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~ Disfrutando con las palabras

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Paseando por la historia de España

13 sábado Feb 2021

Posted by Sollastre in HISTORIA, Sin categoría

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amotinado, amotinador, amotinamiento, amotinar, borbonear, corniculata, desamotinarse, falcata, herejía, heresiarca, meter en paria, motín, muta, parecer la estampa de la herejía, paria, parias

Ocupó el paseante algunos días del inicio de este año en leer una historia de España que recibió como obsequio de amigo invisible con ocasión de la llegada de los Reyes Magos. Un libro escrito con esa pretensión de levedad que parece que debe impregnar todo intento de divulgación hoy en día.

Un volumen que, además, se dice escrito para lectores escépticos. Cualidad, el escepticismo, que se asocia a toda persona sabia, aunque con frecuencia haya quien confunde esto con no creer en nada en vez de, como pensamos que es más apropiado, considerarse un cuestionamiento de toda verdad por el mero hecho de ser presentada como tal por la autoridad establecida.

El caso es que este regalo permitió a quien traza estos paseos volver a recordar con cariño a algunas figuras secundarias —unas mucho; otras algo menos— que siempre le atrajeron en la historia de esta piel de toro cuya supervivencia como nación sigue pareciendo un auténtico milagro a algunos: Marcial; Al-Hakam II; Kristina de Noruega; Julián Sánchez, el Charro; José Maldonado…

Pero, además de personajes históricos, esta crónica hispánica nos ofreció algunas palabras con las que pergeñar un nuevo paseo, cinco de las cuales, y algunas más homógrafas, abordamos a continuación. Paseemos, pues, por ellas y brindemos por el futuro —incierto, no lo vamos a negar— de una tierra que, a pesar de lo que predican los agoreros, tiene, estamos convencidos de ello, porvenir. ¿Acaso no ha sobrevivido hasta ahora contra todo pronóstico? 😉

falcata.- Espada de hoja curva y con estrías longitudinales usada por los antiguos iberos. El historiador Diodoro Sículo (siglo I a. C.) aseguraba que podía cortar todo lo que encontrara en su camino, pues debido a la extraordinaria calidad del hierro con que se forjaba no había escudo, casco o hueso que pudiera resistir su golpe.

El nombre procede del latín [spatha] falcāta ‘[espada] en forma de hoz’, aunque el término no aparece documentado como sustantivo en las fuentes literarias de la antigüedad.

La palabra falcata, que se incorporó al diccionario académico en fecha tan reciente como la edición de 2001, comenzó a emplearse por los especialistas en el siglo xix a raíz de su aparición en un artículo del historiador y arqueólogo Fernando Fulgosio publicado en 1872 en la revista Museo español de antigüedades.

Considerada por los estudiosos como el arma característica de los pueblos ibéricos por su forma peculiar y su generalización en comparación con otros tipos de armas, su procedencia no es segura. Diversas hipótesis plantean que podría tener origen autóctono; continental centroeuropeo; griego; o haber llegado a la península desde las costas balcánicas del Adriático.

Existe una palabra homógrafa que tuvo su lugar en el diccionario académico en el siglo XVIII. Un adjetivo sinónimo de otro, corniculata, que se aplica a la Luna desde que empieza a verse después del novilunio, hasta cerca del cuarto creciente, y después del cuarto menguante, hasta que no se puede ver por la cercanía del Sol. Se llamó así por la figura con que aparece a manera de cuernos.

motín.- Disturbios promovidos, generalmente en contra de la autoridad constituida, por gente en actitud de rebeldía.

Procede de la sustantivación del francés medieval mutin, ‘revoltoso, rebelde’, antes meute, derivado del francés antiguo muete ‘rebelión’, y este del latín mŏvĭta ‘movimiento’, participio pasado femenino de movere ‘mover’. En última instancia, de la raíz del protoindoeuropeo *meue- ‘apartar’.

En el diccionario encontramos también amotinar, que es alzar en motín; amotinamiento, la acción y efecto de amotinar; amotinador, aquel que lo provoca; amotinado, el que participa en él; o desamotinarse, dejar de participar en él, «reduciéndose a quietud y obediencia», como reza el DLE.

De ese meute que se encuentra en el origen galo de nuestro vocablo deriva también otro en nuestro idioma: muta, una forma poco usada de referirse a una jauría, el conjunto de perros que levantan la caza en una montería y, por extensión, un grupo de personas que persiguen a alguien con saña.

En nuestra querida España, tierra levantisca en la que las asonadas han sido moneda corriente a lo largo de la historia, algunos motines han logrado entrar en ella con nombre propio: el Motín de Esquilache (1766), que tuvo como excusa las medidas innovadoras de este ministro de Carlos III; el Motín de Aranjuez (1808), en contra de Manuel Godoy, secretario de estado de Carlos IV; o el Motín de La Granja (1836), pronunciamiento militar que logró la restitución de la Constitución de 1812.

parias.- Tributo que en la Edad media pagaba un soberano al de otro reino en reconocimiento de la superioridad de este.

Era pagado especialmente por reyes musulmanes a reyes cristianos de los diferentes reinos peninsulares en momentos en los que aquellos, aunque más débiles militarmente, contaban con una economía más próspera que la de su adversario. Se establecía así una especie de vasallaje. De la importancia de estos ingresos para las arcas cristianas da cuenta el hecho de que cuando Fernando I (1037-1065) dividió en su testamento el reino entre sus tres hijos —decisión que más tarde se demostraría poco acertada— cada territorio incluía como herencia las parias de diversos territorios musulmanes.

