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Arte y religión han caminado de la mano desde sus mismos inicios; desde que las más esquemáticas y primitivas manifestaciones de aquel trataban de plasmar lo que entonces estaba en íntima conexión con la magia. No tanto porque tuvieran indefectiblemente que ver entre sí como por el hecho de cada uno acabaría por resultar determinante en la evolución del otro. En la tradición europea, pródiga en ejemplos de esto que decimos, sin duda el más hermoso de los concernientes a nuestro mundo de las palabras lo constituyen los libros de horas.

También llamados horarium en latín, los libros de horas eran devocionarios que organizaban los rezos de determinadas oraciones a lo largo del día siguiendo el orden de las horas canónicas. Se realizaban, generalmente por encargo, exclusivamente para un destinatario, por lo que no existen dos que sean iguales. Manuscritos iluminados, en ellos jugaban un papel destacado las ilustraciones, que contribuían a hacer comprender el significado de unas oraciones cuyo texto en latín no siempre era perfectamente entendido.

Recordaba todo esto el paseante mientras recorría las páginas de uno de los mejores regalos que ha recibido en los últimos tiempos: el facsímil de Las Grandes Horas de Rohan, ejemplar del siglo xv cuyo conjunto ilustrativo, que incluye el empleo de la escritura como elemento ornamental tanto en filacterias como en las vestiduras de Dios presentes en muchas de las imágenes –como la que encabeza este paseo, que muestra ambas posibilidades−, lo convierte en un verdadero hito artístico dentro de este tipo de libros.

Pasearemos hoy por cinco palabras encontradas en los estudios publicados con ocasión de la citada edición facsimilar de una pieza magnífica que aún en nuestros días permanece envuelta por las brumas del misterio en lo referente a cuestiones como su comitente, el destinatario original, la fecha exacta de su creación, la identidad del Maestro de Rohan y de quienes colaboraron con él…

intemerata.- Del latín intemerāta ‘no manchada, no contaminada’.

El DLE nos dice que se utiliza coloquialmente para indicar que algo ha llegado a lo sumo. Así, se predica de lo que es lo mejor en su línea, pero también, y más frecuentemente, se dice que dura la intemerata aquello que se prolonga demasiado en el tiempo, que parece que no va a terminar. Incluso algo que siendo agradable termina por cansar o desagradar debido a su excesiva duración.

Este sentido tiene que ver con las llamadas letanías lauretanas, que se recitan al finalizar el rezo del rosario y en las que Mater intemerata es una de las invocaciones que se hacen a la Virgen, y con el hecho de que letanía tenga también como significados coloquiales el de lista o enumeración continuada de muchos nombres o locuciones y el de insistencia larga y reiterada.

El Diccionario manual de la RAE definía en 1927 intemerata como un barbarismo empleado en el Perú con el significado de temeridad, en lo que parece un ejemplo de homonimia parasitaria, que se da cuando una palabra se emplea con el significado de otra con la que no comparte más que una cierta estructura fonética.

O intemerata ‘Oh inmaculada’ era una oración que se dirigía a la Virgen pidiendo su intercesión para conseguir el perdón de los pecados. Era frecuente su presencia en los libros de horas –algunos de los cuales atribuían su autoría al papa Juan XXII−, habitualmente ilustrada con el tema de la Piedad.

rosario.- Rezo de la Iglesia católica dedicado a la Virgen. Consta de quince partes iguales, compuesta cada una por un padre nuestro, diez avemarías y un gloriapatri, que conmemoran los misterios principales de su vida y de la de Jesucristo. A ellas se añaden las antes citadas letanías.

También se denomina así a una sarta de cuentas, unida por sus dos extremos a una cruz, que se utiliza para rezarlo ordenadamente, entero o parte de él. Por extensión también adquiere el sentido de serie, relación de cosas relacionadas entre sí.

La RAE establece que procede del latín medieval rosarium, y este del latín rosarium ‘rosaleda’. Más poética resulta la etimología propuesta por Moliner: de ‘rosa’, bien por las veces que en las letanías se aplica este nombre a la Virgen, bien porque metafóricamente se considera todo el rezo como un ramo de estas flores dedicado a ella.

El DLE recoge también otras dos acepciones de esta palabra que no tienen carácter religioso y que aparecían ya en el Diccionario de autoridades (1737): una forma coloquial de referirse al espinazo de los vertebrados y una máquina elevadora compuesta de tacos o de cubos que dan vuelta sobre una rueda como las vasijas de una noria.

El refrán el rosario al cuello, y el diablo en el cuerpo hace referencia a la hipocresía, previniendo contra la falsa virtud que esconde una intención peligrosa, mientras que la locución acabar como el rosario de la aurora significa terminarse algo de manera violenta o tumultuosa.

querubín.- En la tradición católica, en la que se enmarcan los libros de horas, cada uno de los seres que ocupan el segundo de los nueve niveles o coros de la jerarquía angelical.

También es sinónimo de serafín, en su acepción de persona de singular hermosura. Moliner señala que particularmente un niño. De ahí que se suela asociar a los querubines con los amorcillos, representaciones artísticas de niños desnudos y alados, generalmente portadores de un emblema del amor, que en realidad no tienen connotación religiosa.

