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~ Disfrutando con las palabras

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Archivos mensuales: abril 2020

Un paseo paleográfico

27 lunes Abr 2020

Posted by Sollastre in Diccionarios

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alcabala, alcabala de Indias, alcabala del diezmo, alcabala del mar, alcabala del viento, alcabalatorio, alcabalero, arrianismo, arriano, canciller del sello de la poridad, Cancillería de la Poridad, gabela, lábaro, lúnula, ostensorio, poridad, ramo de viento, ulfilana, viril, wulfilana

Salía el otro día a colación, en una de esas conversaciones telemáticas a que nos obliga el recogimiento forzado por la pandemia, el celebérrimo discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford. Y el paseante recordó especialmente la parte que habla de unir los distintos puntos y cómo el curso de caligrafía al que asistió cuando decidió abandonar los estudios universitarios –sin albergar la menor esperanza de que aquello le fuera a resultar de aplicación práctica en la vida− se convirtió en la base de que hoy los ordenadores tengan distintos tipos de tipografías.

Y como es cierto que la vida debe vivirse hacia delante, pero solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, según aseguraba Kierkegaard, el paseante se acordó también al hilo de ello de unas lecciones de introducción a la paleografía a las que asistió en su momento por mero gusto, sin buscar otra utilidad que aprender un poco sobre ella. Una disciplina para la que no resulta suficiente la definición que encontramos de ella en el diccionario atendiendo a su propia etimología: «ciencia de la escritura y de los signos y documentos antiguos». Porque hoy la paleografía ha evolucionado desde un concepto de «paleografía de lectura» de textos antiguos –ampliándose además hasta el mismo siglo xix la extensión de este sentido, que anteriormente llegaba solo hasta la Edad Media− al de «paleografía de análisis», por lo que podemos definirla más exactamente como la ciencia que estudia la historia social de la historia escrita.

Ni que decir tiene que todo campo al que se asoma el paseante inspira en él un interés por sus palabras propias, por lo que en esa ocasión no tardó en tener en su estantería el libro Vocabulario científico-técnico de paleografía, diplomática y ciencias afines, obra del padre Ángel Riesco terrero, uno de los mayores exponentes en España del tema que hoy inspira nuestro paseo.

Pasearemos hoy por cinco términos encontrados entre las páginas de este diccionario que en su propio título deja ya clara la estrecha relación que la paleografía mantiene con otras disciplinas como, además de la susomentada diplomática, la historia, la archivística, la codicología, la sigilografía, la heráldica…, mientras echamos nuestro particular cuarto a espadas por una ciencia de la que apenas quedan en España unas decenas de profesores y sin la cual resultaría imposible esa comprensión de la vida a la que se refería el filósofo danés.

viril.- No se trata aquí del término que hace referencia a lo relativo o perteneciente al varón, sino de otro, homógrafo, que da nombre a la caja de cristal con cerquillo de oro, plata, platino u otro metal precioso, o simplemente dorado, destinada a albergar la hostia consagrada para su adoración y que se coloca en la custodia para la exposición del Santísimo. También puede contener reliquias, en cuyo caso se coloca en un relicario.

Se llama también así a un vidrio muy claro y transparente que se pone delante de algunas cosas para preservarlas, permitiendo que puedan ser vistas.

Por extensión se denominó de esta manera a una vidriera colocada en las ventanas o luces de un edificio.

Asimismo, se utilizó metafóricamente para referirse a los ojos, como podemos leer en autores del Siglo de Oro, Góngora y Calderón de la Barca entre ellos.

Según Corominas deriva del antiguo beril ‘berilo’ –forma con la que el nombre de este mineral figuró en el diccionario académico hasta 1922−, por comparación con lo translúcido de esta piedra preciosa. El DLE atribuye actualmente su origen al bajo latín virile, del griego bizantino bḗryllos ‘berilo’.

Relacionadas con ella encontramos las palabras lúnula –del latín lunŭla, diminutivo de luna ‘Luna’−, en su acepción de soporte para el viril de la custodia, y ostensorio –del también latín ostensus, participio pasado de ostendĕre ‘mostrar’− en su significado de parte superior de la custodia, donde se coloca el viril.

ulfilana.- Adjetivo que se aplica a una letra, un alfabeto –en masculino entonces− o una escritura del antiguo gótico, la lengua germánica oriental que hablaban los godos.

Su creación, desarrollo y divulgación se atribuye al padre espiritual de este pueblo, el obispo arriano Ulfilas (c. 311-383) o Wulfilas –de ahí que también se encuentre en ocasiones la forma wulfilana, no recogida en el diccionario académico−, de quien tomó el nombre.

Hombre culto y de buena formación, además de su lengua nativa dominaba el latín y el griego, lo que se refleja en este tipo de escritura híbrida, integrada principalmente por caracteres y signos numéricos, tanto de una como de otra lengua, y alguno rúnico.

En España la mayoría de los libros manuscritos en letra ulfilana desaparecieron –muchos fueron quemados− durante la dominación visigoda en tiempos de Recaredo y solo quedan muestras de ella en inscripciones lapidarias, documentarias o en algunas monedas.

