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Acabamos de iniciar un nuevo año y con él han llegado, inevitablemente, las listas de buenos propósitos para llevar a cabo durante los próximos meses. Da igual que de forma casi indefectible queden arrumbados una y otra vez a las primeras de cambio: ir al gimnasio; estudiar un idioma; realizar aquel viaje siempre pendiente o… retomar el blog son buenas intenciones que se presentan sin falta en nuestro ánimo al llegar estas fechas.

Sin embargo, resulta difícil encontrar en esas listas de objetivos uno que resulta esencial si nos proponemos en serio que nuestra vida mejore y resulte más gratificante, sea en el entorno personal, en el social o en el profesional: comunicarnos mejor. Una «asignatura» en la que, por más que creamos dominarla, siempre siempre podemos optar a subir nota.

Una de las maneras de conseguirlo es compartir lo que vamos aprendiendo al respecto y eso es justamente lo que hace el profesor de «piragüismo» —como él llama a sus clases de periodismo en la UCM— Arturo Gómez Quijano con Comuncación para ganar, libro en el que nos ofrece 99+1 claves de comunicación《para ganar amigos, clientes y seguidores.

Esta semana compartiremos nosotros la experiencia —y, por supuesto, la recomendación— de su lectura paseando por cinco palabras encontradas entre estos consejos que, sin lugar a dudas, a todos nos vendría bien comenzar a poner en práctica a lo largo de este 2020 recién estrenado.

marketing.- El diccionario académico remite esta voz inglesa —por lo que hay que escribirla en cursiva— a mercadotecnia, que define como palabra usada en economía para referirse al conjunto de principios y prácticas que buscan el aumento del comercio, especialmente de la demanda.

El Diccionario panhispánico de dudas (2005), que recomienda usar con preferencia la voz española, propone a su vez la adaptación gráfica márquetin. Asegura, además, que en muchos países americanos se emplea, con este sentido, el término mercadeo.

Este no está recogido en el Diccionario de americanismos (2010), aunque sí aparecen marketeo, marqueteo o marketineo, con el sentido de campaña o promoción de mercadotecnia; marketear, marquetear o marketinear, con la doble acepción de promover un producto o promocionar a alguien, y marketero, marquetero, marketinero o marquetinero para referirse a la persona que realiza el marqueteo de algo o de alguien.

A su vez, el Diccionario del español jurídico(2016), que también reenvía marketing a mercadotecnia, esta vez ubicándola en el campo del derecho mercantil, incluye los sublemas «marketing agresivo» y «marketing molesto» con el significado de práctica agresiva, un acto de competencia desleal con el que se acosa o coacciona al consumidor.

óscar.- El diccionario académico incorporó en 2014, en la llamada edición del Tricentenario, este término que da nombre tanto al premio que la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de los Estados Unidos de América (AMPAS en sus siglas en inglés) otorga anualmente desde 1929 a los profesionales del cine como  a la propia estatuilla que lo representa. En la primera acepción deberá escribirse con mayúscula inicial.

La figura dorada, que mide 34 cm de altura y tiene un peso de 3,85 kg, representa a un caballero que sostiene una espada de cruzado. Está de pie sobre un rollo de película con cinco radios en representación de los cinco sectores originales de la AMPAS: actores; directores; productores; técnicos y guionistas.

Su nombre oficial es 《Premio de la Academia al Mérito》, pero desde 1939 tiene reconocido oficialmente su sobrenombre. Circulan varias versiones sobre el origen de este, en las que llegan a aparecer el primer marido de Bette Davis o al rey Oscar II de Suecia, pero la más extendida asegura que fue la bibliotecaria de la institución, Margaret Herrick, la que la《 bautizó》cuando al verla por vez primera exclamó que le recordaba a su 《 tío Óscar》.

Por su parte, el nombre Óscar procede del inglés antiguo Osgar ‘lanza de dios’, de gar ‘lanza’ y os ‘dios’ (solo en nombres personales), ambos provenientes en última instancia del proto-germánico. Xiste también otra teoría que lo hace proceder de la mitología irlandesa.

El Diccionario del español actual de Seco, Andrés y Ramos, indica que también reciben el nombre de óscar algunos premios concedidos por un jurado [en una actividad determinada].

troyano.- Procede del latín Troiānus y originalmente se aplicaba al natural de Troya, ciudad del Asia antigua y a lo perteneciente o relativo a dicha ciudad o a sus habitantes.

Sin embargo, desde la última edición el DLE incluye una nueva acepción que encontramos en el campo de la informática: un virus capaz de alojarse en una computadora u otro dispositivo electrónico que permite su administración remota para captar información por parte de un usuario no autorizado sin que este sea advertido.

