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Paseando por España con Jack el Destripador

20 martes Oct 2020

Posted by Sollastre in REVISTAS

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A ruido de gaitero érame yo casamentero, bacilo de Koch, baldado, chinacate, corte de los milagros, en casa del gaitero todos son danzantes, fímico, gaitería, gaitero, granulia, hético, infernáculo, infierno, morcego, morciguillo, muherradura, murceguillo, murciégalo, murciélago, murciego, orejudo, panarra, panique, seno de Abraham, seno de Abrahán, tísico, ticuriche, tisis, trefe, tuberculina, tuberculosis, tuberculosis miliar, tuberculoso, tuna, vampiro, vespertilio

Llegó por fin a manos del paseante el nuevo número de Agente provocador, la revista editada por La Felguera, editorial cuyas obras han propiciado un buen número de estos paseos: con la Horda y con seres mitológicos del norte; de la mano de Pío Baroja y de Valle-Inclán; por los bajos fondos y el Madrid bohemio…  

Lo primero que le llama la atención —en una publicación que depara siempre motivos varios para ello— es el título: Jack el Destripador en España. Llamativo cuando menos y en verdad paradójico, pues ciertamente habría sido imposible verificar la presencia en algún momento en nuestro país de alguien cuya identidad sigue siendo desconocida más de un siglo después.

Sin embargo, no podemos olvidar que, como vimos al pasear por el libro Fantasmagoría del polímata Ramón Mayrata, una alucinación que se comparte con otro o con la colectividad se convierte en una realidad. Y eso es justamente lo que ocurrió a la supersticiosa y muy atrasada sociedad española de las postrimerías del siglo xix, en la que se instaló una ola de pánico que llevó a creer que el criminal inglés se movía por nuestras ciudades —de La Coruña a Huelva; de Madrid a Alcoy— tras haber escapado del cerco policial en Londres. Paranoia alimentada por las noticias que sobre sus crímenes publicaban a diario unos periódicos en los que incluso se le llegó a bautizar en alguna ocasión como Jaime el Gaitero, producto de confundir ripper ‘destripador΄con piper ΄gaitero΄.

Pero dejémonos de elucubraciones y emprendamos sin más dilación nuestro paseo por cinco palabras que hemos encontrado rastreando las huellas visibles que dejó un fantasma en un lugar en el que ¿nunca estuvo?

gaitero.- El DLE ofrece como primera acepción la de persona que toca la gaita, en particular si lo hace de manera profesional.

El Diccionario de autoridades (1734), siguiendo al lexicógrafo fray Pedro de Alcalá (c. 1455 – p.m. s. xvi), autor del primer diccionario castellano-árabe editado, otorgaba a esta palabra un origen árabe. Todavía encontramos esa atribución en la edición de del lexicón académico 1970, pero a partir de la de 1984 se indica que gaita quizá proceda del gótico gaits ‘cabra’.

Otros sentidos en los que se emplea este término, aunque se encuentran en desuso, hacen referencia a un vestido o adorno de colores demasiado llamativos —y de ahí gaitería, adorno o vestido, o modo de vestir y adornarse, de varios colores fuertes, alegres y contrapuestos— y a una alegría poco adecuada a la condición o situación de alguien o de algo.

A su vez, en Venezuela un gaitero es alguien que forma parte de un grupo que interpreta gaitas, un canto popular navideño de ritmo movido y alegre, típico del estado de Zulia.

Dos refranes para terminar:

En casa del gaitero todos son danzantes aludía a la influencia de la tradición familiar a la hora de elegir oficio.

A ruido de gaitero érame yo casamentero se empleaba para reprender a las mujeres que frecuentaban los bailes y fiestas públicas pues supuestamente daban a entender mucho deseo de casarse, pues en esas celebraciones solían surgir fácilmente los noviazgos.

tuberculosis.- Enfermedad infectocontagiosa de los humanos y algunas especies animales producida por el bacilo de Koch.