Como ya ha quedado dicho, el también llamado apóstol de los godos era arriano, es decir, partidario del arrianismo –voz que cuenta con su propia entrada en el DLE desde la edición de 1817−, doctrina que rechazaba que Cristo participara de la misma naturaleza que Dios, por lo que negaba su divinidad. El nombre deriva de Arrio, sacerdote heresiarca norteafricano que vivió a caballo entre los siglos iii y iv, quien fue el principal propagador de esta concepción.

poridad.- Si nos paseamos por la última edición del Diccionario de la lengua española veremos que esta voz remite a puridad, sin especificar que no se refiere a la primera acepción de esta –la cualidad de lo puro−, sino a las dos siguientes, hoy en desuso: «cosa que se tiene reservada u oculta» o «reserva, sigilo».

Ambos términos comparten su origen: el latín purĭtas, -ātis.

Más claro quedaba su significado ya en el Diccionario de autoridades (1737): «lo mismo que secreto», sentido que expone también el Diccionario del español jurídico (2016), que señala además su carácter de desusado en nuestros días.

En lo que a la paleografía se refiere –el hilo conductor de nuestro paseo de hoy, al fin y al cabo− en esta última obra encontramos la Cancillería de la Poridad, un órgano, en la Corona de Castilla, de expedición y guarda de documentos que por su materia o personas implicadas requerían de un especial sigilo en su expedición, sello y custodia. Documentos públicos pero reservados o secretos en cuanto a la naturaleza o contenido que, a juicio del monarca, debían tramitarse y resolverse sin necesidad de recurrir a la cancillería general.

A su frente se encontraba el canciller del sello de la poridad −«de la puridad» dice el DLE−. Persona allegada al rey en cuanto a su fidelidad y confianza, este puesto fue suprimido en 1496, pasando el sello a las secretarías de los consejos y posteriormente al ministerio correspondiente que lleva los asuntos de gracia y justicia.

alcabala.- Tributo que se pagaba al fisco consistente en un porcentaje del precio de las cosas objeto de compraventa, contrato en el que era satisfecho por el vendedor, o permuta, en cuyo caso era abonado por ambos contratantes.

Del árabe andalusí alqabála, según la Academia. Corominas propone qâbala ‘adjudicación de una tierra mediante pago de un tributo’, ‘contribución’, de la raíz q-b-l ‘recibir’, ‘alquilar una tierra’. De ahí surge también el italiano gabella, de donde el castellano gabela ‘tributo, impuesto, contribución que se paga al Estado’.

El diccionario académico recoge además la alcabala del viento –o ramo de viento− un tributo que pagaba el forastero por los géneros que vendía, pero no la alcabala del mar, que era un impuesto indirecto sobre transacciones comerciales que se pagaba en las aduanas y afectaba a las transacciones de artículos extranjeros; la alcabala del diezmo, impuesto indirecto que gravaba el diezmo eclesiástico. Su porcentaje varió según la época, oscilando entre el 5 y el 10 %; ni, en fin, la alcabala de Indias, impuesto indirecto sobre las transacciones que se fue imponiendo progresivamente en los territorios americanos, generalizándose desde la segunda mitad del siglo xvi.

De esta voz deriva alcabalatorio, adjetivo que podía aplicarse a un libro que recopilaba las leyes y ordenanzas concernientes al modo de repartir y cobrar las alcabalas; a una lista o un padrón que servía para el repartimiento de las alcabalas; o al territorio que dependía de un alcabalero, que era a su vez el administrador o cobrador de estas.

 lábaro.- Comenzó siendo un estandarte que usaban emperadores romanos cuando salían de campaña. Lujosamente ornamentado –llevaba incluso piedras preciosas−, precedía al emperador y consistía en una lanza con un palo atravesado en lo alto de ella, del que pendía un trozo de rica tela de púrpura, bordada de oro y guarnecida por una franja, con un águila pintada o también bordada de oro en su centro, el nombre del emperador y el de alguna empresa suya.

Más tarde el emperador Constantino ordenó sustituir el epígrafe, poniendo en medio de él una cruz con el alfa y la omega de los griegos y por timbre, en lo alto del asta, el nombre de Cristo cifrado en las dos letras dos primeras letras de su nombre en ese idioma: ji y ro. De ahí que hoy conozcamos como lábaro el monograma formado por la cruz y esas letras.Posteriormente, por extensión, también se llamó así a la cruz sin el monograma.

Voz documentada por vez primera en nuestra lengua hacia 1600, procede del latín tardío labărum.

Una leyenda, que cabe calificar cuando menos de pintoresca y a la que no resultó ajeno el jesuita Manuel de Larramendi (1690-1766), impulsor de la lengua y la cultura vascas durante la época de la Ilustración, propugna que Constantino, la víspera de la trascendental batalla de Puente Milvio, reconoció en el lauburu del estandarte de una cohorte vascona el signo que se le había aparecido poco antes en el cielo con la leyenda in hoc signo vinces ‘con este signo vencerás’. Así, habría ordenado elaborar estandartes con esa figura para todas sus cohortes y desde entonces estandarte se habría dicho en latín labarum.