Deriva del latín tardío pariāre ‘igualar dos cosas’, ‘saldar’, ‘pagar’.

En el DLE aparece así, en forma plural. Sin embargo, como ya vimos al pasear por otro tributo medieval, la almocatracía, en el Diccionario panhispánico del español jurídico aparece con otra grafía: paria, en singular. Tras una consulta a la Real Academia Española respecto a cuál es la manera considerada correcta recibimos como respuesta que «en la documentación es mayoritario el empleo del plural, aunque se documenta a veces en singular, como en la expresión entrar/meter en paria». Expresión esta que podemos encontrar a lo largo del Poema de Mío Cid.

Curiosamente ambas formas cuentan con palabras homógrafas. Una en plural, parias, forma poco usada de denominar a la placenta, y dos en singular, paria: la primera se aplica a una persona de la India fuera del sistema de las castas o a alguien a quien se excluye por ser considerado inferior; la segunda, a una mujer natural de la isla de Paros, en el mar Egeo.

herejía.- Doctrina o sistema teológico que se opone a aquello  que la autoridad religiosa admite como intocable en su fe. También un error sostenido con pertinacia en relación con ella. Si además la herejía se sostiene igualmente con pertinacia eso es hereticar.

El Diccionario de la lengua española recoge también los significados de sentencia errónea contra los principios ciertos de una ciencia o arte; disparate, acción desacertada; palabra gravemente injuriosa contra alguien; o daño o tormento grandes infligidos injustamente a una persona o animal. Antiguamente se empleaba también con los sentidos de adhesión a las cosas fuera de razón o, familiarmente, de carestía.

Hasta la edición de 1822 aparecía en el diccionario académico en la forma heregía.

Procede de la voz hereje, que lo hace del occitano eretge, este del latín tardío haeretĭcus, y este del griego hairetikós, ‘partidista’, ‘sectario’.

El fundador de una herejía es un heresiarca. Algunos de ellos se han hecho un hueco en nuestro diccionario gracias al nombre de su doctrina o el que reciben sus seguidores: Valentín (s. II) —valentiniano—; Sabelio (s. III)—sabelianismo—; Prisciliano (s. IV) —priscilianismo—; Eutiques (s. V) —eutiquianismo, eutiquiano—; Pelagio (s. V) —pelagianismo—; Berenger (s. XI) —berengario—; o Pedro de Valdo (s. XII) —valdense—.

Por su parte, la locución coloquial parecer la estampa de la herejía se emplea para señalar que alguien es muy feo o que va vestido con muy mal gusto.

borbonear.- Intervención directa en política por parte del jefe del Estado (un monarca de la casa de Borbón), incluso saliéndose de su papel institucional, valiéndose principalmente de medios indirectos para lograr su fin. Por ello es frecuente encontrar esta palabra asociada a otras como ventajismo, manipulación, falsedad, engaño o traición.

Es voz que no aparece en los diccionarios, aunque sí está suficientemente documentada.

En ocasiones se adjudica la creación de este neologismo al general Primo de Rivera cuando se encontraba al frente del Gobierno (1923-1930), aunque hay quienes remontan su origen al reinado de Fernando VII. En lo que sí existe consenso es en considerar a Alfonso XIII como paradigma de borboneador.

El apelativo familiar, del que surge este término, tiene su origen en Bourbon-l’Archambault, localidad francesa en la región de Auvernia, cuyo nombre procedería de Borvo, dios de la mitología celta gala con poderes curativos, asociado al agua y a las fuentes termales.

Sí encontramos en el DLE dos palabras directamente relacionadas con esta dinastía:

El adjetivo borbónico, que se aplica tanto a lo perteneciente o relativo a los Borbones como a alguien que es partidario de ellos.

Y bourbon, variedad de whisky procedente del sur de los Estados Unidos. Más concretamente del condado de Bourbon, en Kentucky, nombrado así en agradecimiento a la casa real francesa por su apoyo a la causa de la independencia.

Existe también un dicho vinculado a la familia, surgido en su país de origen: «Los Borbones nunca aprenden ni nunca olvidan». Deja el paseante su interpretación a la inteligencia de quienes tienen la gentileza de asomarse por estas líneas.

La cita de hoy

«Ser español y lúcido aparejó siempre una seca soledad».

Arturo Pérez-Reverte

El reto de la semana

Volvemos a buscar un animal ¿Con cuál habría sido lógico encontrarnos en nuestro paseo de hoy según las fuentes tradicionales de la etimología hispana?

(La respuesta, como siempre, en la página ΄Los retos΄)

Pirateando por el diccionario

19 jueves Nov 2020

Posted by Sollastre in PIRATERÍA, Sin categoría

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bucanero, carta de contramarca, carta de marca, corsario, cosario, cracker, cursario, filibote, filibustero, hacker, jáquer, pantalón corsario, pantalón pirata, patente de contramarca, patente de corso, pirata, pirata aéreo, pirata informático

Está claro que la literatura y el cine han contribuido decisivamente a plasmar en el imaginario colectivo una visión de la piratería en la que la rebeldía frente a la injusticia y las ansias de libertad de muchos de sus protagonistas logra enmascarar una realidad mucho menos ideal, en la que la violencia llevada a su grado máximo, la codicia o el desprecio por la vida ajena constituían rasgos distintivos.

