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La última vez en la que el paseante se acercó a Valencia lo hizo para asistir a un espectáculo de magia. En unos días tendrá la ocasión de regresar por otro motivo que en cierta medida podemos igualmente considerar mágico y más en los tiempos que corren: la celebración de una boda.

Porque si, como decía Oscar Wilde, amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida, amar a otra persona hasta el extremo de casarse con ella resulta, sin duda, el inicio de una ventura llamada a colmar dos vidas.

Sabemos que el matrimonio consiste en construir y consolidar un proyecto de vida común; y que un matrimonio dichoso es además un edificio que debe rehacerse cada día, componiendo sus huesos y tejidos. Y estamos convencidos también de que Andrea y Javi se dejarán la piel a diario para que en este proceso que ahora inician la sorpresa, el miedo, la duda o la confusión nunca encuentren sitio.

Pasaremos hoy la carda por las páginas del Diccionario de la lengua española (DLE) —y las de algunos otros— para seguir el rastro que han dejado en ellos cinco palabras relacionadas con los contrayentes, con la vista puesta ya en compartir con ellos un momento que, parafraseando a Clint Eastwood, seguro que nos alegrará el día.

García.- El apellido más difundido en España, aunque curiosamente no en León, donde se hallaría ya como nombre de pila hacia el año 870 y donde llegó a ser nombre propio de la realeza: García I fue, entre 910 y 914, el primer monarca del reino de León.

De origen prerromano, algunas hipótesis sostienen que puede provenir del euskera: bien de gaztea ‘joven’, bien de hartz ‘oso’.

Como apellido patronímico figuró en el Diccionario de la lengua española desde 1803 hasta 1869. Hoy lo podemos encontrar en la definición de lorquiano: lo perteneciente o relativo a Federico García Lorca, poeta y dramaturgo español, o a su obra, o aquello que tiene rasgos característicos de ella, y como ejemplo de uso de siglo en su significado de 《mundo de la vida civil, en oposición al de la vida religiosa》: Sor María del Tránsito se llamó en el siglo Teresa García. En este último caso se trata de un nombre aleatorio

A su vez, la ventura de García es una expresión irónica utilizada para dar a entender que a alguien le sucedió algo al contrario de lo que deseaba.

Como derivada encontramos la voz garcía, que en Andalucía y en La Rioja es una manera coloquial de referirse al zorro macho, mientras que el Diccionario de americanismos nos dice que en Bolivia se denomina garcía a un hombre que tiene por oficio servir bebidas y comidas en un restaurante o en una recepción oficial.

javiereño.- Gentilicio de los naturales de San Javier, localidad del departamento del Beni, en Bolivia. Se aplica también a lo perteneciente o relativo a ella o a los javiereños.

Este municipio, la primera de las misiones jesuíticas fundadas en la región, debe su nombre a san Francisco Javier (1506-1552). Nacido Francisco de Jaso y Azpilicueta, fue más conocido por el nombre de su lugar de nacimiento: Javier (Navarra), topónimo procedente del vasco que vendría a significar primordialmente «casa nueva».

Aunque javiereño no se incorporó al DLE hasta la edición de 2001, nuestro santo lo había hecho ya en la de 1884 como ejemplo de uso de apóstol en su acepción de «predicador, evangelizador»: San Francisco Javier es el apóstol de las Indias.

Además de estas referencias a quien desempeñó un papel destacado en la fundación de la Compañía de Jesús, el nombre propio que él popularizó aparece también en la obra académica como ejemplo de uso de suyo: No he traído mi coche, Javier prefiere que llevemos el suyo; de tiro, en su acepción, poco usada, de «hurto»: A Javier le hicieron un tiro de mil pesetas, y de grado superlativo absoluto, el grado superlativo en que la cualidad del adjetivo o del adverbio no se restringe a un grupo de seres: El adjetivo guapo está en grado superlativo absoluto en Javier es guapísimo.

Se muestra asimismo como uno de los ejemplos de la definición de nombre propio: Javier, Toledo.

nieve.- Del latín nix, nivis, con el mismo significado, es el agua helada que se desprende de las nubes en cristales sumamente pequeños que llegan al suelo en forma de copos blancos tras agruparse al caer. Esta palabra tiene además otras acepciones, como nevada; la poética suma blancura de alguna cosa; helado en algunos países iberoamericanos o la jergal cocaína.