 

El dicho de hoy

«Verba volant, scripta manent».

«Las palabras vuelan, los escritos permanecen».

 

El reto de la semana

¿Qué adjetivo, que hace referencia en realidad a un autor que escribe juicios sobre el comportamiento humano, podría hacernos pensar, al verlo escrito, en el Moncayo de Bécquer o en un reloj de sol?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Un paseo con corazón

15 miércoles Abr 2020

Posted by Sollastre in MISCELÁNEA

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Realizaba el otro día el paseante su cotidiano recorrido mañanero –en la doble acepción del término− por la prensa, espacio que en estas semanas encuentra prácticamente monopolizado por las noticias relativas al coronavirus, cuando cayó en un titular que le recordó a un reciente paseo: «Los expertos médicos estudian la conexión entre el coronavirus y el corazón».

Una conexión referente al aspecto físico de ese órgano de nuestro cuerpo y no a ninguno de los sentidos metafóricos que se han ido asociando a él a lo largo de la historia: amor, sensatez, valor, bondad… Hace un par de semanas pudimos recorrer algunos de esos significados de la mano de Diana Orero y su libro Todo cuenta.

Así que como parece que el azar ha puesto esta voz en nuestro camino para que topáramos de nuevo con ella, aprovecharemos, ya que no sufrimos ninguna cardiopatía, para pasear hoy por cinco palabras incluidas en el Diccionario de la lengua española que guardan distintos tipos de conexión con ella. Garbeo que tenemos la corazonada de que resultará de lo más cordial.

hiedra.- Planta de la familia de las araliáceas, con tronco y ramos sarmentosos de los que brotan raicillas que se agarran fuertemente a los cuerpos inmediatos: troncos de árboles, paredes, etc. Las hojas de los ramos superiores tienen forma de corazón. Aunque no es una parásita verdadera, daña y aun ahoga con su espeso follaje a los árboles por los que trepa. Se emplea mucho en parques y jardines para cubrir muros.

Se escribe también con la forma yedra y recibe asimismo los nombres de hiedra arbórea y cazuz.

Documentada por vez primera en nuestra lengua hacia 1295, deriva del latín hedĕra.

La hiedra terrestre es otra planta, una vivaz de la familia de las labiadas, con hojas pecioladas con forma igualmente de corazón. Se ha empleado en medicina como expectorante.

La palabra hiedra aparece en el diccionario además en la definición de otra: tirso, vara adornada con hojas de hiedra y parra y rematada con una piña en la punta que solía llevar como cetro la figura de Baco y se usaba en las fiestas dedicadas a este dios.

Los seguidores de estos paseos que ya tengan una edad recordarán sin duda que La hiedra era el título de una canción italiana –L’edera en su idioma original−que el grupo mexicano-puertorriqueño Los Panchos popularizó en nuestro idioma. Para quien quiera escucharla dejamos aquí el enlace a la versión que hizo Paloma San Basilio, más fiel a la letra original.

récord.- Marca, el mejor resultado técnico homologado en el ejercicio de un deporte hasta el momento de que se trata. Por extensión se aplica también al resultado máximo o mínimo en otras actividades. Se utiliza frecuentemente en aposición: tiempo récord.

La Academia nos dice que procede del inglés record, que a su vez lo hace, a través del francés antiguo recorder, del latín recordor, recordari, que literalmente significa «volver a pasar por el corazón», cor en latín, como lugar metafórico en que reside la memoria.

Como verbo record en inglés significa ‘grabar’, ‘registrar’ y como sustantivo ‘documento’, ‘relación’, ‘archivo’. De ahí que en algunos países hispanohablantes se llame récord al historial, expediente u hoja de servicios que detalla una trayectoria vital, profesional, académica o de otro tipo. A su vez, el récord policial es el certificado de antecedentes penales en Ecuador –conocido simplemente como record, en la forma inglesa, también en Bolivia y Puerto Rico −y el récord policivo, otra manera de decir policial, es en este último país tanto el expediente de un delincuente como un conjunto de documentos oficiales clasificados y protegidos.

Sin salirnos de ese mundo, en Ecuador y en la República Dominicana un récor es un expediente policial

La locución off the record, utilizada internacionalmente, en particular en el mundo del periodismo, para designar una información confidencial que no debe divulgarse no ha encontrado su lugar en el DLE, pero sí aparecía en las ediciones de 1984 y 1989 del Diccionario manual, editado también por la Academia y concebido como resumen y, a la vez, suplemento del entonces conocido como DRAE.

aurícula.- Cavidad del corazón que recibe la sangre de los vasos sanguíneos, cuyo número varía según los animales. El ser humano tiene dos.

Del latín auricŭla cordis. Cordis hace referencia al corazón, mientras que auricŭla es un diminutivo de auris ‘oreja’. De ahí que antiguamente fuera llamada oreja del corazón. Según el Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico en línea de la Universidad de Salamanca esta metáfora se encuentra ya en griego desde Hipócrates, en el siglo v a. C.

