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Archivos mensuales: octubre 2016

Paseando con ‘El Ermitaño’

27 jueves Oct 2016

Posted by Sollastre in GASTRONOMÍA

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El Ermitaño, ermitaño, hortensia, mesón, perifollo, tartar

ermitano

Saben quienes siguen el devenir de este blog -merced a las entradas surgidas por sus visitas a Viridiana, Annua, En la Parra, La Tasquería o Tapas 3.0, por ejemplo- que hace ya mucho tiempo que el paseante descubrió que gozar de una experiencia de deleite gastronómico no se limita a disfrutar de los platos que nos sirven -o cocinamos-, sino que engloba unos cuantos factores más.

Volvió a comprobarlo esta semana cuando tuvo ocasión de conocer El Ermitaño.  Situado en una antigua casa señorial que perteneciera en sus tiempos a los marqueses de los Salados, las dos almas de la casa -el ‘cocinero bicéfalo’ como gustan decirse-, los hermanos Pedro Mario y Óscar Manuel Pérez han conseguido convertir este restaurante benaventano en un auténtico referente de la gastronomía castellana y leonesa basándose en tres pilares que repiten como un mantra: una materia prima excepcional -los productos agroalimentarios que ofrece esta tierra-; las nuevas técnicas en la cocina -autodidactas, saben bien de la importancia del conocimiento-; y el sentimiento, la emoción que quieren -y logran- transmitir con su trabajo. Todo ello sin perder su identidad ni olvidar ese recetario tradicional al que van dando ‘vueltas de tuerca’ para lograr una evolución en sus platos que les ha llevado al reconocimiento general del que gozan.

Pasearemos hoy por cinco palabras relacionadas -como es costumbre aquí, desde muy diversos ángulos- con este lugar, con esa cena, con ese momento tan especial que tuvo como el mejor de los colofones posibles la emotiva conversación en la que Carmen -asidua de estos paseos y anfitriona del paseante esa noche- y Pedro Mario compartieron con quien esto escribe algunas de sus vivencias con el gran chef leonés Carlos D. Cidón, quien fuera amigo común de ambos y maestro del cocinero y por el que este, nobleza obliga, sigue manifestando un profundo agradecimiento y un cariño rayano en la devoción.

hortensia.- Arbusto ornamental procedente de Extremo Oriente, con flores rosas, azuladas o blanca. Es también el nombre de la propia flor. Deriva del latín científico moderno Hortensia, acuñado por el naturalista francés del siglo XVIII Philibert Commerson, quien introdujo la planta en Europa. En un principio denominó a la planta Peautia Coelestina, en honor de su amiga Nicole Reine Lepaute, astrónoma y matemática. Al caer en la cuenta de que ya había bautizado como Peautia -dedicada a la familia del relojero Jean-André Lepaute, marido de esta-, cambió el nombre por el de hortensia, al parecer porque la científica era llamada Hortense en la intimidad, aunque también se especula con que puede proceder del latín flos hortorum ‘flor de los jardines’, por lo que desde entonces hortensia sería considerada el femenino del adjetivo latino hortensium ‘de jardín. ‘Hortensia’ es el nombre de uno de los comedores de El Ermitaño, nombrado así en homenaje filial a la madre de los hermanos Pérez.

ermitaño.- Modificación del más antiguo ermitaño, y este del primitivo ermitán, tomado del bajo latín eremitanem, acusativo de eremita, que a su vez procedía del griego erēmítēs, que encuentra su origen en erēmia ‘soledad’, ‘desierto’. Hace referencia a alguien que vive en una ermita –el nombre personal dio origen al del lugar- y cuida de ella, aunque asimismo se predica como calificativo o término de comparación -empleándose también como adjetivo- de alguien que vive en soledad, sin trato con otras personas.  El Diccionario de Autoridades avisaba ya de que algunos escriben esta voz con h, diciendo Hermitaño; pero debe escribirse sin ella’. A su vez, recibe el nombre de cangrejo ermitaño -o paguro– un crustáceo decápodo, muy común en las costas españolas y de abdomen muy blando que frecuentemente ocupa conchas vacías de caracolas marinas para protegerse. Si bien, adosada al restaurante protagonista de nuestro paseo existe una ermita del siglo XVIII, el nombre del mismo hace más bien referencia a la condición de hallarse en un lugar apartado, como aislado.