Y, sin embargo, también en ese mundo sórdido podemos encontrar valores y principios que todos podríamos suscribir: la justicia a la hora de repartir el botín; la compensación por las mutilaciones sufridas; la forma democrática de tomar determinadas decisiones… Y, sobre todo, la lealtad a los compañeros, sabedores de que es la unión lo que hace la fuerza.

Esa misma solidaridad es la que ha sentido el paseante, en estos duros meses de pandemia, encarnada en el apoyo que le han prestado, al pairo y en la tormenta, en puerto y en la mar abierta, sus compeñeros de Piratas Unionistas, peña del club Unionistas de Salamanca.

En homenaje de gratitud a estos camaradas de tripulación navegaremos hoy bajo la Jolly Roger, el pabellón de la calavera y los huesos cruzados sobre fondo negro, por cinco palabras que encontramos en esa isla del tesoro que es para nosotros el diccionario y que son representativas de una Hermandad de la Costa que para el paseante ha quedado demostrado, gracias a ellos, que es algo más que un bonito nombre.

P. D. Compeñeros no es una errata: es la palabra que le gusta emplear al paseante para referirse a sus compañeros de peña.

pirata.- Persona que se dedica al abordaje de barcos en altamar con intención de robar. La violencia que ejercían con frecuencia en sus ataques motivó que también pasara a llamarse así a alguien cruel y despiadado.

Tiene su origen en el latín pirāta, y este en el griego peiratḗs ΄pirata΄, ΄bandido΄, derivado de peirân ‘intentar, aventurarse’.

La evolución de los tiempos y de la sociedad, que encuentra su correspondiente reflejo en la lengua, hizo que en las últimas décadas se incorporaran al Diccionario de la lengua española primero, en los años 80 del siglo pasado, el pirata aéreo, secuestrador de aviones, y ya en 2014 el pirata informático, el que accede ilegalmente a sistemas informáticos ajenos para apropiárselos u obtener información secreta. También fueron incluidas en esta última edición las voces inglesas cracker y hacker ―así como su adaptación al español, jáquer―, con el mismo significado.

También se califica como pirata a quien copia o reproduce el trabajo ajeno, ya sean libros, discos, películas, programas informáticos, etc., sin autorización y sin respetar la propiedad intelectual, y, en general, a todo aquello que es ilegal, que carece de la debida licencia o que está falsificado. El DLE cita expresamente la edición pirata, que es aquella llevada a cabo por quien no tiene derecho a hacerla, y la radio pirata, una emisora que funciona sin licencia legal.

Además, en el lexicón académico encontramos también, circunscrito su uso a España, el pantalón pirata, que se caracteriza porque sus perneras llegan hasta la pantorrilla. Seco, Andrés y Ramos recoge asimismo la fórmula pantalón corsario.

filibustero.- Pirata de los grupos que en siglo xvii campaban por el mar de las Antillas. No se adentraban en mar abierto y atacaban barcos cerca de la costa o saqueaban poblaciones del litoral.

Del francés flibustier, y este del neerlandés vrijbuiter ‘corsario’, de vrij ‘libre’ y buiten ‘saquear’. La s se incorporó por una hipercorrección, en principio meramente gráfica, que terminó por pronunciarse a principios del siglo xviii. La l, por su parte, puede explicarse por influencia del neerlandés vlieboot —que en francés dio flibot y en castellano filibote—, ΄embarcación del Vlie΄, un tipo de carguero utilizado en la vía marítima holandesa del mismo nombre.

En el siglo xix se recuperó el término filibustero para aplicarlo a los aventureros que, sin patente ni comisión de ningún gobierno, invadían a mano armada territorios ajenos. Como el estadounidense William Walker, quien en 1856 llegó a ser investido como presidente de Nicaragua.

Más tarde fueron también tildados así quienes trabajaban por la emancipación de las entonces provincias españolas de ultramar.

Y por filibusterismo se entiende aún hoy, además de la actividad propia de los filibusteros, un tipo de obstruccionismo tendente a bloquear la actividad parlamentaria, generalmente mediante intervenciones interminables. Esta acepción fue acuñada en el Senado de los EE. UU. en el siglo xix, pero es práctica cuyo rastro puede seguirse hasta la antigua Roma, donde es tradición que Catón el Joven (95 a. C.-46 a. C.) era capaz de hablar días y días con el objetivo de frenar las leyes de Julio César.

corsario.- Aunque se emplea también como sinónimo de pirata, en puridad debería aplicarse al armador, capitán y tripulación, y por extensión a la propia nave, dedicados al corso, campaña de guerra marítima contra el comercio enemigo bajo las mismas normas que las fuerzas navales regulares, pero por su cuenta y riesgo, asumiendo los daños y perjuicios sufridos en su caso y sin recibir más recompensa que el botín obtenido al enemigo.

La autorización y comisión para dedicarse a ello era la denominada patente de corso. Al ser otorgada por un poder soberano, normalmente un Estado beligerante, implicaba su autorización, control y responsabilidad, condición que diferencia jurídicamente al corso de la piratería, aunque, evidentemente, no a ojos de sus víctimas.

En castellano recibe también el nombre de carta de marca, que dio lugar a la carta ―o patente― de contramarca, dada por un soberano para que sus súbditos pudieran corsear y apresar las naves y efectos de los de otra potencia que hubiese dado cartas de marca.

Con el tiempo patente de corso pasó a significar también el derecho que alguien se arroga para decir o hacer lo que le venga en gana.

