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Cae el paseante en la cuenta de que en nuestros dos últimos recorridos -bien en el paseo mismo, bien en el reto– nos hemos topado con un elemento del que no anda precisamente falto nuestro idioma: el insulto.
Lo que no debería sorprendernos en absoluto, pues, como decimos, es nuestra lengua pródiga en términos y locuciones cuyo objetivo último no es otro que el de poner al prójimo de vuelta y media, provocándole e irritándole. No hay más que echar un vistazo a ‘El gran libro de los insultos’, del simpar Pancracio Celdrán, para poder comprobarlo.
Sumerjámonos hoy entre sus páginas para abordar cinco de estas faltadas –como diría un aragonés-, monovocálicas además, representantes de un léxico que también se va viendo reducido por el empobrecimiento progresivo del uso del idioma.
tarasca.- Mujer fea y desenvuelta, de mal aspecto o de carácter dominante o violento. Alude con su nombre a la figura monstruosa de sierpe que sale en algunas procesiones del Corpus en representación del vicio y la herejía. Palabra de origen incierto, tal vez derivada del verbo ‘tarascar’, morder o herir con los dientes.
hereje.-Al margen de su connotación religiosa o de aplicarse a quien disiente de la línea oficial de una institución, se califica así a alguien descarado, procaz, que se comporta con desvergüenza. Procede del provenzal eretge, adonde llegó desde el griego, pasando por el latín. Tener cara de hereje significa poseer una catadura fea.
gilí.-Idiota, memo, lelo. Adjetivo que se utiliza también como sustantivo y cuyo origen sitúa Corominas en el vocablo del gitano español jili ‘inocente, cándido’, de jil ‘fresco’, jilar ‘enfriar’. Se dice asimismo del individuo que tiene más de bobo que de persona advertida y del que todo lo toma a chanza, más por estupidez que por malicia.
tonto.- Esta voz de origen expresivo designa a una persona de poca inteligencia, falto o escaso de razón o entendimiento. Además de dar lugar a varias locuciones adverbiales –como ‘a lo tonto’ o ‘ser como tonto para…’- el Diccionario recoge otros términos derivados de ella, como ‘tontivano’, ‘tontucio’, ‘tontorrón’, ‘barbitonto’, ‘tontaina’…
zulú.- Se utiliza coloquialmente para calificar a alguien de bruto, salvaje, bárbaro. Es un uso figurado del sentido principal de este término, que hace referencia al individuo de cierto pueblo de raza negra que habita en el África austral. En el sentido insultante llega al DRAE en 1970, aunque el Diccionario manual lo recogía ya en 1927.
El dicho de hoy
“Hacer el indio”
Quien se pone en evidencia o hace el ridículo. La frase tiene su origen en 1892, en Madrid, durante la celebración del IV Centenario del Descubrimiento. En una cabalgata que recorrió la capital vistieron de indios a varios figurantes, cuyo aspecto –con taparrabos y lanza- causó la hilaridad y burla de quienes contemplaban el desfile.
El reto de la semana
¿Qué palabra –para compensar, pentavocálica, con la secuencia U-E-I-O-A- se emplea de manera insultante para referirse a la amante de un hombre?
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