tartar.- Palabra incorporada al DLE en su última edición, que lo define como ‘un plato hecho con carne o pescado picados, crudos y adobados’. Está tomado del francés [bifteck] tartare ‘[filete] tártaro -el de carne es el tartar por antonomasia. El paseante probó en la cena uno de potro-, palabra que deriva a su vez del latín medieval tartarus ‘tártaro, mongol’, alteración -por influencia de Tartărus, nombre dado al infierno en la mitología grecolatina- de un término de origen turco-mongol introducido en la época de Gengis Kan tomado probablemente del turco tatar ‘habitante de la región del norte de la China’ o tal vez del persa tātār. La versión más extendida sobre su origen nos cuenta que los jinetes tártaros colocaban la carne cruda bajo su silla de montar, de tal manera que iría desangrándose y macerándose durante sus largas jornadas de cabalgada, aunque existe también la teoría de que se llamaría así por la salsa tártara -mahonesa aderezada con otros ingredientes como mostaza, alcaparras, pepinillos…- con la que serviría este plato originariamente.

mesón.- Del latín mansio ‘permanencia’, ‘lugar donde se permanece’, ‘albergue, vivienda, posada’, aunque, como leemos en Corominas, no está claro si desciende directamente de ese idioma o está tomado del francés maison ‘casa’ –el propio DLE apunta esa influencia-, voz traída a España por los monjes de Cluny y otros, y por los pobladores franceses de Toledo. Es un establecimiento típico donde se sirven bebidas y comidas. Hoy más bien se denomina así a los que están situados en los pueblos o en las afueras de las ciudades, o a los que se instalan en esta imitando a los antiguos. En otros tiempos era también un hospedaje público donde se daba posada a viajeros, carruajes y caballerías. Existen las locuciones estar una casa como mesón o parecer un mesón, haciendo referencia a una gran concurrencia de gente. Como muestra de ese ‘no perder su identidad’ a que antes hicimos referencia, El Ermitaño, que nació como mesón, sigue manteniendo un comedor que funciona como tal, que conserva su aspecto original y  donde se pueden degustar raciones, torreznos…

perifollo.- Y terminamos el paseo con otra planta, en este caso una umbelífera herbácea, de carácter anual, que crece en torno a los 40 centímetros de altura, que se cultiva en los huertos por utilizarse sus hojas, muy aromáticas y de sabor agradable, como condimento en la cocina. Existe también el perifollo oloroso, silvestre en el norte de España, que tiene olor de anís. Es originaria del Cáucaso y habrían sido los romanos quienes la habrían diseminado por toda Europa. Influida en forma por perejil, esta voz deriva del antiguo cerfollo o cerifolio –el DLE recoge aún la forma cerafolio-, este del latín caerefolĭum, y este del griego chairéphyllon, compuesto de chairéin ‘complacerse’ y phyllon ‘hoja’. Se emplea también, coloquialmente y en plural, con el sentido de adornos en el traje o peinado de las mujeres, en especial los que resultan excesivos o de mal gusto, acepción que también Corominas explica porque el perifollo, hierba aromática, se emplea no solo para dar gusto a la comida, sino también para adornar los guisados.

La cita de hoy

“La cocina, o transmite sentimientos o es comida, solo comida”.

 Carlos D. Cidón

 

El reto de la semana

¿Con qué plato típico castellano –producto fetiche de los cocineros de El Emitaño, por cierto- de resonancias lácteas podríamos regalarnos tras el sabroso paseo de hoy?

 (La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

 (Las obras de los autores citados aparecen relacionadas en la página ‘Para pasear más y mejor’)

Un paseo constelado

20 jueves Oct 2016

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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águila, camaleón, constelación, lince, pegaso, reloj

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Volviendo la vista hacia el paseo con Rubén Darío cayó quien esto escribe en la cuenta de que la palabra cisne, al igual que la respuesta al reto de la semana, son, además de lo allí expuesto, nombres de constelaciones -o costelaciones, que ambas formas admite el DLE-, las 88 partes en que se divide el firmamento según decidió en la década de los 30 del pasado siglo la Unión Astronómica Internacional, pero que tradicionalmente hacían referencia a un conjunto de estrellas alineadas mediante trazos imaginarios formando un dibujo -al estilo de ese pasatiempo que consiste en unir puntos numerados hasta que aparece un objeto- que recuerda a una figura determinada, al que se otorga un nombre propio.

Representadas ya desde las primeras civilizaciones de las que se tiene noticia -se cree que algunas se remontan a la cultura mesopotámica, unos 4000 años a. C.-, interesadas en la situación de las estrellas por diversos motivos entre los que no es el menor el de servir de orientación en los viajes nocturnos, recordó entonces el que esto escribe cómo a él, que apenas ha llegado a distinguir más que la conocida como el Carro -las siete estrellas principales de la llamada Osa Mayor- siempre le fascinó la capacidad para “ver” y crear esas figuras en un, literalmente, mar de estrellas.