También es conocida como ala del corazón, que era el nombre al que remitía la palabra aurícula en el diccionario de la RAE hasta la edición de 1869.

No debe confundirse con alas del corazón, en plural, que significa ánimo, valor, brío. Antiguamente caerse las alas del corazón era, metafóricamente, desmayar, faltar el ánimo o la constancia en algún contratiempo o adversidad.

El adjetivo auricular hace referencia a lo perteneciente o relativo a las aurículas −existe otro, homógrafo, que tiene que ver con la oreja−, mientras que auroventricular lo hace a lo que es común a la aurícula y el ventrículo, nombre de cada una de las dos cavidades inferiores del corazón.

Aurícula tiene también la acepción, en botánica, de prolongación de la parte inferior del limbo –la parte ensanchada− de las hojas.

lechuza.- Ave rapaz nocturna, con plumaje muy suave, cabeza redonda, pico corto y encorvado, ojos grandes, y cara redonda, plana y blanca en forma de corazón.

También se la conoce como bruja, coruja, curuja, estrige y oliva.

El DLE no ofrece su etimología. Sí lo hace Corominas, que tras recordar la forma antigua nechuza, aventura que probablemente procedan de *nochuza, derivado despectivo de *nochua, procedente del latín nŏctŭa ‘lechuza’. Nechuza se habría alterado por influjo de la superstición antigua de que la lechuza gustaba de echarse sobre los niños de teta como si los amamantara.

Ave inmersa desde antiguo en creencias y supersticiones, abonadas por su condición nocturna –noche, oscuridad, muerte y fuerzas del mal han estado siempre vinculados en el imaginario popular, como nos recuerda Pilar García Mouton−, el Diccionario de autoridades (1734) aseguraba que «Díxose quasi Lecytusa del nombre Griego Lecytus, que significa Azeitera, porque se bebe el azéite de las lámparas».

En el sistema jeroglífico egipcio simbolizaba precisamente la muerte, la noche, el frío y la pasividad.

Cruzando una vez más el charco en este paseo, en Argentina se llama lechuza a una persona que supuestamente es portadora de mala suerte; en Bolivia, a la prostituta que generalmente trabaja de noche; en Uruguay es alguien aficionado al fisgoneo y en Panamá un coche fúnebre.

En la República Dominicana creer en huevos de lechuza es tener por cierto o posible algo que es ficticio o producto de la imaginación.

zuro.- El corazón o raspa de la mazorca de maíz después de desgranada.

El Diccionario de la lengua española no ofrece actualmente la etimología de esta palabra. En la edición de 1899 la hacía derivar del árabe dura ‘panizo’ –una planta originaria de Oriente−; en la de 1914 indica que tenía el mismo origen que zara –otra forma de llamar al maíz, voz que se suprimió en el lexicón académico en 1992–: el también árabe dzora, en línea con lo sostenido por el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada y correspondiente de la RAE Leopoldo de Eguilaz en su Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental (1886). Posteriormente desapareció toda referencia a su posible origen.

Este corazón de la mazorca de maíz es llamado también de otras maneras, de las que el DLE recoge las siguientes:

En España, raspa. Tuco, voz de origen onomatopéyico, en Asturias.

En el español de América encontramos en Chile, la Argentina y el Perú coronta, del quechua ‘korónta o qurunta ‘zuro de maíz’; también en estos dos últimos, además del Paraguay, Bolivia y el Uruguay, marlo; olote, del náhuatl olotl ‘corazón’, en México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica; y en Panamá, Cuba, República Dominicana, Colombia, Venezuela, Ecuador, el Perú y Bolivia, tusa, apócope del náhuatl tocizuatl ‘hojas de maíz verde’, según el Diccionario de americanismos.

En Albacete, Andalucía y Murcia zuro tiene también el significado de corcho de árbol.

 

El dicho de hoy

«Sursum corda».

En latín significa «arriba los corazones». Es, pues, una expresión para infundir ánimo. Pero no es con ese sentido con el que se ha incorporado a nuestra lengua. Cuando la misa se celebraba en latín esas palabras –equivalentes a «levantemos el corazón»− eran pronunciadas por el oficiante en el prefacio mientras levantaba los brazos y los fieles se ponían en pie. Como quiera que la mayoría de los fieles no entendía ya el latín, al ver la postura que el sacerdote adoptaba creían que estaba invocando a alguien importante y que por eso debían levantarse. De ahí que sursuncorda, en una sola palabra, haya llegado a formar parte del castellano con el significado de supuesto personaje anónimo de mucha importancia.