Deriva del latín científico tuberculosis, y este del latín tubercŭlum ‘tumor pequeño’, ‘pequeña protuberancia’ y el latín científico -osis ‘-osis’.

Nada dice el diccionario académico del porqué del nombre de la bacteria que causa la enfermedad, a pesar de contar esta con su propia entrada en él. Fue bautizado así en honor de Robert Koch (1843-1910), médico y microbiólogo alemán que lo descubrió en 1882 y que fue galardonado en 1905 con el Premio Nobel de Medicina.

Sí recoge expresamente la tuberculosis miliar —o granulia—, que es aquella que se caracteriza por la diseminación de pequeñas granulaciones tuberculosas en la masa del órgano afectado, especialmente el pulmón y la tisis, que define como tuberculosis pulmonar.

Tísico, hético o trefe son apelativos que se aplican a quien padece esta última. El enfermo de tuberculosis es un tuberculoso o fímico, también llamado baldado en Panamá o ticuriche en El Salvador.

De la palabra con la que estamos paseando deriva a su vez tuberculina, que da nombre a una preparación hecha con gérmenes tuberculosos, utilizada en el tratamiento y en el diagnóstico de las enfermedades tuberculosas.

Idealizada en su momento por el Romanticismo, esta afección está presente en obras literarias y musicales como La bohème (Puccini); La Traviata (Verdi); La dama de las camelias (Alejandro Dumas hijo); La montaña mágica (Thomas Mann); Pabellón de Reposo (Cela)…

murciélago.- Nombre común de varias especies de quirópteros, generalmente insectívoros. Únicos mamíferos que vuelan, son nocturnos y pasan el día colgados boca abajo en lugares oscuros.

Es una metátesis de murciégalo, voz formada a partir del latín mus, muris ‘ratón’ y caecŭlus, diminutivo de caecus ‘ciego’.

Además de con esta forma, que hoy la Academia marca como vulgar, también es conocido como morciguillo ―del diminutivo del dialectal morciego, con el mismo origen latino ya visto―; murceguillo ―del diminutivo del dialectal murciego―; panarra ―del latín *pennaria― o vespertilio ―del latín vespertilio, y este derivado de vesper ‘atardecer’― y en México como chinacate ―del nahua tzinacan―.

Dentro también del diccionario encontramos que herradura es un tipo de murciélago que tiene los orificios nasales rodeados por una membrana que tiene esa forma; orejudo, uno cuyas orejas son muy grandes en relación con su pequeño tamaño; panique, uno de Oceanía, del tamaño del conejo, con la cabeza parecida a la del perro, cola corta y pelo oscuro que tira a rojizo. Su carne se come, y su piel se utiliza en peletería, y vampiro, uno hematófago de América del Sur, de color castaño rojizo con el vientre gris.

Murciélago es asimismo el nombre que reciben sendos peces en Cuba y Puerto Rico, ambos con aletas pectorales muy desarrolladas que semejan dos alas.

Y si nos salimos del reino animal, en Chile se denomina en el fútbol con esta palabra pentavocálica a una táctica de juego muy defensiva de un equipo.

corte de los milagros.- El DLE lo define como el conjunto de mendigos y gentes de mal vivir que habitan en un determinado lugar, si bien se emplea igualmente para referirse a un lugar peligroso por la abundancia de delincuentes.

Es un calco del francés cour des miracles, que era como se conocían los barrios de París que servían de refugio a pordioseros, prostitutas, malhechores… ¿Por qué se llamó así a un lugar que albergaba tanta miseria? Pues porque cuando caía la noche y se retiraban a su territorio muchos de aquellos mendigos que simulaban enfermedades como la epilepsia, mutilaciones y taras diversas para infundir piedad y conseguir alguna limosna recuperaban «milagrosamente» la salud e incluso los miembros supuestamente amputados volvían a aparecer.

Contrariamente a lo que pudiera parecer sus habitantes estaban perfectamente organizados y jerarquizados: tenían sus propias leyes, una jerga particular e incluso un rey, con potestad sobre todos los mendigos de Francia, al que se conocía como Le Grand Cœsre.

