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Realizaba el otro día el paseante su cotidiano recorrido mañanero –en la doble acepción del término− por la prensa, espacio que en estas semanas encuentra prácticamente monopolizado por las noticias relativas al coronavirus, cuando cayó en un titular que le recordó a un reciente paseo: «Los expertos médicos estudian la conexión entre el coronavirus y el corazón».
Una conexión referente al aspecto físico de ese órgano de nuestro cuerpo y no a ninguno de los sentidos metafóricos que se han ido asociando a él a lo largo de la historia: amor, sensatez, valor, bondad… Hace un par de semanas pudimos recorrer algunos de esos significados de la mano de Diana Orero y su libro Todo cuenta.
Así que como parece que el azar ha puesto esta voz en nuestro camino para que topáramos de nuevo con ella, aprovecharemos, ya que no sufrimos ninguna cardiopatía, para pasear hoy por cinco palabras incluidas en el Diccionario de la lengua española que guardan distintos tipos de conexión con ella. Garbeo que tenemos la corazonada de que resultará de lo más cordial.
hiedra.- Planta de la familia de las araliáceas, con tronco y ramos sarmentosos de los que brotan raicillas que se agarran fuertemente a los cuerpos inmediatos: troncos de árboles, paredes, etc. Las hojas de los ramos superiores tienen forma de corazón. Aunque no es una parásita verdadera, daña y aun ahoga con su espeso follaje a los árboles por los que trepa. Se emplea mucho en parques y jardines para cubrir muros.
Se escribe también con la forma yedra y recibe asimismo los nombres de hiedra arbórea y cazuz.
Documentada por vez primera en nuestra lengua hacia 1295, deriva del latín hedĕra.
La hiedra terrestre es otra planta, una vivaz de la familia de las labiadas, con hojas pecioladas con forma igualmente de corazón. Se ha empleado en medicina como expectorante.
La palabra hiedra aparece en el diccionario además en la definición de otra: tirso, vara adornada con hojas de hiedra y parra y rematada con una piña en la punta que solía llevar como cetro la figura de Baco y se usaba en las fiestas dedicadas a este dios.
Los seguidores de estos paseos que ya tengan una edad recordarán sin duda que La hiedra era el título de una canción italiana –L’edera en su idioma original−que el grupo mexicano-puertorriqueño Los Panchos popularizó en nuestro idioma. Para quien quiera escucharla dejamos aquí el enlace a la versión que hizo Paloma San Basilio, más fiel a la letra original.
récord.- Marca, el mejor resultado técnico homologado en el ejercicio de un deporte hasta el momento de que se trata. Por extensión se aplica también al resultado máximo o mínimo en otras actividades. Se utiliza frecuentemente en aposición: tiempo récord.
La Academia nos dice que procede del inglés record, que a su vez lo hace, a través del francés antiguo recorder, del latín recordor, recordari, que literalmente significa «volver a pasar por el corazón», cor en latín, como lugar metafórico en que reside la memoria.
Como verbo record en inglés significa ‘grabar’, ‘registrar’ y como sustantivo ‘documento’, ‘relación’, ‘archivo’. De ahí que en algunos países hispanohablantes se llame récord al historial, expediente u hoja de servicios que detalla una trayectoria vital, profesional, académica o de otro tipo. A su vez, el récord policial es el certificado de antecedentes penales en Ecuador –conocido simplemente como record, en la forma inglesa, también en Bolivia y Puerto Rico −y el récord policivo, otra manera de decir policial, es en este último país tanto el expediente de un delincuente como un conjunto de documentos oficiales clasificados y protegidos.
Sin salirnos de ese mundo, en Ecuador y en la República Dominicana un récor es un expediente policial
La locución off the record, utilizada internacionalmente, en particular en el mundo del periodismo, para designar una información confidencial que no debe divulgarse no ha encontrado su lugar en el DLE, pero sí aparecía en las ediciones de 1984 y 1989 del Diccionario manual, editado también por la Academia y concebido como resumen y, a la vez, suplemento del entonces conocido como DRAE.
aurícula.- Cavidad del corazón que recibe la sangre de los vasos sanguíneos, cuyo número varía según los animales. El ser humano tiene dos.
Del latín auricŭla cordis. Cordis hace referencia al corazón, mientras que auricŭla es un diminutivo de auris ‘oreja’. De ahí que antiguamente fuera llamada oreja del corazón. Según el Diccionario médico-biológico, histórico y etimológico en línea de la Universidad de Salamanca esta metáfora se encuentra ya en griego desde Hipócrates, en el siglo v a. C.
También es conocida como ala del corazón, que era el nombre al que remitía la palabra aurícula en el diccionario de la RAE hasta la edición de 1869.