Del latín tardío Cherŭbim o Cherŭbin, y este del hebreo kĕrūb[īm] ‘próximo[s]’.

También existen en nuestra lengua las formas querub y querube, a las que el DLE marca como poéticas, y antiguamente se empleó asimismo cherubin o chérubinquerubín no se consideró palabra aguda hasta la edición de 1884 del lexicón académico−, en la que el propio Diccionario de autoridades (1729) indicaba que la ch debía pronunciarse como k.

No son los querubines del cristianismo, sin embargo, los únicos que podemos encontrar en la historia de las religiones. El Diccionario de los símbolos (1997), de Juan Eduardo Cirlot, nos recuerda que los Cherub o Kirubi que se levantan a la puerta de palacios y templos asirios no eran sino gigantescos pantáculos que los sacerdotes ponían como «guardianes del umbral». A su vez, el Cherub egipcio era una figura con muchas alas y recubierta de ojos, emblema de la religión, del cielo nocturno y de la vigilancia.

antífona.- Del latín tardío antiphōna ‘canto alternativo’, y este del griego antiphnē ‘que suena en contestación (a algo)’, a su vez de phōn ‘voz’.

Hasta la edición de 1791 el diccionario académico recogía también la forma antíphona.

Pasaje breve, por lo general versículos de la Biblia, que se reza o canta en la misa o antes y después de los salmos y de los cánticos en las horas canónicas, las diferentes partes del oficio divino, la oración estructurada que en la iglesia católica se reza a lo largo del día. Las antífonas tienen relación con el oficio propio del día.

El DLE hace mención expresa de dos de ellas: asperges, del latín asperges ‘rociarás’, primera palabra de la que recita el sacerdote al rociar con agua bendita el altar y a la congregación de fieles, y ofertorio, del bajo latín offertorium, dicha por el sacerdote antes de ofrecer la hostia y el cáliz.

La persona encargada en el coro para entonarlas es denominada antifonero.

De esta voz derivan también antifonal y antifonario, nombres que recibe el libro de coro en que se contienen las antífonas de todo el año.

Tanto antífona como antifonario comparten una segunda acepción coloquial: nalgas. Con este sentido aparece ya en la Crónica burlesca (1529) en la que Francés o Francesillo de Zúñiga (h. 1480-1532), escritor y bufón de Carlos v, reflejó el ambiente cortesano desde una visión satírica y grotesca sin parar mientes ante la alcurnia de ninguno de los protagonistas. Este atrevimiento le costó perder el favor real. Algún tiempo después moriría violentamente en su Béjar natal en circunstancias todavía hoy no esclarecidas.

filacteria.- Cada una de las dos pequeñas cajas o envolturas de cuero que contienen tiras de pergamino con ciertos textos del Pentateuco, y que los judíos llevan sujetas con tiras de cuero, una al brazo izquierdo, a la altura del corazón y otra a la frente durante las oraciones matutinas de los días hábiles, aunque muchos ortodoxos las emplean a lo largo de todo el día.

Esta práctica está relacionada con cuatro pasajes de la Torá, el libro judío de la ley, que se corresponde con los cinco que forman el Pentateuco en el Antiguo Testamento: Éxodo 13, 1-10 y 11-16 y Deuteronomio 6, 4 y 11, 13-21.

Filacteria tiene también los significados de amuleto o talismán que empleaban los antiguos y de cinta con una inscripción, leyenda o lema, superpuesta, incrustada o pintada en escudos, sellos, epitafios, pinturas, tapices, esculturas, etc.

Procede del latín phylacterĭa, plural de phylacterĭum, tomado del griego phylaktrion, derivado de phylássein ‘preservar, proteger’.

De esta voz surge, a través del antiguo filateria, filatería. Se llama así tanto a la palabrería que utilizan los embaucadores para engañar o persuadir de lo que quieren como a un exceso de palabras empleadas para intentar dar a entender un concepto. Además, en Ecuador hace referencia a la abundancia de palabras rebuscadas.

Como filatero se conoce a la persona que tiene por costumbre usar de filatería. Antiguamente también recibía este nombre en germanía, la jerga delincuencial, el ladrón que hurtaba cortando alguna cosa.

 

La cita de hoy

«El Maestro de Rohan es uno de los protagonistas absolutos del final del arte medieval. Por su capacidad de conectar con las angustias de la humanidad en un momento crítico es, además, el artista medieval más moderno, el miniaturista más cercano a la sensibilidad del hombre contemporáneo».

Javier Docampo Capilla

 

El reto de la semana

¿Con qué planta, que tiene dos nombres que corresponden a sendos animales: uno mitológico y el otro una cría, nos hemos topado en nuestro paseo de hoy por el jardín del diccionario? Pista: uno de esos animales nos lo hemos encontrado en el mismo momento en que hemos tenido Las Grandes Horas en nuestras manos, mientras que el otro nos esperaba, a punto de morir, en la ilustración dedicada a uno de los santos.

(La respuesta, como siempre, en la página ‘Los retos’)