 

El reto de la semana

La de hoy es para nota y nunca mejor dicho. ¿Qué palabra relacionada con el corazón encontramos en el diccionario que nos hace pensar al momento en Richard Wagner?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

De paseo con el Valle-Inclán noir

09 jueves Abr 2020

Posted by Sollastre in LIBROS

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A tal abad peor sacristán, abad, abad bendito, abad comendaticio, abad mitrado, abadesa, bohonero, bufón, buhonero, buhunero, cajero, chacharero, charanguero, El abad de Bamba lo que no puede comer dalo por su alma, El abad que no tiene hijos es que le faltan los armandijos, falte, fiambre, gorgotero, macabro, mercachifle, pacotillero, pelarruecas, rocadero, rocador, rueca, varillero

Encontró el paseante en estos días de recogimiento obligado un hilo en Twitter que jugaba a imaginar cómo serían las películas sobre esta pandemia rodadas por distintos directores: Almodóvar; Scorsese; Tarantino; Cameron…Le dio entonces por pensar en posibles obras literarias escritas por autores diversos –muy probablemente habrá también hilos tuiteros al respecto− y terminó convencido de que sin duda alguna una de las más interesantes sería la imaginada por Valle-Inclán.

Ayudó a ello haber leído hace unas semanas Valle-Inclán noir, libro de bellísima factura, tanto interna como externa, en el que la editorial @La_Felguera reúne una selección de los mejores poemas, conferencias, artículos y ensayos que el autor dedicó al misterio, al ocultismo, a lo invisible. Sus páginas nos llevan a pasear por ese mundo sobrenatural de cuyas fuentes bebió desde su misma infancia en su mágica Galicia natal, pero también por el de las visiones modernistas de una sociedad que se enfrentaba a profundos cambios −¿como la nuestra ahora?− y por el del lado oscuro, noir, de nuestra existencia y su luz, oscura, sí, pero luz al fin y al cabo.

Como quiera que, y así nos lo recuerda Ramón Mayrata en el prólogo, «bien se sabe que las palabras no rehúyen lo que no es visible», pasearemos hoy por cinco de ellas empleadas para escribir sobre ello por un autor tan inclasificable como excelso de quien no estamos seguros de poder afirmar con seguridad si su vida estuvo a la altura de su obra o viceversa.

buhonero.- La persona que lleva o vende cosas de buhonería, palabra derivada de aquella y que es el conjunto de baratijas y cosas de poca monta, como botones, peines, agujas cintas…

Aunque el DLE no lo especifica también deriva de ella bujería, chuchería o mercadería de poco valor y precio –hecha de vidrio, estaño, hierro, etc.−, especialmente, como señala Corominas, la que se entregaba a los indios.

Se escribe igualmente en la forma bohonero, aunque está en desuso, y en otros tiempos llegó a emplearse también buhunero.

Aunque en un principio se pensó que podía venir del italiano bugione ‘embaucador, embustero’, hoy en día se considera que lo hace del antiguo buhón, este de bufón, y este de la onomatopeya buff, expresiva de la verborrea con la que el buhonero hace propaganda de su mercancía presentándola como la mejor.

Esto último queda reflejado en el refrán, que encontramos en el acto ix de La Celestina, Cada buhonero alaba su mercancía.

Además del ya citado bufón la obra académica recoge como sinónimos cajero; gorgotero; mercachifle y charanguero, este último utilizado en los puertos de Andalucía.

Cruzando el charco encontramos que en el español de América también recibe los nombres de chacharero y varillero en México; falte en Chile y pacotillero en este país y en Guatemala. A su vez en la República Dominicana y en Venezuela un buhonero es, por extensión, un vendedor ambulante en general, que es la definición que ofrece Moliner.

abad.- Del latín tardío abbas, abbātis, este del griego abbâ, y este del siriaco abbā ‘padre’, según el DLE. Corominas se inclina por el arameo abba.

La forma femenina, abadesa, también del latín tardío: de abbatissa.

Tiene como primera acepción la de superior al que corresponde la autoridad jurídica de un monasterio, pero sirve igualmente para referirse a otras dignidades católicas: al superior de algunas colegiatas; en los antiguos cabildos catedralicios, al título de una dignidad; a un cura párroco en general; al título honorífico de un noble lego que por herencia poseía una abadía con títulos secularizados o al cura elegido por sus compañeros para presidirlos en cabildo durante algún tiempo.

En algunos lugares también es conocido como abad el máximo responsable de una cofradía o hermandad.

Como abad comendaticio se conoce al que, por merced papal disfrutaba de ciertas rentas sobre una abadía, sin regirla ni residir en ella; abad bendito se llamaba al que ejercía y tenía jurisdicción cuasi episcopal y abad mitrado es el que tiene derecho a usar insignias episcopales, como la mitra.

El abad, una figura tradicionalmente prominente y poderosa, es protagonista de numerosos dichos y refranes, en los que con frecuencia no sale bien parado. Valgan como ejemplo:

A mal abad, peor sacristán (Quien es ruin acabará por toparse con alguien peor).

El abad de Bamba, lo que no puede comer dalo por su alma (En referencia a aquellos que solo son generosos con lo que nos les sirve para nada).

El abad que no tiene hijos es que le faltan los argamandijos (Aludiendo a la lujuria de muchos de estos clérigos).

rueca.- Utensilio que se utilizaba antiguamente en el hilado, consistente en una vara delgada con una pieza en la parte superior en forma de piña, llamada rocadero o rocador, que servía para colocar el copo de la materia que se iba a hilar: lino, algodón, lana…

En cuanto a su origen etimológico, Covarrubias (1611) sostenía que podía estar en roca, por tener esa forma el rocadero, y el Diccionario de autoridades (1737) aventuraba que también podría deberse al «nombre hebreo rucang, que quiere decir roca.» Hoy en día se considera que proviene del germánico *rŏkko, introducido, según Corominas, en el latín vulgar desde fecha muy antigua, quizá por el mayor desarrollo de la hilandería entre los pueblos llamados bárbaros que entre los romanos.