El DLE afirma que corso, voz de la que deriva corsario, procede del latín cursus ‘carrera’. Corominas aventura que quizá llegara nuesra lengua a través del catalán cors, donde ya se halla en el siglo xiii (Consulado de Mar).

Tienen también el aval académico, con la marca de desusadas, otras dos formas de nuestra palabra: cosario y cursario.

bucanero.- El DLE lo define como un pirata que en los siglos xvii y xviii se dedicaba a saquear las posesiones españolas de ultramar. Lo que no explica es que no fue así desde un principio y que en el propio nombre encontramos la explicación.

Proviene del francés boucanier, que a su vez lo hace de boucan, y este del tupí mokaém ΄parrilla de madera΄.

¿Piratas parrilleros, entonces? ¿Cómo se come eso? Echemos un vistazo a la historia. Tras la conquista de México y Perú muchos de los habitantes de la entonces conocida como La Española la abandonaron atraídos por las riquezas del continente. Dejaron allí gran número de ganado vacuno y piaras de cerdos que con el tiempo se fueron multiplicando a la vez que se asilvestraban.

Como los españoles no se establecieron nunca en la ribera noroeste de la isla no es descabellado pensar que fondearan allí buques contrabandistas en busca de víveres. La dilatada porción de costas desiertas, el buen anclaje y la abundancia de provisiones no dejarían de inducir en algunos las ganas de establecerse.

Se ganaban la vida cazando el ganado selvático para comerciar después con los barcos de paso. Curaban la carne por medio de un método aprendido de los indios caribes: cortada en largas tiras, la colocaban en una parrilla hecha de varas verdes donde se secaba a un fuego lento de leña. Los indios llamaban boucan al sitio donde ahumaban la carne. Se aplicó ese mismo nombre al aparejo que servía para secarla y el de bucanero a los propios cazadores.

Cuando por circunstancias ulteriores estos comenzaron a simultanear el comercio de carne y cueros con la piratería —buscando una vida más lucrativa que la precaria existencia que llevaban—el nombre fue perdiendo gradualmente su significación primitiva y adquirió la actual.

pechelingue.- O pichelingue, que ambas formas aparecen en el DLE.

Su escueta definición nos dice que es un pirata de mar.

A pesar de aparecer recurrentemente en documentos españoles de los siglos XVI, XVII y XVIII, y de ser empleada por literatos como Tirso de Molina o Vélez de Guevara, no llegó a arraigar en castellano.

Su origen, sobre el que no se pronuncia el diccionario académico, atrajo la curiosidad de buen número de estudiosos, lo que propició la formulación de diferentes hipótesis al respecto:

Hartzenbusch, para quien el término era despectivo y aplicable solo a extranjeros, aventuró que tal vez procediera de las palabras speech english.

El jurista y filólogo Adolfo Bonilla San Martín proponía, en 1910, el mejicano pichilinga ‘chiquita’, desde el náhuatl picilihui ‘hacerse menudo lo que era grueso΄. De donde pichelingue se aplicó en España a la moneda de cuartos procedente de América.

Charles Edward Chapman, en su Historia de California. El periodo español (1923) ofrece una explicación pintoresca: las palabras españolas pecho y lengua, como referencia despectiva al sonido gutural del neerlandés. Algo así como que los holandeses hablaban desde el pecho y no desde la boca y la lengua.

A su vez, el hispanista holandés J. G. Geers se inclinaba, en los años treinta del siglo pasado, por un origen gitano, a partir del caló petulingre ‘herrero’.

Será en 1944 cuando Engel Sluiter, profesor en la Universidad de California, Berkeley, establezca con propiedad que nuestra palabra es producto de una corrupción progresiva, a través del francés, del nombre de Vlissingen, ciudad portuaria en los Países Bajos cuya reputación internacional como nido de corsarios hizo que llegara a ser conocida como la ‘pequeña Argel’.  

La cita de hoy

«Piratería: El comercio sin añadidos, tal y como Dios lo hizo».   

Diccionario del diablo

Ambrose Bierce

El reto de la semana

¿Con qué bebida, cuyo nombre remite al de un famoso corsario, brindaremos al término de nuestro paseo de hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página ΄Los retos΄)

Un paseo con Eduardo Pardo de Santayana de la Hidalga. In memoriam.

24 jueves Oct 2019

Posted by Sollastre in Sin categoría

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colombófilo, colombofilia, escopeta, escopeta negra, filatélico, filatelia, filatelismo, filatelista, saboneta, vitola, vitolfilia

Con ocasión del paseo que dedicamos en su día a la figura de Adolfo Suárez recordábamos aquella frase de Julio Camba en la que señalaba cómo en España normalmente hay que esperar a fallecer para que uno vea sus méritos y virtudes reconocidos por un consenso general.

Como toda regla esta tiene sus excepciones. Y una de ellas es el protagonista de nuestro paseo de hoy, un hombre machadianamente bueno que nos dejó hace unos días y que sí pudo sentir en vida todo el afecto y reconocimiento que concitaba a su alrededor. Una de esas (muy) escasas personas de las que nunca has oído hablar mal a nadie y en las que la palabra bonhomía encuentra todo el significado que le atribuye el diccionario de la RAE.

Y es que a este doctor ingeniero de Minas, cuya vida estuvo enmarcada por una pasión —su familia— y una vocación —la enseñanza, que comenzó a practicar siendo aún estudiante y que con el tiempo le llevaría a ser durante «quince años, mes arriba, mes abajo», como diría él, director de la Escuela Técnica de Minas de Torrelavega—, bien podría aplicársele aquella máxima de Gustav Mahler: «Solo hay una educación y es el ejemplo».