No debe confundirse con alas del corazón, en plural, que significa ánimo, valor, brío. Antiguamente caerse las alas del corazón era, metafóricamente, desmayar, faltar el ánimo o la constancia en algún contratiempo o adversidad.
El adjetivo auricular hace referencia a lo perteneciente o relativo a las aurículas −existe otro, homógrafo, que tiene que ver con la oreja−, mientras que auroventricular lo hace a lo que es común a la aurícula y el ventrículo, nombre de cada una de las dos cavidades inferiores del corazón.
Aurícula tiene también la acepción, en botánica, de prolongación de la parte inferior del limbo –la parte ensanchada− de las hojas.
lechuza.- Ave rapaz nocturna, con plumaje muy suave, cabeza redonda, pico corto y encorvado, ojos grandes, y cara redonda, plana y blanca en forma de corazón.
También se la conoce como bruja, coruja, curuja, estrige y oliva.
El DLE no ofrece su etimología. Sí lo hace Corominas, que tras recordar la forma antigua nechuza, aventura que probablemente procedan de *nochuza, derivado despectivo de *nochua, procedente del latín nŏctŭa ‘lechuza’. Nechuza se habría alterado por influjo de la superstición antigua de que la lechuza gustaba de echarse sobre los niños de teta como si los amamantara.
Ave inmersa desde antiguo en creencias y supersticiones, abonadas por su condición nocturna –noche, oscuridad, muerte y fuerzas del mal han estado siempre vinculados en el imaginario popular, como nos recuerda Pilar García Mouton−, el Diccionario de autoridades (1734) aseguraba que «Díxose quasi Lecytusa del nombre Griego Lecytus, que significa Azeitera, porque se bebe el azéite de las lámparas».
En el sistema jeroglífico egipcio simbolizaba precisamente la muerte, la noche, el frío y la pasividad.
Cruzando una vez más el charco en este paseo, en Argentina se llama lechuza a una persona que supuestamente es portadora de mala suerte; en Bolivia, a la prostituta que generalmente trabaja de noche; en Uruguay es alguien aficionado al fisgoneo y en Panamá un coche fúnebre.
En la República Dominicana creer en huevos de lechuza es tener por cierto o posible algo que es ficticio o producto de la imaginación.
zuro.- El corazón o raspa de la mazorca de maíz después de desgranada.
El Diccionario de la lengua española no ofrece actualmente la etimología de esta palabra. En la edición de 1899 la hacía derivar del árabe dura ‘panizo’ –una planta originaria de Oriente−; en la de 1914 indica que tenía el mismo origen que zara –otra forma de llamar al maíz, voz que se suprimió en el lexicón académico en 1992–: el también árabe dzora, en línea con lo sostenido por el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada y correspondiente de la RAE Leopoldo de Eguilaz en su Glosario etimológico de las palabras españolas de origen oriental (1886). Posteriormente desapareció toda referencia a su posible origen.
Este corazón de la mazorca de maíz es llamado también de otras maneras, de las que el DLE recoge las siguientes:
En España, raspa. Tuco, voz de origen onomatopéyico, en Asturias.
En el español de América encontramos en Chile, la Argentina y el Perú coronta, del quechua ‘korónta o qurunta ‘zuro de maíz’; también en estos dos últimos, además del Paraguay, Bolivia y el Uruguay, marlo; olote, del náhuatl olotl ‘corazón’, en México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica; y en Panamá, Cuba, República Dominicana, Colombia, Venezuela, Ecuador, el Perú y Bolivia, tusa, apócope del náhuatl tocizuatl ‘hojas de maíz verde’, según el Diccionario de americanismos.
En Albacete, Andalucía y Murcia zuro tiene también el significado de corcho de árbol.
El dicho de hoy
«Sursum corda».
En latín significa «arriba los corazones». Es, pues, una expresión para infundir ánimo. Pero no es con ese sentido con el que se ha incorporado a nuestra lengua. Cuando la misa se celebraba en latín esas palabras –equivalentes a «levantemos el corazón»− eran pronunciadas por el oficiante en el prefacio mientras levantaba los brazos y los fieles se ponían en pie. Como quiera que la mayoría de los fieles no entendía ya el latín, al ver la postura que el sacerdote adoptaba creían que estaba invocando a alguien importante y que por eso debían levantarse. De ahí que sursuncorda, en una sola palabra, haya llegado a formar parte del castellano con el significado de supuesto personaje anónimo de mucha importancia.
El reto de la semana
La de hoy es para nota y nunca mejor dicho. ¿Qué palabra relacionada con el corazón encontramos en el diccionario que nos hace pensar al momento en Richard Wagner?
(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)