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Nos llega noviembre, ese mes que “hace caer las hojas y se lleva a las personas”, en curioso dicho que descubrió recientemente el paseante, y con él la tradicional puesta en escena, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos, de Don Juan Tenorio, la obra de José Zorrilla cuyo protagonista, como ya vimos en los inicios de este blog en ‘De la ficción al dicción…ario’, se convirtió en epónimo de palabras recogidas en el DLE como donjuán –también en la forma don juan, aunque el Diccionario panhispánico de dudas recomienda el uso de la primera-, tenorio, donjuanismo o donjuanesco.

Este drama religioso-fantástico en dos partes del dramaturgo y poeta pucelano –quien, como vimos a su vez en la entrada ‘De paseo (literalmente) por la RAE’ fue elegido en dos ocasiones miembro de la RAE, pues fue eliminado de su nómina la primera por no leer el discurso de ingreso en el plazo establecido, y al hacerlo en la segunda fue el primer académico que lo hizo en una composición en verso-, que recoge el mito del personaje libertino que no respeta ley humana ni divina y hace gala de seducir y engañar a las mujeres –también denominado burlador-, es tal vez la pieza más representada de la literatura española desde que fuera estrenada en el teatro de la Cruz, en Madrid, el 28 de marzo de 1844.

Encaminemos ya nuestros pasos con este personaje universal no hacia las calles de Sevilla, ciudad en la que transcurre la trama, sino hacia cinco términos encontrados en el texto de la que el también académico Torrente Ballester aseguró en su momento que es “la única verdaderamente popular” de las obras teatrales modernas.

laurel.- Tomado del occitano antiguo laurier, derivado de laur y este del latín laurus. Antiguamente existía también la forma lorer, como podemos encontrar en diccionarios del siglo XIX como Salvá -1846-, Gaspar y Roig -1855- o Zerolo -1895- y que Corominas considera un catalanismo. Es un árbol originario de la zona mediterránea, que está siempre verde y cuyas hojas, muy aromáticas, se emplean como condimento. Una segunda acepción es la de triunfo, premio, alabanza, gloria y el propio DLE recoge corona de laurel, definiéndola como aquella hecha con ramas y hojas de esta planta que se concedía en la Grecia antigua a los vencedores de los juegos píticos, dedicados a Apolo, dios del que el laurel era atributo. La RAE guarda la que el autor recibió en Granada en 1889 en su coronación como poeta nacional laureado. A su vez, es en la llamada Hostería del Laurel donde comienza la acción del libro que paseamos hoy.

borgoña.- Vino procedente de la región francesa de Borgoña. Sus viñedos se dividen en cinco zonas según el tipo de caldos -tanto tintos como blancos y algunos de ellos de gran calidad, mundialmente reconocidos- que producen a partir básicamente de uvas chardonnay y pinot noir, aunque también se encuentran, en menor medida, gamay y aligoté. El nombre original francés Bourgogne deriva del bajo latín Burgundia, territorio en el que se asentó el antiguo pueblo germánico de los burgundios. En nuestro país vecino se comenzó a utilizar con el significado de vino ya a finales del siglo XVII; el DLE incluyó esta acepción en 1925, con la marca lexicográfica ‘figurado’, que mantuvo hasta la edición de 1992. José Zorrilla escribió también un vals coreado, musicado -al igual que a otras composiciones del poeta- por el compositor Sebastián Iradier, cuyo título es Jerez y Borgoña.

dobla.- Del latín dupla, femenino de duplus ‘doble’ –así, la locución verbal coloquial jugar a la dobla hace referencia precisamente a un modo de jugar en el que se duplica cada vez  la apuesta anterior-. Se trata de una antigua moneda de oro castellana, de valor, peso y ley variables. La última edición del DLE solo hace referencia expresa de la dobla de la Banda -acuñada en el siglo XV con el escudo de esta orden militar fundada en 1332 por Alfonso XI-, en el Diccionario de autoridades -1732- encontramos también mencionadas la dobla castellana y la dobla zahen, moneda morisca que la actual edición recoge con el nombre de zahena. De esta palabra derivan los nombres de otras monedas, recogidos también en el DLE: la doblilla, cuyo valor, según la fecha de acuñación, era de 20 reales, o de 21 y un cuartillo y el doblón, cuyo valor también difería según las épocas, existiendo el calesero o sencillo, el de a ciento, el de a cuatro o  el de a ocho.

guirnalda.- Derivación por metátesis -cambio de lugar de algún sonido en una palabra-  de la forma desusada guirlanda, a la que el DLE atribuye un origen incierto. Corominas indica que quizá se tomara del francés antiguo garlande, que pudo ser una alteración de *garnande, derivado de garnir ‘guarecer’, ‘adornar’. Voz polisémica, además de su significado de adorno formado con flores, hojas o ramas entretejidas -aunque hoy se denomina así también a la compuesta por otros materiales, como papel de colores o luces- en forma de cordón, de tira o de corona con la que se ciñe la cabeza, es también otro nombre de la perpetua -una planta de la familia de las amarantáceas que se cultiva en la India-; una tela de lana basta que se usó antiguamente; un tipo de nudo marinero y una especie de rosca embreada -para que resistiera el viento sin apagarse- que se arrojaba ardiendo por la noche desde las plazas sitiadas para descubrir los trabajos del enemigo.

bergantín.- Embarcación de dos palos y vela cuadrada o redonda. El término procede del francés brigantin o del catalán bergantí, lenguas que lo tomaron prestado del italiano brigantino, que a su vez es un diminutivo, al que se añade el sufijo –ino de brigante en el sentido de ‘compañero’, nombre dado a una ‘nave de escolta’ o de ‘hombre de armas’, puesto que servía para guerrear. No obstante, de la documentación más antigua conocida se ha llegado a la convicción de que se aplicaba a un ‘pequeño barco ligero de escolta’. En español aparece documentado por vez primera hacia el año 1490. Sin duda el más famoso de nuestra literatura es El Temido, que con sus ‘diez cañones por banda’ -y no ‘cien’, como en ocasiones se oye o se lee, incluso en el libro de estilo de algún influyente diario- aparece en La canción del pirata, poema escrito por José de Espronceda, íntimo amigo de Zorrilla.

La cita de hoy

“¡Cuál gritan esos malditos!”.

 José Zorrilla

 

El reto de la semana

Además de borgoña, ¿con qué otro vino, muy celebrado ya en la antigua Roma y que aparece tanto en el Tenorio como en el DLE, podríamos haber brindado al final de nuestro paseo de hoy?

(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)