El paseo «diccionaril» de hoy quiere rendirle un modesto homenaje de gratitud y cariño —el paseante tuvo la fortuna de pertenecer durante algún tiempo a su entorno— y nada mejor para ello que recorrer cinco palabras relacionadas con algunas de las aficiones con las que tanto disfrutó a lo largo de los años.

filatelia.- El DLE la define como el estudio y coleccionismo, por afición, de sellos de correros. También se llama así al establecimiento dedicado a la compraventa de esos sellos cuando tienen algún valor y de otros artículos de filatelia (pinzas, catálogos, lupas, álbumes…). Llegó al español desde el francés philatélie, de philo- ‘filo-‘ (‘amigo’, ‘amante de’) y el griego atéleia ‘exención de impuestos’, pues el sello indicaba que el envío debía realizarse sin más cobros, lo que eximía al destinatario de tener que pagar al recibirlo, como ocurría antes. Es una de esas palabras de las que conocemos su origen de manera fidedigna: fue acuñada por Gustave Herpin, uno de los primeros coleccionistas franceses de sellos, en un artículo publicado en el número de noviembre de 1864 de la revista Le collectioneur des timbres-postes. En algunos diccionarios de uso encontramos también la voz filatelismo, con el mismo significado que filatelia. La persona que la practica recibe los nombres de filatélico o filatelista.

saboneta.- Reloj de bolsillo cuya esfera, protegida por bisel y cristal, está cubierta por  una tapa metálica que los preserva del polvo, arañazos y otros posibles daños. Esa tapa se abre mediante un mecanismo de resorte que se activa con un botón, generalmente situado en la corona. Esta, al igual que la anilla de suspensión pueden encontrarse tanto en la posición de las 3 como en la de las 12, mientras que la bisagra de la tapa estará colocada a las 9 o a las 6 respectivamente. El DLE indica que el nombre procede del francés savonnette ‘jaboncillo’, lo que encuentra explicación en la similitud de la forma de este tipo de reloj con la de una cajita redonda de jabón. A pesar de que la RAE ya hacía referencia a ese origen en la edición de 1884, desde 1899 hasta 1992 el diccionario académico lo situaba en la voz italiana savonnetta; de Savona, ciudad de Italia donde se habrían fabricado por vez primera relojes con tapa sobre la esfera, lo que luego descartó.

colombofilia.- Del latín columba ‘paloma’ y el elemento compositivo —filia ‘afición, simpatía, o tendencia´. Se llama así tanto a la cría y el adiestramiento de palomas mensajeras como al conjunto de técnicas y conocimientos relativos a ello. Cuando el Diccionario de la lengua española incorporó este término en la edición de 1984 añadió a la definición de esta actividad un matiz deportivo que ya no recoge. La persona que se dedica a ello recibe el nombre de colombófilo, vocablo que alcanzó el reconocimiento académico ya en 1925 como sinónimo de palomero en su acepción de persona aficionada a la cría de estas aves. El paseante, como seguramente muchos miembros de su generación, descubrió esta palabra en su infancia gracias a los tebeos, pues el padre de los gemelos Zipi y Zape, protagonistas de una de las historietas más populares de la época en España, don Pantuflo Zapatilla, era catedrático de Numismática, Filatelia y Colombofilia.

vitola.- Su acepción más extendida hoy es la de un anillo de papel, usualmente de colores y dibujos vistosos, que rodea a un cigarro puro. Pero no es la única. Sirve asimismo para denominar el modelo de esos mismos cigarros puros según su longitud, configuración o grosor (en Honduras también a un anillo metálico que sirve para calibrar ese grosor); a una plantilla para calibrar balas de cañón o de fusil; a una regla de hierro para medir las vasijas en las bodegas o a una que se emplea en marina en la que se señalan las medidas de los herrajes necesarios para construir un barco. También hace referencia a la traza o el aspecto de una persona o una cosa y además, en algunos lugares, a la distinción o clase de alguna persona. En el periodismo deportivo es corriente encontrarse con la locución «vitola de favorito». La etimología de este término es incierta. Corominas considera verosímil que se incorporara a nuestro idioma desde el portugués, donde, con la forma bitola, se registra mucho antes. La afición a coleccionar vitolas de puros se conoce como vitolfilia (palabra que no cuenta con el aval de la RAE).

escopeta.- Arma de fuego portátil de uno o dos cañones largos que dispara cartuchos o perdigones. Destinada especialmente a la caza, se emplea también en competiciones de tiro al plato y al pichón. Se llama igualmente así a quien caza o tira con ella —aquel que tiene la caza como oficio es una escopeta negra—. Deriva del italiano schioppetto, diminutivo de schiòppo, con el mismo significado, propiamente ‘explosión, estallido’, procedente del latín scloppus ‘estallido que se produce con un dedo dentro de la boca’, de origen onomatopéyico. Forma parte de diversas locuciones, como estar con la escopeta cargada, es decir, en actitud hostil o verbalmente agresiva –por lo que cargarle a alguien la escopeta es indisponerle contra algo o alguien— ; aquí te quiero, o aquí te quiero ver, escopeta, que hace referencia a una situación en la que hay que superar una dificultad o salir de una situación complicada; tirar los pájaros a las escopetas, que da a entender que no es conveniente tratar de dirigir a otros de mayor saber y experiencia o fallar más que una escopeta de feria, con el sentido de fallar mucho o de no funcionar correctamente un aparato.

