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Cantaba Juan Erasmo Mochi, allá por los años 70, que ‘los que se van, ya volverán. Los que se fueron no querían marchar. Los que se van ya volverán’. Un estribillo que, en lo que respecta al Diccionario académico, solo puede aplicarse a medias.

Porque, hasta el momento, ninguna de las palabras suprimidas en sus diversas ediciones ha vuelto a ser incluida. Y no hay visos de que pudiera cambiar la historia para las eliminadas en esta ocasión, desde andado, ‘hijastro’ -que aparecía ya en 1726 en el Diccionario de autoridades– hasta alguna otra que apenas ha aguantado trece años.

Volveremos hoy sobre nuestros pasos para echar un vistazo –¿por última vez?- y pasear por cinco de esos términos que, sin embargo, no desaparecerán por completo, ya que terminarán recogidos en el Diccionario histórico, aún en proceso de elaboración.

churriana.- Prostituta. Se incorporó al DRAE en 1899 con la marca ‘vulgar’, que ha mantenido hasta el final. Según recoge Pancracio Celdrán en su ‘El gran libro de los insultos’, deriva de la voz familiar ‘churre’, pringue gruesa y sucia que corre de una cosa grasa. Es voz utilizada por C. J. Cela en su libro ‘Izas, rabizas y colipoterras’.

hacejero.- O ‘acejero’, que también de esta forma se incorporó esta palabra al Diccionario de la lengua española en 1992, sustituyendo a ‘aceguero’, considerada por los académicos una errata. Designa a una persona que arranca furtivamente leña con las manos, sin ayudarse de ningún otro instrumento.

boheña.- Antiguamente, ‘pulmón’, da nombre también a una longaniza hecha de los bofes del cerdo. Voz calificada ya como rústica y poco usada por el Diccionario de autoridades, en esta ocasión se suprimen también las formas ‘bohena’ y ‘bofeña’-típica esta de Castilla-La Mancha y la última en incorporarse al DRAE: 1899-.

chauche.-. Derivado del francés antiguo enchauser y este del latín encaustiare, de encaustum ‘pintado por medio del fuego’, es el nombre de una pintura encarnada que se utiliza –o utilizaba- en Castilla para teñir el pavimento de las habitaciones. Suele –o solía- añadirse litargirio –óxido de plomo- para dar un matiz amarillo a la mezcla.

guzpatarra.- ‘Cierto juego de muchachos jugado antiguamente’. Es, en palabras del propio Pedro Álvarez de Miranda, director del Diccionario, un término ‘fantasma’, pues surgió de haber leído mal un rarísimo término, ‘guzpátara’ –sin origen conocido-, en la traducción que Alfonso de Palencia hizo en 1491 de las ‘Vidas’ de Plutarco.

La cita de hoy

“Cada matiz –de color, de sonido, de idea- pide una palabra propia y los diccionarios no son tan generosos”

Joan Fuster

El reto de la semana

¿Con qué realheredero, que además podía vestirse de sí mismo, no podremos pasear a partir de la nueva edición del DRAE, pues ha sido suprimido en el mismo?