Ya que el diccionario -a diferencia de la política donde, en palabras de José Antonio Primo de Rivera, “el camino más corto entre dos puntos pasa por las estrellas”-, nos permite deambular a nuestro aire, pasearemos hoy por cinco asterismos -sinónimo de constelación– cuyos nombres aparecen -o tuvieron presencia en su momento- en el Diccionario académico.

pegaso.- Se emplea literariamente para referirse a un caballo. De Pegaso, caballo alado mitológico, propiedad de Zeus, que habría nacido de la sangre de Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza. Belerofonte lo montaba cuando acabó con la quimera. Ausente hoy en el DLE –que mantiene relacionados con este término los adjetivos pegaseo, del latín Pegaseĭus o Pegasěus, tomado del griego Pēgáseios, que es lo referido a lo perteneciente o relativo al caballo mitológico o a las musas, y cabalino, por el que ya paseamos en su momento, así como el nombre pegásides, del latín Pegasĭdes, como sinónimo de musas-, entre 1737y 1803 se recogían tres acepciones: la de un animal con alas que viviría en Etiopía y habría dado lugar al mito por parecerse al caballo en las orejas; la del propio Pegaso; y la de una constelación septentrional. La primera desapareció ya en la edición de 1817 y la segunda fue suprimida en la de 1869, manteniéndose el significado astronómico hasta la publicada en 1984.

camaleón.- Reptil saurio arborícola, con cola prensil y ojos con movimiento independiente. Se alimenta de  insectos que captura con su larga lengua viscosa -imagen que dio lugar al antiguo dicho de que se alimenta del aire-  y tiene la capacidad de mudar de color por influjo de las condiciones ambientales. Por este motivo se denomina coloquialmente de esta forma a alguien habilidoso a la hora de cambiar de actitud y conducta para adoptar la que le resulte de mayor provecho. En Cuba se llama así a un lagarto verde; en Costa Rica, a una pequeña ave de presa; en Bolivia, es el nombre de un baile y en diversas partes de América hace referencia a la iguana.  Camaleón mineral es el nombre vulgar del permanganato potásico. Este vocablo deriva del latín chameleon, que lo hace del griego chamailéōn ‘león que va por el suelo, león enano’, de chamaí ‘en el suelo’ y léōn ‘león. Corominas afirma que es una denominación irónica que alude al carácter tímido de este animal.

lince.- Del latín lynx, y este del griego lýnx. En su primera acepción designa a un félido, propio de Europa, semejante a un gato de gran tamaño, de cola corta, pelaje rojizo con manchas oscuras y orejas y orejas puntiagudas rematadas por un penacho de pelos. También recibe el nombre, como el propio DLE recoge, de lobo cerval o lobo cervario. También se llama así a una persona astuta, sagaz -“ser un lince”-, empleándose en ocasiones con sentido irónico. Asimismo, se predica de quien tiene una vista aguda y penetrante, diciéndose también que tiene vista de lince. El Diccionario de americanismos nos enseña que, en femenino, se usa en Honduras con el significado de mano derecha de alguien, mientras que en panamá, en masculino, hace referencia a un policía motorizado. De este término derivan el adjetivo linceo, el verbo lincear –coloquialmente, descubrir o notar con sagacidad algo – y, como ya vimos en otro paseo, el nombre lincurio.

reloj.- La excepción en nuestro paseo ’zoológico’ de hoy. Del catalán antiguo relotge, tomado del latín antiguo horologĭum, y este del griego hōrológion. Es un dispositivo que mide el paso del tiempo. El DLE menciona expresamente los siguientes: astronómico; atómico, biológico -también llamado interno-; de agua; de arena; de campana; de cuarzo; de cuco; de flora; de longitudes -o marino-; de música; de pulsera; de repetición; de sol –o solar-; magistral y mecánico, así como las locuciones contra el reloj y contrarreloj –que también pueden escribirse contra reloj y contrarreloj-, que dan nombre a un tipo de carrera, generalmente ciclista, en la que los participantes salen de uno en uno a intervalos regulares; estar alguien como un reloj, para referirse a una persona sana, bien dispuesta, ágil y parársele a alguien el reloj, para decir coloquialmente que se tiene un comportamiento anticuado. Además, relojes es otro nombre que recibe la planta conocida como pico de cigüeña.

