Continuamos esta semana por sendas gastronómicas, pues tras su estancia salmantina y todavía con el regusto del menú del año del mono, retornó el paseante a León para disfrutar un año más de las Jornadas gastro-culturales del entrecuesto, organizadas, como siempre, por Mariajo y Fito de “La Somoza” y que alcanzaban este año su decimosegunda edición, un referente ya de la gastronomía de aquellas tierras.
El hilo conductor en esta ocasión lo ha constituido el antruejo –también conocido como antroido, antruido, antroxu, endroido…-, otra manera de denominar en León al carnaval, y voz derivada de entruejo, alteración del antiguo entroido, y este del latín introitus ‘entrada’, aludiendo al comienzo de la Cuaresma. Fiesta cuyos orígenes se pierden en la bruma de los tiempos, surgida de la más primigenia religiosidad, probable reminiscencia de antiguos cultos celebrados cuando el sol se acerca al equinoccio primaveral.
Hoy pasearemos por cinco vocablos, no necesariamente académicos -lo que, como ya hemos visto en varios paseos, no los convierte en inexistentes- que pudimos saborear este año junto al entrecuesto y, fundamentalmente, junto a los buenos amigos que, en realidad, son en el fondo un poderoso incentivo para volver a León año tras año por estas fechas.
androja.- Aunque sea el Viejo Reino el territorio que más palabras locales haya aportado al DRAE, comenzamos hoy por una que este no recoge. Se trata de un embutido anaranjado, característico de la Montaña oriental leonesa, que el estudioso del dominio lingüístico leonés y académico correspondiente de la RAE J. Millán Urdiales definía como ‘un chorizo especial que no lleva más que el carrajito –es decir, la manteca del cerdo-, harina, pimentón y sal’. La mezcla se embute en tripa o se mete en una bolsa de tela y se cuece. También puede consumirse cortado en rodajas y, en vez de cocido, hecho a la plancha o en sartén. Esta forma es similar a la del farinato salmantino.
guirrio.- Uno de los personajes del antruejo. Originario de la mitología celta prerromana, es tradicional en distintos lugares del centro y el norte de España. Es también conocido como guirriu, guirria o sidro. Viste de blanco y va cubierto por una máscara que se prolonga en la parte superior en un cono o cucurucho. En la cintura llevan cencerros o esquilas que hacen sonar con sus saltos. El DRAE tampoco recoge este vocablo cuyo origen es desconocido. El antropólogo asturiano Constantino Cabal, insinúa como tal el verbo latino guerrire ‘retozar, saltar de gozo’, mientras que el escritor Fausto Vigil aventura tímidamente una procedencia del euskera oguerria.
matraca.- Del árabe andalusí maṭráqa, y este del árabe clásico miṭraqah ‘martillo, derivado de ṭáraq ‘golpear’. Instrumento de madera compuesto por una o más aldabas o mazos sujetos en un madero que, al ser sacudido, produce un ruido molesto y desapacible. También puede consistir en una caja de madera con una rueda dentada y una lengüeta del mismo material, que resuena sordamente al impulsarla en un giro. En Bolivia existe el dicho “quirquincho que se duerme despierta convertido en matraca”, pues en el carnaval de Oruro se empleaba el caparazón de esta especie de armadillo –hoy es una especie protegida- para elaborar este instrumento.
mojiganga.- Aquí en su acepción de representación o fiesta pública, especie de comparsa o cabalgata, en la que se emplean disfraces más o menos grotescos y estrafalarios, especialmente de animales o demonios. La forma más antigua es boxiganga, que originariamente designaba a una máscara que llevaba unas vejigas sujetas a la punta de un palo, que le servían para sacudir a los espectadores. Hoy es aceptado que mojiganga deriva, precisamente, de voxiga, una variante de vejiga –del latín vesīca-, descartándose otros supuestos posibles orígenes como mojigato, el árabe moachahín ‘enmascarados’ o el bantú nganga.
gomia.- Otro de los personajes de esta festividad, en este caso se trata de una figura que pretende aparentar monstruosa, emulando a una serpiente, un dragón u otro animal fantástico, que consiste en un armazón portado en posición horizontal y en cuyo frontal lleva la calavera o la quijada de un animal grande –un caballo, un burro, una vaca…-. Del latín gŭmia ‘tragón, el DRAE la equipara a la tarasca (ver….) y puede afirmarse que la representación carnavalesca es heredera de aquella, que salía de las iglesias en fechas señaladas. Sin salirnos de León, la puerta de acceso al claustro de su catedral, la Pulchra Leonina, es aún hoy conocida como Puerta de la Gomia.
El refrán de hoy
“Ni antruejo sin luna, ni feria sin puta, ni piara sin artuña”
Hace referencia a que nunca falta la luna en vísperas del Miércoles de Ceniza –días en que se celebra el antruejo-; ni faltaban las prostitutas a su cita en un lugar en que se movía mucho dinero –de hecho, hoy sigue siendo así-; y no hay rebaño en que no se produzcan pérdidas –piara hace aquí referencia a un rebaño de ovejas y artuña es como se llama entre pastores a una oveja parida que ha perdido a su cría-.
El reto de la semana
¿Qué otro embutido leonés, muy similar en el nombre al de este paseo, aunque más parecido al botillo en su composición podríamos haber degustado hoy?
(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)