de hoy

“¿Dónde se mete / la chica del 17? /¿De dónde saca / pa’ tanto como destaca?”

 Narciso Fernández Boixader y Juan D. Vila

 

El reto de la semana

Sin salirnos de las diecisiete letras de hoy, ¿qué problema habremos sufrido para no podernos dar hoy nuestro habitual ‘homenaje’ tras cada paseo?

(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

Un paseo selénico

17 jueves Nov 2016

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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epacta, menisco, neomenia, partesana, selenio, superluna

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Esta semana nos permitió asistir a uno de esos acontecimientos calificados como excepcionales que al final confirman el viejo dicho de ‘mucho ruido y pocas nueces’. Porque así resultó con la llamada superluna -término, por cierto, que no es astronómico, sino  que fue acuñado por un astrólogo: el estadounidense Richard Nolle-, la más grande en décadas, ampliamente publicitada por los medios de comunicación y que, en definitiva, no solo no trajo consigo ninguno de los desastres naturales supuestamente vinculados a ella sino que resultó prácticamente imperceptible para la gran mayoría de los mortales.

Y eso que nuestro satélite natural no necesita precisamente de maniobras de marketing, pues, además de su influencia directa sobre la Tierra -como en su influjo sobre las mareas o los ritmos fisiológicos humanos-  desde la más remota antigüedad ha jugado un papel determinante en numerosas culturas, bien en los aspectos más prosaicos de las mismas, constituyendo la base del propio calendario, por ejemplo, bien en los más simbólicos: diosas lunares, como Ishtar; conexión con mitos como el de la resurrección; la representación alquímica del principio volátil y femenino…

Así pues, no nos quedemos hoy a la luna de Valencia y, sin temor a ser calificados de lunáticos, dediquemos un paseo nocturno a cinco palabras que, de alguna u otra manera aparecen vinculadas con este cuerpo celeste que nos ofrece siempre la misma cara y que, como vimos en su momento en nuestro paseo marceño, tanta importancia tenía para los cuartodecimanos -término, por cierto, que la última edición ha excluido del DLE-.

selenio.-. Elemento químico presente en la tabla periódica cuyo símbolo es Se y 34  su número atómico. Insoluble  en agua y alcohol, posee propiedades semiconductoras, por lo que se emplea en la fabricación de equipos electrónicos. En su forma roja -también las hay negra y gris- se emplea para dar color al vidrio, esmaltes y cerámica. Fue descubierto en 1817 por el sueco Jöns Jacob Berzelius, uno de los fundadores de la química moderna. El nombre procede del latín científico selenium y este del griego selḗnē  ‘la Luna’. De esta voz deriva seleniuro, que es como se denomina al cuerpo que resulta cuando se combina con un radical -grupo de átomos no saturado que funciona como uno solo en un compuesto químico- .

neomenia.- Presente en el Diccionario de autoridades (1734) -y recogida ya por Covarrubias en 1611-, recuperamos este término para nuestro paseo de hoy tras su eliminación en la última edición del DLE. Del latín neomenia y este del griego neomenia ‘luna nueva’. Primer día del mes lunar. En plural designaba a las fiestas que en dicho día celebraban diversos pueblos en la antigüedad: Grecia, donde esa jornada era calificada, en palabras de Plutarco, como el ‘más sagrado de los días; Egipto, donde consistían principalmente en conducir con pompa al animal sagrado al que era referente el mes, Judea -Gabriel Miró escribía en Figuras de la Pasión del Señor que “Israel proclamaba con hogueras en todas sus cumbres la neomenia de la Pascua, o principio de la luna de Nisán”.

menisco.- Derivado del griego mēnískos ‘media luna’, diminutivo de mḗnē ‘luna’. Tres son los significados que recoge el DLE: en óptica, designa a un disco de vidrio cóncavo por una cara y convexo por la otra; en física, a la superficie libre de un líquido contenido en un tubo estrecho, que, debido a la tensión superficial, puede ser cóncava -si moja las paredes del tubo- o convexa -si no lo hace- según la naturaleza de dicho líquido; y, en anatomía, es el nombre que recibe el fibrocartílago de forma semilunar que es parte de la articulación de la rodilla, facilitando su juego y adaptando sus superficies óseas. Curiosamente este último sentido, que fue el que más tarde se incorporó al Diccionario académico –no lo hizo hasta la edición de 1956- es el que aparece como primera acepción desde la última.

partesana.- Un tipo de arma ofensiva, del estilo de la alabarda, cuyo extremo metálico es muy grande y ancho, cortante por ambos lados y adornado en su parte inferior en forma de media luna. Fue en tiempos insignia de los cabos de escuadra de infantería. En el oeste de Honduras se llama así a una variedad de mango corto que se emplea en algunos bailes coloniales, mientras que en El Salvador da nombre a una danza del municipio de Santiago Nonualco. Documentada ya en nuestra lengua a finales del siglo XVI, procede del italiano partigiana ‘partidaria’ y Corominas apunta a que probablemente fuera en un inicio arma de una milicia de partido -el italiano antiguo partigiani hacía referencia a los güelfos– o de una tropa ligera de guerrilleros.

epacta.- Del plural latino tardío epactae y este del griego epaktaí hemerai ‘días intercalados, añadidos’, de epaktós, adjetivo verbal derivado de epágein ‘traer, introducir’ y este a su vez de ágein ‘conducir’. Se trata del número de días en que el año solar excede al lunar común de doce lunaciones o el número de días que la luna de diciembre tiene el primero de enero, contados desde el último novilunio. Se utiliza para el cálculo de la fecha de la Pascua. Tiene también el significado de añalejo –que procede de añal ‘anual’, del latín annālis-, un librito, especie de calendario para los eclesiásticos, que recoge el orden y el rito de los rezos y el oficio divino para cada día del año. Es llamado también epactilla.

La cita de hoy

“Luna llena, invisibles son los hilos que manejas”.

Víctor Manuel

 

El reto de la semana

¿La noche de qué día será lógicamente la más apropiada para nuestro paseo de hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

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