De esta figura surgió una palabra de nuestro diccionario: tuna, en su sentido de vida libre y vagabunda, que llegó desde el francés tune ‘hospicio de mendigos’, ‘limosna’, y este, según la etimología tradicionalmente ofrecida en el país vecino, de [Roi de] Thunes ‘[Rey de] Túnez’, «título» dado al jefe de los vagabundos franceses siguiendo el ejemplo del jefe de los gitanos de París, que «ostentaba» el de duque del Bajo Egipto.

La Corte de los Milagros (1927) es el título de una novela de Ramón Mª del Valle-Inclán. Comprendida en la serie El ruedo ibérico, recrea desde el esperpento la degradación de la corte de Isabel II, atestada de intrigas, camarillas y corrupción.

infierno.- Procedente del latín infernum, el lugar desde el que el protagonista de nuestro paseo decía escribir alguna de sus cartas a la policía tiene diversas acepciones con cabida en el diccionario:

En la doctrina tradicional cristiana, lugar donde los condenados sufren, después de la muerte, castigo eterno.

En diversas mitologías y religiones no cristianas, lugar que habitan los espíritus de los muertos.

En sentido más amplio, seno de Abraham ―o de Abrahán―, es decir, el limbo del catolicismo.

En algunas órdenes religiosas que deben por instituto comer de viernes, hospicio o refectorio donde se come carne.

Lugar o concavidad debajo de tierra, en que asienta la rueda y artificio con que se mueve la máquina de la tahona.

Pilón adonde van las aguas que se han empleado en escaldar la pasta de la aceituna para apurar todo el aceite que contiene, en el cual, reposadas aquellas, se recoge uno de inferior calidad.

En el juego de la rayuela ―también conocido como infernáculo―, uno de los espacios o divisiones que se trazan en el suelo.

Coloquialmente, lugar o situación que causa gran sufrimiento o malestar.

De manera también coloquial, sufrimiento o malestar grande.

En la religión cristiana, estado de privación definitiva de Dios.

Asimismo, el infierno protagoniza numerosos refranes y expresiones: cuando queremos rechazar a alguien le mandamos al infierno; un lugar muy lejano es el quinto infierno; de desagradecidos está el infierno lleno vitupera la ingratitud y muestra que es muy frecuente…

 

La cita de hoy

«Y nadie sabe nada de mi vida.

Puedo ir y venir como me plazca

Si quiero puedo quedarme

o si quiero puedo irme.

Nadie me conoce, nadie me conoce».

Jack el Destripador

Morrissey

 

El reto de la semana

¿Qué palabra encontramos en el diccionario con el mismo significado que destripador y que podríamos considerar coloquialmente como alternativa más castiza?

 

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Paseando por el Madrid bohemio

18 miércoles Mar 2020

Posted by Sollastre in REVISTAS

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a la chamberga, cachimba, chambergo, dandi, dandy, homarrache, horcas caudinas, llenársele la cachimba de tierra, mamarrachada, mamarrachento, mamarrachero, mamarrachista, mamarracho, mandar a la cachimba, moharracho, moharreche, momarracho, ponerse una cachimba

El propio nombre de este blog deja ya claro que tiene como uno de sus principales referentes la flânerie, ese deambular sin rumbo fijo, sin prisas ni objetivo concreto por las ciudades. En nuestro caso, por la lengua, esa ciudad, como dejó dicho R. W. Emerson, en cuya construcción cada ser humano ha aportado un ladrillo.

Y en ese discurrir solemos contar con el acompañamiento y la guía de @La_Felguera, la editorial que ha propiciado varios de estos paseos bien de manera literal, como los que nos llevaron a recorrer el Madrid de los bajos fondos, el del Fandemonium, alguno de los varios posibles valleinclanescos o el de las calles siniestras barojianas, bien a través de alguno de los libros que llevan su factura, siguiendo los pasos de la Horda o de la fantasmagoría.