Simbólicamente, al igual que el huso o la lanzadera –otros dos instrumentos relacionados con el hilado y el tejido− la rueca se vincula con el tiempo, el inicio y la conservación de la creación. Tienen asimismo un sentido sexual. Son atributo de las parcas, las deidades de la mitología romana que hilan la trama de la vida y cortan el hilo.

El término rueca tiene, además, una segunda acepción: la de vuelta o torcimiento de alguna cosa, mientras que en germanía hacía referencia a la espada del cobarde, por lo que era también símbolo de la cobardía.

De forma figurada y coloquialmente se denominaba pelarruecas a una mujer pobre que vivía de hilar.

fiambre.- De *friambre, derivado de frío, por disimilación.

Comida de carne preparada de forma –cocida, asada o curada− que pueda conservarse durante mucho tiempo y que por lo general se consume fría.

Ángel Muro hacía ya hincapié en su Diccionario general de cocina (1892) en que para que un manjar pueda ser considerado fiambre es preciso que haya sido preparado para este fin; si fue cocinado para comerlo caliente no basta que esté frío para que se le pueda considerar como tal

Coloquialmente la palabra adquiere dos significados más:

1) Algo que ha perdido actualidad u oportunidad. Esto se aplica especialmente a una noticia o información pasadas de tiempo. En Francia se denomina así –la forma es viande froide− a la biografía de personalidades que se tiene ya redactada y guardada en reserva para utilizarla en el momento oportuno, especialmente cuando hay que publicar la necrológica.

2) Un cadáver, convirtiéndose así en disfemismo –modo de decir que consiste en nombrar una realidad con una expresión peyorativa o con intención de rebajarla de categoría− de muerto o fallecido.

El Diccionario de americanismos recoge varios tipos de alimentos que reciben este nombre, entre los que destaca un plato nacional de Guatemala, elaborado con una mezcla de carnes, embutidos y encurtidos de verduras, que se come tradicionalmente el día de Todos los Santos.

macabro.- Adjetivo que se aplica a aquello que participa de la fealdad de la muerte y de la repulsión o terror que esta suele causar.

Se dice también de la persona aficionada a cosas macabras.

Es vocablo de origen un tanto incierto. Cuando en 1914 se incorporó al diccionario de la RAE se consideraba que procedía del árabe macbora ‘cementerio’. En la edición de 1956 se pasa a hablar del también árabe maqābir ‘tumbas, cementerio’, en línea con lo defendido en 1944 por el arabista Asín Palacios; actualmente, tras un giro copernicano introducido en 2001, se hace referencia al francés macabre, y este al antiguo [dance] Macab[r]é ‘danza de la Muerte’.

Esta era una representación teatral medieval, probablemente de inspiración religiosa, en la que, en una ronda fúnebre, la muerte bailaba alternativamente alrededor de una tumba con personas de toda condición social.

Pero también en el idioma de nuestros vecinos encontramos poca certidumbre respecto a la procedencia de este término. Tras desechar por falta de fundamento las etimologías orientales consideran plausible que Macabré traiga principio del nombre hebreo Macabeo a través de cuatro posibles vías: 1) sería el nombre de un pintor autor de una danza macabra que inspiró al escritor Jean Le Fèvre el poema La dance (de) Macabré; 2) habría sido el nombre de un poeta autor de los textos que acompañaban a una representación pictórica de la danza de la muerte; 3) el autor de una danza macabra (tal vez el propio Le Fèvre) habría atribuido su prólogo a un «predicador» llamado Judas Macabeo; 4) la danza de la muerte habría sido en origen una representación del martirio de los santos sirios conocidos como los siete hermanos macabeos, que murieron por defender su fe.

 

La cita de hoy

«El hombre que más entiende es el que más ama y el amor es la flor de la moral».

 Ramón del Valle Inclán

 

El reto de la semana

¿Con que pescado, cuyo nombre deriva de una de nuestras palabras protagonistas hoy, podríamos recuperar fuerzas tras el paseo?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Un paseo en el que Todo cuenta

01 miércoles Abr 2020

Posted by Sollastre in LIBROS

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birbesco, birlar, birloque, brújula, corazón, la magdalena de Proust, madalena, magdalena, MAGIA, magia blanca, magia natural, magia negra, mirar por brújula, nigromancia, píxide, perder la brújula, por arte de birlibirloque, por arte de magia, terapia, ver por brújula

Continúa el recogimiento. Por lo tanto, tras el paseo gratulatorio a los farmacéuticos regresamos a los libros para seguir viajando con la mente, pues ya ha nos ha recordado estos días el mexicano Guillermo Arriaga, que31 se define como un contador de historias, que se puede viajar y tener experiencias en otros mundos a través de la literatura aunque no se pueda salir de casa.