 

La cita de hoy

«Nobilitas morum plus ornat quam genitorum»

«La nobleza de carácter honra más que la de los padres».

Aforismo medieval.

 

El reto de la semana

¿En qué parte de un barco habría sido lógico leer nuestro paseo de hoy teniendo en cuenta quién es su protagonista?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)

Un paseo por palabras en busca de autor

18 lunes Jun 2018

Posted by Sollastre in Sin categoría

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carlota, chinchona, duque de Alba, epónimos, macerina, mancerina, teatino

Cuando el científico neozelandés Ernest Rutherford, premio Nobel de Química en 1908, fue elevado a la nobleza por el rey Jorge V con el título de barón Rutherford de Nelson adoptó un escudo de armas en el que, además de la figura de Hermes Trismegisto -origen de la palabra «hermético», como vimos al pasear con La Horda- figuraba escrita en latín la leyenda PRIMORDIA QUARERE RERUM «BUSCAR EL ORIGEN DE LAS COSAS».

Eso es precisamente lo que hace con las palabras la etimología: escudriñar esa procedencia. Tarea que en ocasiones resulta sencilla pues se puede seguir la trazabilidad -si se nos permite emplear este término hablando de palabras- incluso a través de diversas lenguas; en otras hasta es posible conocer cuándo, dónde e incluso por quién fue acuñado un término -como vimos al pasear por «jitanjáfora»- mientras que buen número de veces resulta directamente imposible establecerla. Por no hablar de aquellas voces sobre las que hay diferentes versiones respecto a su posible ascendencia.

Dentro de este campo de la etimología el paseante siente especial debilidad por la eponimia, como bien saben quienes tienen la deferencia de acompañarle en estas caminatas por el diccionario, en las que nos hemos encontrado con palabras como «sándwich», «rebeca», «bártulos» o «donjuán», entre otras, con «padres» de orígenes bien diversos. Sin embargo, el hecho de que la etimología no sea precisamente una ciencia exacta hace que ni siquiera la presencia en el DLE garantice al ciento por ciento esa paternidad de un vocablo.

Como muestra, pasearemos hoy por cinco palabras cuyos epónimos parecen evidentes, algunos precisamente por lo que aparece explicado en el propio lexicón académico, pero en las que, como ocurre con tantas cosas en la vida, esa primera impresión no resulta siempre la más acertada.

mancerina.- Comenzamos este paseo como lo hacían algunas charadas de la infancia del paseante: con un padre y con un hijo. El Diccionario de la RAE nos dice que el origen -sobre el que existen varias teorías respecto a su invención, que van desde unos presuntos temblores en su mano hasta un gesto galante en evitación de que las damas mancharan sus vestidos- de este plato con una abrazadera circular en el centro en el que se sostiene la jícara en que se servía el chocolate se encuentra en el marqués de Mancera, A. S. de Toledo, «virrey del Perú de 1639 a 1648». La cuestión es que Antonio Sebastán de Toledo Molina y Salazar -que tal era su nombre completo- fue virrey en América, sí, pero de… la Nueva España y entre los años 1663 y 1673. Quien ostentó el cargo en el Perú en los años indicados fue su padre, Pedro de Toledo y Leyva, I marqués de Mancera. Dado que en la correspondiente entrada de la palabra en el DLE aparece citado ya desde 1884 el Perú, vinculándola a quien fuera visorrey allí y epónimo de la misma, y que hasta la edición de 2001 no aparece la mención expresa al segundo marqués, esto parecería inclinar la balanza a favor del progenitor, pero… Independientemente de cuál sea su origen, la Academia sanciona también la forma macerina.

teatino.- El DLE indica que se denomina así al integrante de la orden de clérigos regulares fundada en Italia por san Cayetano de Thiene en el siglo XVI. Respecto a su origen etimológico, asegura textualmente que se encuentra en el latino Theatinus ‘de Teate’, la actual Chieti, ciudad de Italia, «de donde era obispo el fundador». Como quiera que en el resto de esta entrada del diccionario no se nombra a nadie más, la lógica lleva a inferir que san Cayetano fue obispo en dicho lugar, lo que no se corresponde con la historia. Dicha sede episcopal fue ocupada en realidad por Gian Pietro Caraffa -que posteriormente se convertiría en el papa Paulo IV-, que fue uno de los cofundadores de la orden. De hecho así aparecía explicitado en el antiguo DRAE desde 1803 hasta 2001. La parece que a todas luces innecesaria supresión de esa referencia en la conocida como edición del tricentenario -2014- conduce a la confusión antedicha. Como curiosidad relativa a esta voz podemos añadir que antaño se llamaba también teatinos, por confusión, a los jesuitas.

carlota.- Esta torta elaborada con huevos, leche, azúcar, vainilla y cola de pescado debe su denominación, según el DLE, a «Carlota, esposa de Jorge II de Inglaterra». Sin embargo, la consorte de este monarca se llamaba en realidad Carolina, de Brandeburgo-Ansbach por más señas. La que sí portaba ese nombre era Carlota de Mecklemburgo-Sterlitz, su sucesora en el trono por haberse casado con su nieto, que reinaría como Jorge III, lo que parece aventurar que tal vez en algún momento uno de los romanos del ordinal se perdiera por los meandros del trabajo académico. Como quiera que no hay pruebas que avalen fehacientemente el origen británico del nombre del dulce y que son varias las teorías al respecto, tal vez la más plausible pueda ser la que lo atribuye a que el chef francés Marie-Antoine de Carême la llamó así en homenaje a Carlota de Prusia, entonces cuñada del zar Alejandro I de Rusia, para el que aquel trabajaba. El propio Diccionario académico recoge también carlota rusa como otra forma de llamar a la carlota, lo que abonaría esta tesis.