águila.- Ave de rapiña diurna, de gran tamaño, con pico corvo en la punta, de fuerte musculatura, vuelo muy rápido y vista muy aguda. Ataca a presas vivas y anida en sitios escarpados. Procede del latín aquĭla. El Diccionario de autoridades la consideraba como “ave bien conocida, y Réina de todas las otras” (sic). Tiene varias representaciones en heráldica. También da nombre a sendas monedas de oro de España, México -donde también existe la media águila– y los EE. UU. -que, a su vez tenían el águila doble, equivalente a veinte dólares- y a un pez que es una especie de raya. Al igual que hemos visto con lince, se dice vista de águila a una que abarca y alcanza mucho y ser un águila se predica de quien es muy listo, perspicaz, vivo, principalmente en las cuestiones prácticas. En México, donde ¡águila! expresa el hecho de que alguien está vigilante, prevenido, la Orden del Águila Azteca es la distinción que se otorga a extranjeros, con el objeto de reconocer los servicios prominentes prestados a la nación mexicana o a la humanidad.

La cita de hoy

“No hay oscuridad que dure eternamente. Y aun allí hay estrellas…”.

Ursula K. Le Guin

 

El reto de la semana

¿Quién habría sido el más indicado para habernos llevado si hubiéramos recorrido en un carruaje nuestro paseo de hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

 

 Imagen de Shadowxfox en Wikipedia

De paseo ‘Pisando ceniza’

06 jueves Oct 2016

Posted by Sollastre in LIBROS

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arcabuz, basilisco, cupletista, galbana, mancuernas, Manuel Arroyo-Stephens, Pisando ceniza

El paseo de hoy comenzó en realidad, aunque el paseante aún no lo supiera, hace ya unos cuantos meses, cuando quedó deslumbrado, como ya contó en su momento, por el paisaje vislumbrado desde el tren de la comarca de las Merindades, al norte de Burgos. Quiso el destino que, estando al día siguiente en Salamanca, comentara algo al respecto con su amiga Yolanda, quien le habló a su vez de su amiga Olga y de la casa rural que tiene en la zona.

Como quiera que quien estas líneas escribe llevaba algún tiempo con un cierto desasosiego, consideró buena idea pasar allí unos días en verano, estancia que propició el descubrimiento de -y el paseo por- Espinosa de los Monteros. Y fue precisamente buscando documentación para este último cuando se topó con sendas reseñas de un libro, Pisando ceniza, de Manuel Arroyo-Stephens, firmadas por dos autores protagonistas este mismo año de un par de nuestros paseos: Félix de Azúa y Andrés Trapiello.

Obra que ambos consideran muy buena, que ‘no parece ni siquiera literatura’ para el leonés; que según el académico ‘no es fúnebre’, a pesar de que la muerte es el hilo de los seis relatos que la componen, y que, cerrando el círculo de conexiones con nuestros paseos, algunos de los mismos transcurren en… Espinosa de los Monteros, sin faltar referencias a lugares del entorno: Santa Olalla; Quintanilla; Lunada; Quisicedo…

Fue la concatenación de todos estos engarces la que me llevó a recorrer con avidez de lector adolescente sus 345 páginas -en las que nos reencontramos con algunas palabras ya paseadas por aquí, como serendipia, lonja, lívido, palimpsesto…-; a confirmar la buena impresión causada a los autores antes citados -sintiendo que es un libro que te va llenando desde dentro, desde lo íntimo, no que te llega desde el exterior. Hacía mucho que no me sentía tan sumergido en lo que me estuvieran narrando, sintiendo casi de manera física el calor del estío madrileño o el frío del invierno espinosiego- y a decidir rendirle un pequeño homenaje incorporándolo a esta serie de paseos, además de recomendárselo vivamente a todo amante de la lectura.

Asegura el narrador que “las cosas solo ocurren a los que saben contarlas”. Espero haber sabido hacerlo, pero, en cualquier caso, pasemos ya sin más dilación a pisar ceniza, mientras recorremos cinco palabras encontradas en este libro que provoca por sí mismo tanta impresión como el mismo paisaje de las Merindades.

galbana.- Desidia, flojera, pereza, pocas ganas de hacer algo, especialmente cuando es circunstancial, según Moliner y que en Seco se atribuye especialmente a la causada por el calor (ver la página Para pasear más y mejor). Vocablo de origen incierto según el Diccionario de la lengua española -DLE, que es como a partir de ahora prefiere la Academia que se denomine al DRAE-, si bien en la edición de 1884 se le atribuía una procedencia  gala, de galba ‘gordinflón; en las de 1956 y 1970 se la hacía derivar del árabe gabāna ‘tristeza, desánimo, descontento’ que se convirtió en galbāna en las de 1984 y 1992. El DLE recoge también el adjetivo agalbanado y sus formas coloquiales galbanoso y galbanero. En Salamanca se utilizaba asimismo un término homógrafo, ya en desuso, con el significado de ‘guisante pequeño’, derivado del árabe andalusí julbána o jilbána.

