La celebración por parte de Naciones Unidas de 2016 como Año Internacional de las Legumbres le ha traído paseante recuerdos de noches de su infancia, en las que ayudaba a su madre a limpiar, antes de ponerlas a remojo, las lentejas llegadas desde el pueblo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha sido designada para facilitar la celebración de este Año, destinado a concienciar sobre el importante papel de un alimento con importante contenido de nutrientes y proteínas y cuyo cultivo ayuda a mejorar la fertilidad del suelo y a hacer que la agricultura resulte más sostenible –merced a su capacidad de fijar el nitrógeno y liberar el fósforo-, contribuyendo además a mitigar el cambio climático al reducir la dependencia de los fertilizantes sintéticos.
Nada más lógico, pues, estando en España, país de pucheros, ollas, cocidos y potajes, en donde cada región tiene su propio plato emblemático cuyo ingrediente fundamental lo constituye alguna de sus variedades, que calentarnos el cuerpo saboreando en nuestro paseo de hoy cinco nombres de legumbres.
arveja.-. Según el DRAE, que recoge también como primera acepción algarroba, es otra forma de llamar en América al guisante. Como otro nombre de este recoge también la forma arvejo, con carácter general y alverja, ciñendo de nuevo su uso al continente americano. Del latín ervilia ‘planta análoga a los yeros y a los garbanzos’, derivado de ervum ‘yeros’, lo cierto es que la encontramos ya documentada en 1219 en el Fuero de Guadalajara, mientras que guisante es palabra que no se generalizó en castellano hasta fecha mucho más tardía –nunca antes del siglo XVII-.
garbanzo.- Planta leguminosa que produce semillas de color amarillo cuando secas, gibosas y con un ápice encorvado. Indiscutible protagonista de la cocina del cocido española. Vocablo común con el gallegoportugués, antiguamente fue ervanço o arvanço en ambas lenguas. Voz prerromana, su origen es incierto. Corominas apunta que quizá provenga del gótico *arwaits.
alubia.- Derivada del árabe andalusí allúbya, este del árabe clásico lúbiyā’ y este a su vez del persa lubeyā. Otra forma de designar a la judía -planta herbácea anual con fruto en vainas aplastadas y semillas en forma de riñón que se consumen secas o verdes-, a su fruto o a su semilla. Curiosamente, la 5.ª edición del DRAE -1817- recogía también la grafía aluvia,
frejol o fréjol.- Otro nombre de la planta de la judía, su semilla o su fruto. Del latín faseŏlus, tomado del griego phásēlos, influido por el mozárabe gríjol o brísol ‘guisante’. Corominas aventura que el castellano habría tomado este vocablo del gallegoportugués. El Diccionario académico incluye también con el mismo significado las formas frísol, frisuelo, frijol y fríjol, circunscribiendo el uso de estas dos últimas a América.
altramuz.- Planta papilionácea con flores blancas y fruto comestible–que recibe el mismo nombre- de grano menudo, redondo y achatado y de color amarillo. El consumo humano de su simiente exige remojarla en agua con sal para eliminar su amargor. Llegó al castellano del árabe andalusí attarmús, tomado del árabe clásico turmus y este del griego thérmos. En el DRAE encontramos también la forma atramuz.
El dicho de hoy
“Venderse por un plato de lentejas”
Dejarse convencer, manipular o sobornar, abandonar los propios principios a cambio de un escaso beneficio o ventaja. Esta expresión tiene su origen en el libro del Génesis (25, 29-34), donde se narra cómo Esaú, el hijo mayor de Isaac, un día que regresaba de caza y estaba hambriento cedió sus derechos de primogenitura a su hermano Jacob a cambio de un plato del potaje de lentejas que este estaba cocinando.
El reto de la semana
¿Por qué, aunque hayan transcurrido ya unos días desde la Epifanía, habría sido normal haber terminado el leguminoso paseo de hoy tomando como postre roscón de Reyes?
(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)
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