Volvemos hoy, obligados por un aislamiento impuesto por la pandemia del coronavirus, a pasear virtualmente. Lo haremos por el Madrid bohemio merced a un nuevo ejemplar -que, simbólicamente, inaugura época además- de la revista Agente provocador, que nos propone un viaje a un pasado no tan remoto pero sí bastante desconocido, a una realidad y unos barrios que desaparecieron sepultados por la modernidad pero cuyo rastro aún puede seguirse.

Repasaremos hoy cinco palabras encontradas entre las páginas de lo que son en realidad unas gafas que nos permitirán ver con mirada de rayos x esas calles la próxima vez que pasemos por ellas, siendo capaces así de descifrar lo que oculta este palimpsesto matritense.

P. D. Este paseo está dedicado de manera especial a Marta, que hoy celebra su cumpleaños, con el deseo y la esperanza de que nunca pierda esa curiosidad por la vida que le caracteriza, marca distintiva de toda buena flâneuse. ¡Muchas felicidades!

chambergo.- El DLE lo define como un sombrero de copa más o menos acampanada y de ala ancha levantada por un lado y sujeta con presilla, que solía adornarse con plumas y cintillos y también con una cinta que, rodeando la base de la copa, caía por detrás.

En Andalucía se llama así a un sombrero blando de fieltro de ala ancha y en la Argentina, donde también recibe el nombre de chamberguito, es uno flexible, sin armadura, no siempre de ala ancha. Moliner señala que es asimismo una manera informal de referirse a cualquier sombrero. De uno que se parece al que aquí nos ocupa se dice que es achambergado.

El origen de este vocablo lo encontramos en Charles Schömberg (1601-1656), mariscal y par de Francia, quien introdujo la moda en el uniforme durante la guerra de Cataluña hacia 1650.

Ese modo de vestir, denominado a la chamberga, en boga a finales del siglo xviii y en el xviii, hacía referencia a las prendas, especialmente la casaca, semejantes a las que llevaban los integrantes, llamados también chambergos, de la Guardia Chamberga, instituida en Madrid por la regente Mariana de Austria en 1669 durante la minoría de edad de Carlos II para su protección.

cachimba.- Del quimbundo —lengua bantú que se habla en Angola— kišima ‘hoyo, poza’, quizá a través del portugués brasileño cacimba ‘poza’, ‘hoyo que se hace para buscar agua y cachimbo ‘pipa’. El historiador y lingüista Leo Wiener sostenía en su obra Africa and the discovery of America (1922) que el origen último de esta palabra se encontraba en el árabe, desde donde llegó al África negra.

Su significado más usual es el de pipa, instrumento para fumar, pero si cruzamos el charco —y no debemos olvidar que hasta la edición de 1956 mantuvo la marca de americanismo en el diccionario académico— encontramos, entre otras y según los países, las siguientes acepciones: cacimba, hoyo que se hace para buscar agua potable; colilla de un puro; vulva de la mujer o de un animal hembra; borrachera; cápsula vacía de arma de fuego; semblante adusto; calabaza alargada; marihuana; mentón prominente del prognato; instrumento de percusión de origen africano…

En cuanto a locuciones, llenársele la cachimba de tierra a uno significa enojarse o no soportar más una situación; mandar a la cachimba es rechazar a alguien bruscamente por algo que hace o dice y ponerse una cachimba es sinónimo de emborracharse.

dandi.- Adaptación al castellano del inglés dandy, aunque en esta forma podemos encontrarlo en la obra de escritores de la talla de Valle-Inclán, Baroja, Clarín, Torrente Ballester o Cela.

Es voz que ha corrido alguna peripecia en el diccionario académico, que actualmente lo define como un hombre que se distingue por su extremada elegancia y buenos modales. Sin embargo, cuando la RAE la incorporó en 1936 la consideró sinónimo de petimetre, palabra que encierra un matiz despectivo. Esto se mantuvo hasta la edición de 1947. Después desapareció del DLE para reaparecer en 1984 prácticamente con la acepción que mantiene hoy en día.