Lo hacemos en esta ocasión con Todo cuenta, donde Diana Orero nos muestra en toda su extensión el poder de las historias para conformar nuestra propia realidad y la forma en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos: las que nos cuentan y las que nos contamos; cómo nos las cuentan y cómo nos las contamos; cómo las vivimos y cómo las recordamos… Cómo, en definitiva, todos somos creadores de nuestra realidad, para lo que tenemos en todo momento la capacidad de editar, revisar e interpretar nuestras historias.

Un libro de «memorias» en su doble sentido de exposición de hechos sobre un asunto y de relación de recuerdos y datos personales de quien lo escribe, pues a través de sus páginas la autora va alternando planteamientos teóricos y prácticos de diversos autores con la narración de experiencias de su propia vida. Al fin y al cabo, la mejor manera de aprender a contar historias es contándolas y la mejor manera de contarlas es haberlas vivido.

Pasearemos hoy, recordando aquello de que las palabras nos ayudan a dar significado a lo que vivimos y que las que usamos también hablan, ¡y mucho!, de nosotros, por cinco de ellas que nos han llamado la atención en estas páginas cuya lectura nos deja bien claro que a la hora de comunicarnos nuestro público objetivo más importante somos cada uno de nosotros.

P. D.: Diana Orero nos hace ver cómo nombrar lo mismo con palabras diferentes consigue sugerir en nuestra mente cosas totalmente distintas, que las palabras no cambian las cosas, pero sí la percepción que tenemos de ellas. Antes de leer este libro en la primera línea de este paseo seguramente habría aparecido alguna palabra como confinamiento, reclusión, aislamiento, encierro o cuarentena en vez de recogimiento.

corazón.- El órgano de la circulación de la sangre, de naturaleza muscular y común a todos los vertebrados y a muchos invertebrados.

Del latín cor, que se encuentra también en el origen de palabras como cordial, coraje o discordia.

Al menos desde los escritores latinos se tiene al corazón como sede de la inteligencia, del sentido común, así como del ánimo y de sentimientos como el valor. De ahí que aparezca en numerosas locuciones y dichos. Aquí vemos algunos:

Declarar o abrir alguien su corazón es manifestar su intimidad, mientras que abrir el corazón a alguien es infundirle ánimo. A ese cobrar ánimo se le dice crecer corazón o ensanchar el corazón de quien no tiene corazón para algo, de aquel al que le falta valor. Del que lo tiene se afirma que tiene el corazón bien puesto.

Cubrírsele, arrancársele, partírsele o quebrársele a alguien el corazón es entristecerse mucho, tal vez porque se le haya clavado algo en el corazón o por ser un blando de corazón.

Eso no le ocurrirá a quien no tiene corazón o tiene el corazón de bronce o de piedra. Frente a él encontramos a quien tiene mucho corazón o es todo corazón, el que tiene un corazón de oro o que no le cabe el corazón en el pecho y actúa con el corazón en la mano, siendo franco y sincero.

Y a quien está muy nervioso, es decir el que tiene el corazón en un puño o no le cabe el corazón en el pecho, será fácil que se le encoja –se acobarde− o se le hiele –se quede pasmado o atónito por una noticia− el corazón, por lo que tendrá que hacer de tripas corazón, esforzarse por disimularlo para seguir actuando con normalidad.

brújula.- Del italiano bussola, este del latín vulgar buxĭda ‘cajita’, y este del griego pyxída, acusativo de pyxís, –ídos ‘caja’ –de donde también deriva píxide, recipiente en que se guardan las hostias consagradas o se llevan, por ejemplo, a dar la comunión a los enfermos. Suele tener forma de cáliz−.

Se trata de una caja en cuyo interior se encuentra una aguja imantada que gira sobre un eje y señala espontáneamente el norte magnético, lo que permite determinar cualquier otra dirección del horizonte. También llamada calamita y, en ingeniería, compás.

En marina es un instrumento que indica el rumbo en una embarcación. Consta de una caja con dos círculos concéntricos: el interior, que lleva la aguja magnética, gira; el exterior, fijo, lleva señalada la dirección de la quilla del buque.

Esta última ha recibido también los nombres de compás, aguja, aguja de bitácora, aguja magnética o aguja de marear.

La locución perder la brújula, o el norte, se emplea para indicar que alguien ha perdido o la calma, el tino en el manejo de una situación.

Otras dos locuciones que muestra el DLE, ver por brújula –observar desde un sitio por donde se descubre poco− y mirar por brújula o brujulear −en los juegos de naipes, descubrirlos poco a poco para saber por las pintas o rayas de qué palo son− traen su origen de una acepción desusada de brújula: la pequeña abertura o agujerito que se hacía en las armas antiguas para precisar la puntería. Correspondería, en cierto modo, a lo que hoy llamamos mira.

madalena.- La otra forma en que se escribe magdalena, un tipo de bollo pequeño de masa suave elaborado con los mismos ingredientes que el bizcocho –aceite, harina, leche y huevo−, cocido al horno y presentado en molde de papel rizado.