duque de alba.- Se llama así en marina a un tipo de amarre para embarcaciones que consiste en un conjunto de pilotes sujetos por una abrazadera de hierro o por otro sistema, que se clavan en el fondo del mar en puertos y ensenadas. Si bien nada dice el DLE sobre su origen etimológico, resulta innegable que el propio nombre nos lleva a pensar que se debe a alguno de quienes hayan ostentado a lo largo de la historia dicho título nobiliario, entre los cuales el duque de Alba por antonomasia sigue siendo Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel (1507-1582), no en vano conocido como «el Gran Duque de Alba» o «el Grande». A pesar de ello, parece que la realidad es muy otra, y que esta voz no procede de ningún representante de la ilustre casa, sino que se trata de una etimología onomatopéyica proveniente del vocablo neerlandés «duckdalf», nombre en esa lengua de este tipo de noray y palabra que ya existía en ese idioma desde mucho antes de que se verificara la presencia española en los Países Bajos. Su similitud fonética con «duc d’Albe» sería el conducto por el que dicho nombre habría llegado hasta nuestro idioma.

chinchona.- Si comenzábamos el paseo con el primer marqués de Mancera, lo terminamos con su antecesor en el Perú, Luis Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla de la Cerda, IV conde de Chinchón; o, mejor dicho, con su esposa; o con las dos que tuvo, si queremos ser totalmente precisos. Veamos. El diccionario, que nos dice que chinchona es otro nombre que recibe en algunos países americanos la quina -la corteza del árbol llamado quino, conocida por sus propiedades febrífugas-, asegura que se llama así por Ana de Osorio, «virreina del Perú de 1628 a 1639, que se curó con ella». Cuenta la historia que sanó tras ser tratada, por sugerencia de un confesor jesuita del visorrey, con dicha cáscara reducida a polvo, motivo por lo que pronto el remedio comenzó a ser conocido  como «polvos de la condesa». Nada que objetar al relato, salvo que doña Ana falleció antes de que su marido fuera siquiera nombrado virrey. Quien le acompañó en su periplo americano fue su segunda esposa, Francisca Enríquez de Rivera, por lo que de ser cierta la historia debería ser su nombre el que apareciera en el diccionario.

El dicho de hoy

“El festín del rey Baltasar”.

Se dice de una comida que resulta excesiva, exagerada, opulenta en exceso. A pesar de lo que pueda parecer a primera vista, no hace referencia al conocido Rey Mago que hace año tras año las delicias de los más pequeños, sino a un príncipe homónimo babilonio. El origen de este dicho lo encontramos en la Biblia, en el libro de Daniel, en el que se narra que dicho príncipe -identificado erróneamente como rey e hijo de Nabucodonosor II- organizó un banquete suntuoso en el que se emplearon para beber vino las copas de oro y plata saqueadas en el templo de Jerusalén. En el transcurso de la fiesta apareció una mano fantasmal que escribió un mensaje en la pared. Como quiera que ninguno de sus sabios supo descifrarlo, solicitó a Daniel que lo interpretara. Este le explicó que era una profecía sobre el inminente fin de su reino. Esa misma noche Baltasar fue asesinado.

El reto de la semana

¿Qué palabra nos habría llevado a pensar que íbamos a cruzarnos en nuestro paseo de hoy con Charles Chaplin aunque en realidad no habría ocurrido tal cosa?

(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)

Paseando con ilustres desconocidos árabes… o no tanto

04 miércoles Nov 2015

Posted by Sollastre in Sin categoría

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abencerraje, alboronía, árabe, bahaí, benimerín, epónimos, zahén

Recuerda el paseante haber escuchado hace ya mucho tiempo cómo el veterano periodista Miguel Ángel Aguilar establecía la distinción entre “amigos, conocidos y saludados”. Claro que eso era antes de la irrupción en nuestras vidas de internet…

Las redes sociales propician hoy interactuar con personas de las que a veces ni siquiera llegamos a conocer su nombre –más allá de un nick-, pero con las que establecemos un nexo que va más allá de las etiquetas. Una de ellas es Pilar –en este caso sí conocemos su identidad-, autora del muy didáctico blog Atutía para textos, cuya generosidad la lleva a mejorar estos paseos con sus siempre pertinentes -¡y bienvenidas!- aportaciones.

Justo parece, pues, que el paseante le muestre su agradecimiento por ello utilizando el mismo canal que les permitió encontrarse y le dedique el paseo de esta semana por cinco términos eponímicos procedentes de esa lengua árabe que ella tan bien maneja.

alboronía.-. Guiso de verduras picadas y revueltas, en el que la berenjena ocupa un lugar destacado. Procede de al-būrāniyya, de Būrān (807/844), esposa del califa al-Ma’mūn –hijo del legendario Hārun al-Rašīd-, a quien se atribuyó la invención de este plato. Los festejos que acompañaron la celebración de su boda fueron tan fastuosos que se acuñó el dicho urs-Būrān ‘la boda de Būrān’ como sinónimo de magnificencia.