Su origen no está claro. Una teoría lo hace proceder de dandyprat ‘enano, paje, persona insignificante’, una palabra de la época isabelina; otra sostiene que lo hace del francés Dandin, apellido de un personaje ridículo, Pierre Dandin, empleado por autores como Rabelais y Molière, derivado de dandiner ‘caminar torpemente’. Desde el inglés dandy regresó al francés.

El venezolano Rafael María Baralt, primer hispanoamericano elegido académico de número, sostenía en su Diccionario de galicismos (1855) que a nuestro idioma llegó precisamente desde el país vecino.

A la cualidad de ser un dandi se la denomina dandismo.

horcas caudinas.- Pasar alguien por —o bajo— las horcas caudinas es una locución verbal que define el hecho de tener que doblegarse, hacer por obligación algo que no se desea, en ocasiones teniendo que soportar condiciones humillantes, sufriendo la natural vergüenza que ello conlleva. Es equivalente a otras como pasar por el aro o tener que hacer algo por el artículo 33.

Para encontrar sus orígenes debemos remontarnos a la antigua Roma, a la conocida como segunda guerra samnita —pueblo de la Italia central—. Según cuenta el historiador Tito Livio en su Historia de Roma, conocida también como Décadas, en el año 321 a. C. los samnitas consiguieron engañar al ejército romano y bloquearlo en el desfiladero conocido como Horcas Caudinas —Furculae Caudinae en latín— por su cercanía a la ciudad de Caudio.

Cuando, acuciados por el hambre, los romanos se rindieron tuvieron que pasar por la humillación de pasar, despojados de sus armas y casi toda su vestimenta, por debajo de un yugo que los samnitas formaron con dos lanzas clavadas verticalmente en el suelo y unidas por otra por arriba, lo que obligaba a los prisioneros, desde los dos cónsules que dirigían la campaña hasta al último de los legionarios, a bajar la cabeza en señal de sumisión para atravesarlo.

mamarracho.- Se dice coloquialmente de una persona ridícula o estrafalaria o de una cosa muy mal hecha o que mueve a risa. Es utilizado asimismo como insulto.

Del árabe andalusí *muharráğg o *muharríğ, y este del árabe muharriğ ‘bufón’. La forma masculina se emplea también para el femenino.

Corominas sostiene que es una alteración de momarracho, que a su vez lo es de moharrache o moharracho —persona sin valor ni mérito o aquella que se disfraza ridículamente en una función para entretener a los demás, haciendo gestos ridículos, según el DLE— por influjo de momo ‘gesto, mofa’, por alusión a Momo, figura mitológica griega relacionada con el escarnio y las burlas.

Relacionadas con ella encontramos también en la obra académica las palabras homarrache, persona disfrazada grotescamente; mamarrachada, conjunto de mamarrachos o acción desconcertada o ridícula, y mamarrachista, persona que hace mamarrachos.

Además, en Bolivia y en Cuba se emplea el término mamarrachero con ese mismo sentido de persona estrafalaria y descuidada en el vestir y en Uruguay mamarrachento es quien hace mamarrachos o quien viste ostentosamente, pero sin elegancia.

 

La cita de hoy 

«Esa es la bohemia, la que consiste en derrochar la vida y el ingenio y el oro, sin fijarse en el mañana: pero cuidándose del hoy y combatiendo a diario por algo que siempre es grandioso, aunque muchas veces sea irrealizable: la conquista del porvenir. […] La otra podrá ser bohemia también, pero no es la bohemia del artista; es la bohemia del tahúr, del mendigo y del miserable. En una palabra: la bohemia de la impotencia».

Joaquín Dicenta

 

El reto de la semana

Teniendo en cuenta la situación de precariedad que caracterizaba la vida de los bohemios, ¿qué ataque –del que, a pesar de su nombre, no tendríamos que salir necesariamente heridos- habría sido de lo más lógico que hubiéramos sufrido en nuestro paseo de hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

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