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Si en nuestro último paseo nos sumergíamos en un festival para los sentidos, lo hacemos hoy, retomando la conexión valleinclanesca del anterior, en unos auténticos ejercicios espirituales, que así es como subtitula el autor gallego su libro La lámpara maravillosa (1922), un verdadero mapa en el que el tesoro escondido es el más refulgente de todos: la belleza.
Abrir sus páginas supone pasar a través del espejo, sentir el soplo de una revelación que con su aliento va desplegando las velas de nuestra intuición guiándonos fuera del tiempo, de nosotros mismos, en un viaje de aniquilación interna, de superación de lo que hasta ahora habíamos percibido, mientras va enlazando alusiones e ilusiones que nos conducen -Ouroboros de palabras- a nuestro propio interior para llegar a la contemplación, a poder “mirar con todos los ojos, amar con todos los corazones” y ser así capaces de percibir que “el instante más pequeño de amor es eternidad”. Amén
Si, como aseveran los editores en la nota introductoria, “el libro está dirigido a un peregrino de la vida, a un paseante curioso”, comencemos a hacernos acreedores del mismo paseando por cinco -el número del pentáculo, tan grato a don Ramón del Valle-Inclán- de sus palabras en esta nueva etapa de nuestro propio camino iniciático por el diccionario.
cilicio.- Su primera acepción en el DLE, la de un instrumento con cerdas o pinchos que se ciñe sobre la carne para mortificarse, habitualmente por motivos religiosos, proviene de la segunda, una vestidura así llamada y hecha de un tejido áspero que se empleaba antiguamente para la penitencia o para mostrar gran duelo y pesar personal, tal y como aparece reflejado en diversos pasajes de la Biblia. Por extensión, se emplea con el sentido de sufrimiento en general, y como botón de muestra tenemos la letra del tango titulado así. Procede del latín cilicium ‘tejido de cerdas de cabra de Cilicia’ -provincia del Imperio romano en Asia Menor, en la actual península de Anatolia, donde que se elaboraba este paño, si bien el uso de esta vestimenta fuera probablemente anterior a que recibiera este nombre-. En lenguaje militar también se denominaba así en otros tiempos a una manta de cerdas con la que se revestía aquella parte de la muralla que se quería proteger o con la que se cubrían las máquinas de guerra.
carmañola.- Además de una canción revolucionaria francesa creada en 1792 y popularizada en el periodo conocido como el Terror, era un tipo de chaqueta estrecha con numerosos botones que fue adoptada por los revolucionarios. Tomada del francés carmagnole, que hace referencia a la ciudad piamontesa de Carmagnola, de donde verosímilmente provendrían los trabajadores que ya en el siglo XVII la vestían en el Delfinado y que según otra versión sería la chaqueta de ceremonia de los campesinos de esa región. Por metonimia, durante la Revolución también se llamaba carmagnols a los soldados republicanos, acepción desde la que llega a nuestro idioma caramañola -y la hoy obsoleta caramayola– que en algunos países americanos se empleaba inicialmente para referirse a una especie de cantimplora de aluminio utilizada por la milicia y ahora asimismo al recipiente en el que los ciclistas llevan líquidos en sus bicicletas. Con este último significado encontramos en Colombia también la forma carimañola.
lambrequín.- Otra palabra de ascendencia francesa: lambrequin, formada a partir de lambeau ‘jirón, cinta’ y el sufijo –quin, de origen neerlandés. En heráldica recibe este nombre un tipo de adorno, normalmente formado por hojas de acanto aunque también puede estar compuesto por plumas, que partiendo de lo alto del yelmo rodea el escudo. Debe tener los mismos colores con los que este esté compuesto. Hace alusión a la tela -bien fija en él, bien en forma de tiras o bandas colgantes, como alusión a los cortes y acometidas recibidos en combate- con la que se cubría el casco para proteger la cabeza del sol y posiblemente también de la oxidación producida por la humedad. Habiendo tenido su origen en la época de las cruzadas, factores como el hecho de que una tela amortigua el golpe de una espada y la facilidad con que esta puede quedar envuelta entre sus pliegues constituyeron una ventaja añadida para su posterior pervivencia en los más templados países europeos.
gnosticismo o nosticismo.- Esta voz encuentra su origen en gnóstico -o nóstico– y este en el latín tardío gnostĭcus ‘seguidor del gnosticismo’, del griego gnōstikós ‘relativo al conocimiento’, y el sufijo –ismo. Se trata de un conjunto de escuelas y grupos religiosos y filosóficos que se desarrollaron en el mundo helenístico en los primeros siglos de la era cristiana que presentan, a pesar de su aparente diversidad en un sincretismo cristiano, judío y orientalizante, caracteres comunes en aspectos fundamentales. Se caracterizaba por cuestiones como una concepción dual del hombre y del mundo; la explicación de este mediante un demiurgo inferior a Dios; la comprensión del cosmos como una emanación del Creador y por la salvación del ser humano mediante la gnosis, el conocimiento superior, intuitivo y absoluto que le permite retornar a la comunión con Dios. Tras haber gozado de cierto prestigio, fue finalmente declarado herético. En el siglo XIX experimentó una reactivación.
cisterciense.- Se dice de quien es miembro de la orden benedictina del Císter. Fundada por san Roberto de Molesmes en 1098, en una época marcada por la búsqueda de nuevas vías de perfeccionamiento espiritual, y reformada por san Bernardo de Claraval en el siglo XII, su denominación proviene del latín medieval Cistersiensis, tomado de Cistercium, nombre latino de Cîteaux, población del departamento de Côte-d’Or, en la región de Borgoña, lugar en el que se erigió la abadía en la que fue instituida. El DLE, que mantuvo hasta 1992 cistel y cister -con entonación aguda- como entradas propias para definir la orden, siendo cisterciense únicamente ‘lo perteneciente’ a esta, recoge dos vocablos más relacionados con ella: bernardo, como se conoce también a los miembros posteriores a la antedicha reforma, y trapense, integrante de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, ramificación surgida también en Francia en el siglo XVII.
La cita de hoy
“Son las palabras espejos mágicos donde se evocan todas las imágenes del mundo”.
Ramón del Valle-Inclán
El reto de la semana
¿Con qué animal, símbolo de la sabiduría y que nos observa desde uno de los primeros grabados del libro, podíamos habernos encontrado en nuestro paseo de hoy?
(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)