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Comenzamos ya –este año con Semana Santa incorporada- abril, el mes en el que, por aquello de conmemorar la muerte de Cervantes, se hace entrega en Alcalá de Henares del premio que lleva su nombre, el de mayor prestigio de nuestras letras.

Juan Goytisolo es el galardonado al cumplirse 400 años de la edición de la segunda parte del Quijote y cuando el azar ha querido que, tras unas polémicas excavaciones,  aparezcan ahora en el subsuelo del convento de las trinitarias de Madrid los que parecen ser los restos del que está considerado como el inventor de la novela moderna.

Aprestémonos hoy a salir en busca de aventuras por el diccionario, donde nos toparemos no con encantamientos, gigantes o endriagos, sino con cinco términos cuyo origen se encuentra en personajes de Don Quijote de la Mancha.

dulcinea.- Coloquialmente -Moliner le atribuye incluso un cierto rasgo humorístico – hace referencia a una mujer amada por un hombre, pero también, aunque poco usado, a una aspiración ideal, generalmente de carácter fantástico. Proviene del  nombre del personaje de la ‘sin par’ Dulcinea del Toboso, dama de nuestro protagonista.

sanchopancesco.- El Diccionario nos dice que es lo propio de Sancho Panza, el escudero de don Quijote y también que este adjetivo se aplica a quien está falto de ideales, a quien es acomodaticio y socarrón, una visión del mundo que contrasta claramente con la del caballero andante, si bien Sancho se ‘quijotiza’ al final del relato.

maritornes.- Criada tosca, una moza de servicio ordinaria, fea, hombruna, coloquialmente hablando. Asturiana que trabaja en una de las ventas que don Quijote toma por castillo, ‘Maritornes’ da título a una canción incluida en el álbum ‘La leyenda de la Mancha’, del grupo español Mägo de Oz, un homenaje a la obra cervantina.

fierabrás.- Persona mala, ingobernable. Se aplica también a los niños traviesos. Del francés fier-à-bras y este de Fierabrás, nombre de un gigante sarraceno de los cantares de gesta. El milagroso ‘bálsamo de Fierabrás’ –a quien Sancho llama ‘feo Blas’- del que habla don Quijote había servido para ungir a Jesús antes de enterrarlo.

rocinante.-. Rocín flaco, endeble, que rara vez está libre de mataduras. Por alusión a Rocinante, caballo del hidalgo manchego, de quien Cervantes nos cuenta que cuatro días se le pasaron para ponerle aquel “nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era…”

 La cita de hoy

 ¡Qué pequeños los otros libros a su lado!”

Gustave Flaubert

 

El  reto de la semana

¿Por qué tipo de territorio podría haber discurrido nuestro paseo de hoy en compañía del buen Sancho?