En su primer sentido es, junto con el hielo y tanto en condiciones naturales como reproducidas artificialmente, la base de los denominados deportes de invierno, que cuentan con sus propios Juegos Olímpicos, que comenzaron a celebrarse en 1924 en la ciudad francesa de Chamonix.

El esquí probablemente sea la más popular de estas disciplinas. El DLE lo define como un deporte practicado con esquís, patines muy largos de madera o de otro material ligero y elástico, que se usan para deslizarse sobre la nieve, el agua u otra superficie. Llegó a nuestro idioma desde el francés ski, que lo tomó a su vez del término homógrafo noruego ski.

Otra de las modalidades deportivas invernales es el snowboard, en el que se utiliza una tabla para deslizarse por una pendiente cubierta de nieve. Este extranjerismo —que, por lo tanto, debe escribirse siempre en cursiva— no está recogido por la Academia. La Fundación del Español Urgente (Fundéu) nos recuerda que se usan en ocasiones las alternativas en castellano surf sobre nieve y tabla de nieve o tablanieve para referirse a él.

zurriaga.- Voz común con el catalán (xurriaca) y el portugués (azorrague) y no ajena al vasco (azorri ‘azote’), el DLE sitúa su origen en el árabe andalusí surriyáqa, que se encuentra en España, en mozárabe, desde el siglo XI. En castellano la encontramos ya, en la forma çurriaga, hacia 1280, en la General estoria de Alfonso X el Sabio.

Es otro nombre que recibe el zurriago, un látigo, una tira de cuero, cuerda o cosa semejante, generalmente sujeta en una vara, que se emplea para golpear; por ejemplo, a las caballerías para estimularlas. En esta línea, en el lenguaje jergal se llamaba zurriaga a la tira de cuero con la que el verdugo administraba los golpes de castigo a los condenados.

En Andalucía se conoce también como zurriaga a la alondra —la única que cita el lexicón académico— y a otras aves de su familia: la vejeta o cogujada y la calandria.

En la otra orilla del español, en Colombia da nombre a una vara de madera dura, que tiene una correa delgada sujeta a uno de sus extremos a través de un agujero hecho con un hierro —fierro dicen allí— candente.

El Diccionario de autoridades (1739) ofrecía como primer significado de zurriaga el de correa larga y flexible que usaban los muchachos para hacer andar los trompos. Esta acepción dejó de aparecer en femenino a partir de la edición de 1822 del diccionario de la RAE y se ha mantenido hasta nuestros días en la definición de zurriago.

allende.- Vocablo documentado ya en 1056, como señala Menéndez Pidal en Orígenes del Español (1926), procede del latín illinc ‘de allí’. A lo largo de la historia podemos encontrarlo además en diversas formas: allén, allend, allent, alende, alend, alen, alliende o aillent, entre otras, además de aliende, que todavía permanece en la obra académica.

Su entrada correspondiente en el DLE da cuenta de su empleo en cinco sentidos, todos ellos con la marca lexicográfica de «culto»:

Como preposición, tiene los significados de «más allá de» y de «además de, fuera de».

Como adverbio, los de «de la parte de allá, al otro lado»; «la parte de allá, el otro lado», y «además», utilizado en este caso con un complemento introducido por la preposición de.

La locución adjetiva de puertos allende se aplica a un territorio situado más allá de una sierra o cordillera.

Entre 1700 y 1803 el Diccionario de la lengua española albergó además el refrán Allende y aquende, con quien te acompaña siempre, que advierte de que tanto en las circunstancias favorables como en las que resultan adversas debe seguir uno a quienes siempre han estado a su lado.

Fuera del reconocimiento académico, aunque sí figura en el Diccionario del español actual (1999) de Seco, Andrés y Ramos, está el sentido de el allende como sinónimo de el más allá, de la vida de ultratumba.

 

La cita de hoy

«En último extremo, el vínculo de cualquier compañerismo, ya sea en el matrimonio o en la amistad, es la conversación».

De Profundis

Oscar Wilde

 

El reto de la semana

¿Con qué cóctel —cuyo nombre no está recogido, aún, en el Diccionario de la lengua española— sería lógico brindar, al finalizar nuestro paseo de hoy, por la felicidad de Andrea y Javi?

 

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)