Es el paseante un firme convencido de que, como escribe el personaje de Christopher McCandless en la película Into the wild, la felicidad solo es real cuando se comparte. Algo que pudo gozosamente corroborar hace algunas fechas en Salamanca, al sentir el contento, el placer que a quien tanto quiere estaba experimentando en el interior de una papelería-atelier que le acababa de revelar y que él mismo había descubierto apenas unas semanas antes.
Y lo cierto es que ese entusiasmo casi infantil tenía su razón de ser, pues Atentamente no es meramente una ‘tiendita’ –como la llama María, su factótum- repleta de objetos y detalles primorosos, sino que constituye además una especie de ecosistema donde poco a poco se ha ido confeccionando –lo que subyugó al paseante- un diccionario propio, una serie de términos, de palabras que van conformando a su vez lo que han dado en llamar el universo de lo atento, una realidad en absoluto virtual en donde preguntas como ‘¿para qué sirve esto?’ encuentran respuestas así: ‘para lo bello’.
Nuestro paseo de hoy quiere rendir homenaje a la pasión que llevó a María a materializar su sueño, que le lleva a seguir concretándolo cada día, recorriendo -a lomos de una de las pajaritas que nos reciben nada más cruzar la puerta- cinco vocablos y acepciones que encontramos en el DRAE y que nos permitirán sumergirnos en el mundo “papelístico” -como ya hicieran en su momento pósit, cocotología o exlibris– con la ilusión de que, al menos por una vez, este blog logre oler como solo el papel huele…
monjas.- Así, en plural, responde a la acepción de partículas que quedan encendidas cuando se quema un papel, y van poco a poco apagándose. Con este sentido se recogía ya en el Diccionario de autoridades, donde se afirma que era voz empleada por los muchachos –atribución que la Academia mantendrá en el DRAE hasta la edición de 1869- y se nos ofrece su versión latina: scintillae per papyrum decursantes. El término procede del occitano antiguo monge, este del latín tardío monăchus ‘monje’, ‘anacoreta’, que a su vez lo hace del griego bizantino monachós, propiamente ‘solo, único’. Fuera del ámbito académico, pero sin salirnos del mundo del papel, en Cuba se denomina monja coloquialmente a un billete de cinco pesos.
triquitraque.- Aquí con el sentido de rollo delgado de papel con pólvora y atado en varios dobleces, de cada uno de los cuales resulta una pequeña detonación cuando se prende la mecha que lleva en uno de sus extremos. Según el Diccionario académico, que incluye también la forma ciquitraque, procede de triqui –voz que, por cierto, no recoge- y traque, estallido que da un cohete, de la onomatopeya trac. Al igual que la palabra anterior, siguiendo dentro del mundo papelero de nuestro paseo, podemos hacer referencia a Triquitraque, la revista para niños con mayor duración en Costa Rica –se publicó, con alguna interrupción, entre 1936 y 1947-, impresa en papel periódico y que tomó su nombre de la acepción que aquí comentamos.
resma.- Derivada del árabe andalusí rízma, y este del árabe clásico rizmah ‘paquete’, es una unidad tradicional de medida para contar hojas de papel. Es un conjunto de veinte manos de papel; a su vez, cada mano consta de cinco cuadernillos, que están formados cada uno por cinco pliegos, piezas u hojas de papel de forma cuadrangular, dobladas por el medio, o con dos o más dobleces si están impresas. Por consiguiente, cada resma son quinientas hojas de papel. Por su parte,0 se denomina resma sucia a aquella de papel de hilo –fabricado de trapos de algodón o lino- que tiene, por arriba y por debajo sus dos costeras correspondientes, es decir, dos manos de papel quebrado, que el que se mancha, arruga o rompe durante la fabricación
papillote.- Dos acepciones para esta palabra, ambas relacionadas con el papel. La primera hace referencia a un rizo de pelo formado y sujeto con un papel; la segunda, al envoltorio, por lo general de papel de aluminio -también llamado de plata– o papel de hornear en el que se envuelve un alimento para cocinarlo al vapor o al horno y, por metonimia, la vianda así cocinada. Del francés papillote, nacido, por sustitución de sufijo, de papillon ‘mariposa’, pues el primer significado de este vocablo era el de unas lentejuelas o adornos de oro o plata, bordados sobre una tela o un vestido, que recordaban a las alas brillantes de los lepidópteros. Curiosamente, en Honduras se denomina mariposa a la tronera, un juguete… de papel plegado.
añafea.- Procede del árabe andalusí annafáya, y esta voz del árabe clásico nufāyah ‘residuo’, ‘desecho’. Papel de añafea es otra forma de nombrar al papel de estraza, papel de tina –fabricado en moldes, pliego a pliego- muy basto, sin blanquear y sin cola, generalmente de color ocre amarillento o gris, empleado para envolver cosas poco delicadas. En la parte oriental de la isla de Cuba se empleó, por corrupción, la forma apocopada añafé. Asimismo, el Diccionario histórico de la lengua española refleja el adjetivo anticuado añafee ‘de añafea’, que podemos encontrar ya en el Cancionero de Antón de Montoro, poeta satírico andaluz judeoconverso del siglo XV.
La cita de hoy
“El papel es algo delicado pero también resistente”
María Rubio
El reto de la semana
¿Qué no sería extraño encontrar cubriendo el suelo de Atentamente tras haber celebrado el feliz término de nuestro paseo?
(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)