Llamada así a partir del nombre femenino Madeleine ‘Magdalena’ por razones que se desconocen. Aunque no hay datos fehacientes, parece deberse a Madeleine Paulmier, cocinera de Madame Perrotin de Barmond, a quien el gran escritor culinario Grimond de la Reyniere (1758-1837) atribuyó la invención de este dulce y que es la etimología que aparece en el DLE.

Corominas sugiere que probablemente fuera llamada así porque se emplea para mojar, y entonces gotea, «llorando como una Magdalena», alusión al personaje bíblico del que procede el nombre propio, una de las mujeres que presenciaron y lloraron la muerte de Cristo.

Como «la magdalena de Proust» se conoce el fenómeno por el que la mera exposición a un estímulo gustativo u olfativo desencadena automáticamente, merced al sistema límbico –la zona del cerebro que juega un papel determinante en las emociones−, un recuerdo del pasado que permanecía olvidado o que incluso no era susceptible de ser recuperado voluntariamente. Es lo que le ocurre al protagonista de la obra de Marcel Proust Por el camino de Swann (1913) cuando al llevarse a los labios una cucharada de té en la que ha dejado empaparse un trozo de magdalena es súbita e inesperadamente transportado por su cerebro a los veranos de su infancia en la ciudad de Combray.

magia.- Hace referencia tanto al arte que tiene como objetivo realizar cosas maravillosas contrarias a las leyes naturales como al poder con que se producen. Para ello se valen determinados actos y palabras y de la intervención de seres imaginarios.

También se denomina magia al encanto, atractivo particular o hechizo que ejerce alguien o algo, que parece fuera de la realidad o hace olvidarse de ella.

Procede del latín magīa, y este del griego mageía.

El Diccionario académico, que la considera, junto con la alquimia, la astrología y otras, una de las ciencias ocultas –las que pretenden penetrar y dominar los secretos de la naturaleza− diferencia dos tipos:

La magia blanca, que es aquella que a través de medios naturales produce efectos de apariencia sobrenatural. Recibe también el nombre de magia natural.

La magia negra o, coloquialmente, nigromancia –también en la forma, poco usada, nigromancía−, rito supersticioso que trata de obtener el concurso del diablo para conseguir cosas extraordinarias.

Cuando algo acontece de modo inexplicable se dice que es por arte de magia, de encantamiento o de birlibirloque. Respecto a este último término José María Iribarren refiere en El porqué de los dichos (1955) que provendría del lenguaje de germanía, en el que birlar significa estafar –hoy permanece la acepción coloquial de hurtar algo con disimulo− y birloque o birbesco, ladrón, por lo que hacer algo por arte de birlibirloque no dejaría de ser una estafa ejecutada con destreza o maestría, al igual que los supuestos hechos sobrenaturales.

terapia.- Del griego therapeía, es el tratamiento de una enfermedad o de cualquier otra disfunción o el destinado a solucionar problemas psicológicos.

Salvo error u omisión, como solía decirse antaño, el Diccionario de la lengua española recoge las siguientes, según el medio que emplean:

aeroterapia.- aire.

aromaterapia o aromatoterapia.- aceites esenciales.

balneoterapia.- baños generales o locales

bioterapia.- componentes naturales del sistema de defensa del organismo.

cinesiterapia, kinesioterapia, quinesioterapia,

kinesiterapia o quinesiterapia.- movimientos activos o pasivos del cuerpo.

cobaltoterapia.- radiación gamma del cobalto 60.

crioterapia.- bajas temperaturas.

electroterapia.- electricidad.

ergoterapia.- trabajos manuales.

farmacoterapia.- medicamentos.

fisioterapia.- medios físicos (como el calor), ejercicios, masajes o medios mecánicos.

fitoterapia.- plantas o sustancias vegetales.

fototerapia.- luz

gemoterapia.- yemas o tejidos embrionarios vegetales.

helioterapia.- rayos solares.

hidroterapia.- agua.

hormonoterapia.- hormonas.

inmunoterapia.- mecanismos inmunitarios.

laborterapia.- trabajo.

magnetoterapia.- magnetismo

masoterapia.- masaje.

mecanoterapia.- aparatos para producir movimientos en el cuerpo.

mesoterapia.- inyecciones de medicamentos.

metaloterapia.- metales.

musicoterapia.- música.

opoterapia.- órganos animales.

psicoterapia o sicoterapia.- técnicas psicológicas

quimioterapia.- productos químicos.

radioterapia o radiumterapia.- radiaciones.

reflexoterapia.- masajes en pies o manos

seroterapia o sueroterapia.-sueros medicinales.

talasoterapia.- baños en el mar o el aire de este.

termoterapia.- calor.

La cita de hoy

«La pregunta ‘por qué’ te lleva a lo que quieres cambiar; ‘para qué’ te transporta a lo que quieres conseguir».

Diana Orero

El reto de la semana

Hoy muy ludolingüístico. Si jugando con las sílabas podría decirse que un «candado» es un perro entregado (can dado), ¿qué palabra relacionada con nuestro paseo de hoy vendría a decirnos que ha sido muy extenso?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

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