Toma su nombre de la estratagema que emplearon los griegos para poner fin a la guerra de Troya y que encontramos narrada en la Odisea de Homero y en la Eneida de Virgilio: un enorme caballo de madera en cuyo interior se ocultaron varios de sus guerreros, consiguiendo así entrar ocultos en la ciudad. De hecho, el diccionario incluye también caballo de Troya con el mismo significado y, además, con el de persona o cosa que se introduce en una colectividad o en un proceso con la intención oculta de causar algún perjuicio.

En el mundo de la informática el término troyano apareció por vez primera en 1974, en un informe de la Fuerza Aérea estadounidense sobre el análisis de vulnerabilidad de sistemas de computadoras. Más tarde sería popularizado por el pionero de la ciencia computacional Ken Thompson, quien utilizó este concepto en su conferencia de aceptación del Premio Turing, que recibió en 1983.

La citada guerra de troya ha dejado también otros rastros en nuestra lengua: Ser [algo] Troya se emplea coloquialmente para indicar un acontecimiento desgraciado o ruinoso o para señalar el momento en que comienza el conflicto o la dificultad de un asunto; arder Troya denota que algo se hace sin reparar en las posibles consecuencias, mientras que armarse la de Troya es lo mismo que organizarse un gran jaleo.

fariseo.- Del latín tardío Pharisaeus, este del griego Pharisaîos, este del arameo pĕrīšayyā, y este del hebreo pĕrūšīm ‘separados [de los demás].

Entre los antiguos judíos se llamaba así al miembro o al seguidor de una secta que aparentaba austeridad y rigor al observar la ley, pero que en realidad eludía cumplir sus preceptos y, principalmente, su espíritu. De ahí que este vocablo terminara por tener el significado por el que es más conocido en nuestros días: hipócrita, aquella persona que finge cualidades o sentimientos contrarios a los que en realidad tiene.

Antiguamente se denominaba también fariseo a una persona alta, seca y de mala intención o catadura; a un hombre injusto, cruel, inhumano, y asimismo, como recoge Moliner, a alguien que llevaba vestidos demasiado largos, que no le ajustaban.

Relacionadas con ella, en el diccionario encontramos las palabras farisaísmo, con el significado de secta de los fariseos; fariseísmo, que además de hacer referencia al grupo religioso tiene el sentido de actitud hipócrita, y farisaicamente, sinónimo de hipócritamente.

A su vez, el adjetivo farisaico se aplica a lo propio o característico de los fariseos y al hipócrita. De él deriva escándalo farisaico, que es aquel que se recibe o se aparenta recibir sin causa, considerando reprensible algo que no lo es.

cicerone.- Persona que muestra y explica a los visitantes las curiosidades y lo más notable de un lugar, un edificio, un museo, etc.

Del italiano ciceróne, y este de Cicerone ‘[Marco Tulio] Cicerón’ (106-43 a. C.), célebre orador, escritor y político romano, por alusión a la desenvoltura y facilidad en el hablar de estos guías.

La RAE incorporó este vocablo a su diccionario en 1869 y curiosamente no se encuentra en las dos ediciones siguientes, las de 1884 y 1899: se reincorporó a la obra académica en 1914.

No es esta, sin embargo, la única presencia en nuestra lengua del estadista romano. Su nombre se encuentra también en el origen de:cicerón, que se aplica a una persona muy elocuente; de ciceroniano, que se predica de lo perteneciente o relativo a él o a su obra, o de lo que tiene rasgos característicos de esta, y de cícero, que da nombre a un tipo de letra de imprenta y a una unidad de medida tipográfica que tiene 12 puntos, pues los tipos de una de las primeras ediciones de sus escritos eran del tipo 12.

Aparece además en la etimología de catilinaria —un escrito o discurso vehemente dirigido contra alguien—, por alusión a los cuatro alegatos que pronunció contra L. S. Catilina tras la conspiración que este protagonizó, y en la de la locución latina pro domo sua, literalmente ‘por su casa’, es decir, ‘por sus intereses’, que era el título de la diatriba que Cicerón pronunció, a la vuelta del destierro, contra Clodio, que había hecho que embargasen sus bienes.

Indirectamente lo encontramos también en el germen de tironiano, pues el signo tironianiano o la nota tironiana hacen referencia a un tipo de signos taquigráficos que se emplearon en la antigüedad, cuya invención se atribuyó a Tirón, liberto de Cicerón que actuó como secretario suyo.

 

 La cita de hoy

«La comunicación es el otro y el talento para conectar con él»

 Arturo Gómez Quijano

 

El reto de la semana

¿Qué palabra, que en un principio hacía referencia a unidades fundamentales de los organismos vivos, ha terminado por dar también nombre −usado más en América− a un instrumento que ha llegado a resultar fundamental en nuestra comunicación hoy en día?

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)