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No hay duda de que cuando acudimos al diccionario para aclarar una duda esperamos encontrar una respuesta exacta, una definición “redonda” que nos  resuelva nuestro problema. Sin embargo, en ocasiones no es así.

Las palabras no son algo perfecto, sin aristas, sacado de un molde. Su evolución histórica; el tono en que las pronunciemos; su uso incorrecto en ocasiones… van añadiéndoles numerosos matices que quedan  muchas veces incorporados a ellas.

Uno de los más curiosos para mí es el que lleva a algunas a significar una cosa y su contraria. Esta característica se denomina enantiosemia (del griego enantíos ‘contrario’ y sema ‘signo’). Esta semana pasearemos por cinco palabras cuya duplicidad de significados se encuentra recogida por el propio DRAE.

huésped.- En latín, de donde procede, significaba en un principio ‘persona que da alojamiento a otra’ y después, también ‘persona que se aloja en casa de otra’. El castellano heredó –y mantiene- ambos sentidos, aunque hoy se usa casi exclusivamente en el segundo y se emplea ‘anfitrión’ para designar a quien proporciona el alojamiento.

lívido.- Otra palabra cuyo empleo mayoritario actualmente es en el sentido opuesto al original. Procede del latín lividus ‘azulado, negruzco’. El DRAE lo definió inicialmente como ‘amoratado’. Posteriormente añadió la acepción de ‘inmensamente pálido’, que es la más empleada hoy en día.

sancionar.- Además de ‘autorizar, aprobar algo’ significa también ‘aplicar un castigo’. Curiosamente, este es un ejemplo de que la posibilidad de que una palabra albergue significados contradictorios no es privativa del español: el francés ‘sanctionner’ y el inglés ‘to sanction’ comparten también ambos sentidos.

escorrozo.- Sí, una de esas palabras que algún día pueden hacernos ganar un concurso televisivo. Las sucesivas ediciones del DRAE le han atribuido orígenes diversos, lo que tal vez explica que signifique ‘regodeo, deleite, complacencia con algo’ pero también ‘disgusto, indignación’.

nimio.- Su uso más común es para calificar a algo no material como ‘insignificante, sin importancia’,  pero también como ‘excesivo, exagerado’. Esta última acepción es la que tenía en su origen latino. Su semejanza formal con el adjetivo ‘mínimo’ puede haber influido en ese cambio tan radical de pasar a significar también lo contrario.

El dicho de hoy 

“¡Qué escorrozo, no tener qué comer y tomar mozo!” 

‘Tomar mozo’ en el sentido de ‘contratar sirviente’. Se refiere irónicamente a quien no tiene medios suficientes para hacer frente a lo principal pero no duda en malgastar el dinero en gastos superfluos.

 

El reto de la semana 

¿Qué elemento del calendario debe su nombre al dios cuyas dos caras miraban, simultáneamente, en sentido contrario una de otra?