Recordaba esta semana el paseante haber reseñado, hace ya más de dos décadas, un libro –Algunas chicas son como todas– al que, no por capricho, su autor, Martín Casariego, había arrancado las páginas primera y última antes de editarlo.

Remembranza surgida al hilo del descubrimiento de un libro singular: Los cuatro palos del tiempo, un intimista juego literario en el que, a contrario sensu, los capítulos inicial y postrero son los únicos que deben abordarse en su orden sí o sí, pudiendo el lector pasear por el resto, tal y como hacemos aquí por el diccionario, a su libre albedrío.

Provistos de baraja y atentos al pronóstico meteorológico –los dos ejes de la narración- salgamos al encuentro de cinco palabras espigadas en las páginas escritas -¡y muy bien, por cierto!- por el periodista leonés David Rubio, viejo conocido ya de estos paseos.

naipe.- La nueva edición del DRAE ha limitado su definición a ‘carta de la baraja’. A su vez, el lema carta lo define en su tercera acepción como una cartulina rectangular que, cubierta con una cara uniforme y otra con dibujos determinados, se emplea en distintos juegos de azar. Del catalán naíp y este quizá del árabe ma´íb ‘censurable’.

pardal.- Otro nombre para el gorrión, pájaro de unos doce centímetros de la cabeza a la punta de la cola, sedentario y muy abundante en España. Voz común a las tres lenguas romances ibéricas y relacionada con pardo, procede del latín pardălis ‘leopardo’, que a su vez lo hace del griego párdalis ‘leopardo’, ‘gorrión’.

borrasca.-. Del latín tardío borras, y este del latín borěas ‘bóreas’ –viento procedente del norte-, si bien podría tener su origen en el griego ático, según apunta Corominas. En el libro se emplea en la acepción de perturbación atmosférica que se caracteriza por vientos fuertes, precipitaciones abundantes y, en ocasiones, fenómenos eléctricos.

estañador.- Persona cuyo oficio consiste en estañar, es decir, que se dedica a cubrir o proteger con estaño vasijas y recipientes hechos de otros metales o a soldar o asegurar algo con él. El nombre de este elemento químico deriva del latín stagnum, voz a su vez de origen celta. Esta forma clásica evolucionó posteriormente a la grafía stannum.

abanico.- Aquí en el sentido –no específicamente recogido en el DRAE- de la forma de sujetar los naipes en la mano que recuerda uno desplegado. El nombre de este instrumento para hacer aire que se abre formando semicírculo es diminutivo de abano, del portugués abanar ‘aventar criba’, ‘abanicar’ y este derivado del latín vannus ‘criba’

La cita de hoy

“Lo que se queda fuera la primera vez que cuentas una historia nunca más podrá volver”

David Rubio

 

El  reto de la semana

Y si hablamos tanto de partidas de cartas como de previsiones del tiempo, ¿qué tipo de persona no nos gustaría que nos acompañara en el paseo de hoy?