benimerín.- Individuo de una tribu nómada marroquí de origen bereber que fundó un imperio en el Magreb en los siglos XIII y XIV. Sucedieron a los almohades en el control de partes de Andalucía tras su caída. Del árabe andalusí bani marín ‘los descendientes de Marīn’, llamados así por su antecesor Marīn ibn Wartājan al-Zanātī.

zahén.- Dobla –moneda castellana- usada por los moros españoles, de oro finísimo –el Diccionario de autoridades añadía ‘puro y resplandeciente’-. Del árabe andalusí zayyán[i], gentilicio de Abū Zayān, rey de Tremecén, antiguo reino cuyo territorio ocupaba lo que hoy es el noroeste de Argelia. El DRAE recoge también la voz zahena.

abencerraje.- Miembro de una familia nobiliaria del reino musulmán de Granada en el siglo XV, proveniente del norte de África. El término procede también del árabe andalusí, de aban [as] sarráğ ‘hijo del guarnicionero’, nombre del antepasado de la estirpe. Zegríes y abencerrajes, locución similar a tirios y troyanos, encuentra su origen en la proverbial rivalidad entre ambas familias.

bahaí.- Seguidor del bahaísmo –o perteneciente o relativo a él-, doctrina religiosa sincrética proveniente del babismo, surgida en Persia en el siglo XIX. Toma su nombre del árabe clásico bahā’u ḷḷāh ‘gloria, esplendor de Dios’, sobrenombre puesto a Mirza Husein-‘Alí (1817/1892), fundador del movimiento, muerto en el exilio.

 

El dicho de hoy

“En Calatañazor, Almanzor perdió el tambor”

Se emplea para enfatizar que alguien ha perdido. Almanzor –‘el invencible’- era el sobrenombre de un caudillo musulmán que infligió numerosas derrotas a los reinos cristianos. El dicho tiene su origen en la supuesta batalla de Calatañazor – no confirmada históricamente y que tal vez fuera si acaso una simple escaramuza-, en la que habría sido vencido, muriendo poco después en Medinaceli. El obispo Lucas de Tuy lo recoge ya en su Chronicon Mundi (siglo XIII), , asegurando que el mismo día de la batalla un fantasmagórico pescador –que sería el diablo- llorando lo gritaba, unas veces en castellano y otras en árabe, en las orillas del Guadalquivir.

 

El reto de la semana

¿Quiénes podrían habernos acompañado en el paseo de hoy, que nos habría llevado además a tierras de Siria, el Líbano, Israel o Jordania?

Un paseo -o dos- por el castellano y el catalán

10 miércoles Sep 2014

Posted by Sollastre in Sin categoría

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catalán, Cataluña

En vísperas de una nueva Diada, echa el paseante la vista atrás y le parece buena idea recorrer de nuevo senderos por los que ya transitamos hace un año, y emprender un paseo al que, por cierto, titularlo le ha llevado más tiempo que en otras ocasiones.

Porque, en el afán por cumplir lo de ‘jugando con las palabras’, pensó formar un acrónimo con las dos lenguas para encabezar este recorrido. Mas, ¡ay!, el primero en el que pensó, ‘castelán’ es la palabra gallega para ‘castellano’, mientras que el segundo, ‘catañol’, es como denominan en Cataluña a lo que sería el equivalente del ‘espanglish’.

Así pues, mejor dejarse de inventos en esta ocasión y ponernos en marcha como en el pasado septiembre, por diez palabras –cinco en cada idioma- homógrafas entre sí y con diferentes significados, que además esta vez comparten el ser monovocálicas en ‘a’.

cama.- En castellano, su acepción más extendida es la de mueble destinado a dormir o descansar tendido sobre él. El DRAE indica que procede del latín de san Isidoro cama, por camba. En catalán, que la toma directamente del latín vulgar, significa ‘pierna del ser humano’ -en principio la parte entre el pie y la rodilla- o también pata de un animal.

mandra.- En ambas lenguas derivan del griego mándra ‘establo’ ‘lecho del ganado’, aunque han seguido derroteros distintos. Al castellano llegó desde el latín, manteniendo su sentido de origen, pues es una majada donde se recogen los pastores, mientras que en catalán, que la incorporó desde el italiano, tiene el significado de ‘pereza’.

llana.- En catalán, es el pelo de las ovejas u otros animales similares, así como el tejido que se elabora con él. Tiene su origen en el latín lana. En castellano procede de ‘llano’ y designa a una herramienta de albañilería empleada para extender y alisar la argamasa o el yeso. También se llama así a cada una de las caras de una hoja de papel.

cal.- En castellano es una sustancia cáustica, alcalina, blanca y ligera, constituida por óxido de calcio. Mezclada con arena forma la argamasa o mortero. Documentada ya en 1258, Corominas la hace derivar del latín vulgar cals. En catalán es el término resultante de la contracción de ‘ca’ -forma apocopada de ‘casa’- y el artículo ‘el’.

mara.- En catalán es el nombre de un roedor, la llamada liebre patagónica, propia de la Argentina. En castellano, el DRAE la define como una pandilla de muchachos en países como El Salvador, Guatemala, Honduras o México, si bien el Diccionario de americanismos precisa que se trata de una ‘pandilla de jóvenes delincuentes’.

 

La cita de hoy

“Aprender otra lengua es como el comienzo de otra vida”

Michel Bouthot

 

El reto de la semana

¿Qué dos palabras -por supuesto también homógrafas y monovocálicas en ‘a’-, sirven para designar una casa tradicional de campo o para contraponer conceptos, en catalán y castellano respectivamente?

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