basilisco.- Este término, que sirve para designar tanto a un reptil saurio americano algo más pequeño que la iguana, como a una persona furiosa o a una antigua pieza de artillería, en origen hacía referencia a un animal fabuloso en forma de serpiente, con cabeza puntiaguda, que se creía que podía matar solo con mirar, con lo que la única forma de matarlo sería hacerle verse reflejado en un espejo. Procede del latín basiliscus y este del griego basilískos, diminutivo de basileus ‘rey’, por lo que a este ser fantástico también se le denominó en la antigüedad régulo. Según Corominas  aparece documentada por vez primera a principios del siglo XIV. La locución adverbial de carácter coloquial hecho un basilisco hace referencia a alguien que se encuentra sumamente encolerizado. No es raro, sin embargo, como ya recoge Lázaro Carreter, oír a alguien decir incorrectamente que ‘fulano se puso hecho un obelisco’.

mancuernas.- Palabra que bien podría haber aparecido en Un paseo plural y nada más que plural, pues es un componente del grupo de los pluralia tantum que vimos allí. Según el DLE en América Central, México, Filipinas y Venezuela se emplea como sinónimo de gemelos, los pasadores de los puños de la camisa –que es, efectivamente, el sentido con el que lo escribe nuestro autor-, si bien lo incluye como forma plural de mancuerna, palabra con distintas acepciones en singular. Sin embargo en 1970 –circunscrita entonces a México y en la actual edición extendido ya su uso a América central y Bolivia- incorporó como entrada mancuernillas, con el mismo significado. Además, incluye también el término mancorna, como lema independiente también, definiéndolo como sinónimo, utilizado en Colombia, de gemelo –en singular-. Mancornar, el origen de todas ellas, proviene de man ‘apócope de mano’ y cuerno.

cupletista.- Cantante de cuplés. Es voz común en cuanto al género, aunque ha sido aplicada generalmente al sexo femenino, pues mujeres fueron la mayoría y más destacadas de sus representantes. A su vez, el cuplé es una cancioncilla ligera, generalmente picante o picaresca, propia de los espectáculos de variedades y que estuvo en boga en el primer tercio del siglo XX. Es el resultado de la españolización del francés couplet ‘copla’, del antiguo provenzal cobla, con el mismo origen que la palabra española. No se incorporó al DLE hasta la edición de 1970, porque la forma francesa se mantuvo en uso en España durante gran parte del siglo pasado, y escrita así la podemos encontrar empleada por autores como Benavente, Arniches, Pemán, Barea o Manuel Machado. El Diccionario panhispánico de dudas aclara que no son admisibles formas híbridas como couplé o cuplet, pues no resultan en puridad ni españolas ni francesas.

arcabuz.- Antigua arma de fuego propia de los siglos XVI y XVII, de diferentes tamaños y pesos, con cañón de hierro y caja de madera, portátil y similar al fusil. Se disparaba prendiendo una carga de pólvora por medio de una mecha móvil incorporada a ella. Da nombre también al arcabucero, el soldado que lo utilizaba. Proviene del francés arquebuse, que lo tomó prestado del neerlandés hakebus -alterado por influjo del francés arbalète ‘ballesta’, pues el proyectil era originariamente propulsado por un sistema similar al de esta-, compuesto de bus ‘caja’, ‘canuto’ y hake ‘gancho’, por el que servía para fijar el cañón. Antiguamente se empleó también la forma alcabuz, como recoge ya el Diccionario de autoridades -1726-, que alcanzó gran difusión en los siglos XVII y XVIII, y de donde habría surgido el verbo alcauciar ‘fusilar’ usado en Colombia. Entre 1803 y 1992 el DLE recogió también el diminutivo arcabucete.

La cita de hoy

“Mi madre practica el monólogo exterior con gran naturalidad, como si lo hubiese inventado ella. Lo llama pensar en voz alta. Es lo que hacen muchos españoles: un diálogo consigo mismos y un monólogo con los demás”.

 Manuel Arroyo-Stephens

 

El reto de la semana

¿A la sombra de qué arbusto, el nombre de cuyo fruto -uno de los secos- nos lleva hasta la Campania italiana, podríamos habernos sentado –como hace el narrador en un momento del libro- durante nuestro paseo de hoy?

 (La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

 (Las obras de los autores citados aparecen relacionadas en la página ‘Para pasear más y mejor’)

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