En el mes de las águedas y las machadianas cigüeñas tornando a los campanarios -aunque por mor del cambio climático y del abundante alimento que pueden encontrar en los vertederos cada vez hibernen más por estos lares-, gusta el paseante de cumplir con lo que ya se va convirtiendo en rito y volver a León para disfrutar de las Jornadas gastro-culturales del entrecuesto de La Somoza, que este año llegan a su decimotercera edición.
Mariajo y Fito, los organizadores y anfitriones, esperemos que por muchos años más, han elegido este año como motivo de las mismas la piel, la piel de los animales en sus diversas formas de ser trabajada. Y a partir de ahí, divagando un poco, como no resulta extraño en él, llegó el paseante hasta el punto de reconocer que su asistencia anual a una de estas cenas no es tan solo producto de un mero interés gastronómico –lo que justificaría sobradamente su presencia, por otra parte-, sino que se debe más bien a una cuestión ‘de piel’, de querer participar y compartir con esos amigos a los que ya ha hecho referencia aquí en otras ocasiones todo lo que gira alrededor del ‘pretexto’ que constituye ese sabroso espinazo.
Y entre esas actividades que conforman el entramado de las jornadas -pregón; vídeos; actuaciones en diversas manifestaciones artísticas; degustación de vino…- nos encontramos este año con una nueva “narración de algunos hechos, todos reales aunque ciertamente adobados, a cargo de Gari, uno de los protagonistas indubitados de estas jornadas, de cuya intervención cuántica, por la que iban desfilando gochines reencarnados en perros -o puede que viceversa-, carabinas de Ambrosio o el mismísimo gato de Schrödinger, tomaremos hoy las cinco palabras que conformarán nuestro pequeño homenaje anual a esta iniciativa gastro-cultural.
benjamín.- El DLE incorporó esta voz en 1884 con el significado de ‘hijo menor y más querido de sus padres’; en 1925 introdujo el matiz ‘por lo común’ para referirse a esa preferencia; en la edición de 2001 -a la vez que se añade una segunda acepción: ‘miembro más joven de un grupo’- se le califica de ‘predilecto’, mientras que en la última desaparece ya la referencia a ese cariño especial. En diccionarios de uso del español encontramos que también designa a un deportista de la categoría inmediatamente inferior a la de alevín; a la cosa más pequeña de un conjunto o, en España, a una botella de champán o cava, equivalente a un cuarto de botella -18,75 o 20 cl-. A su vez, en Colombia y en Ecuador es un dispositivo eléctrico con dos o más tomas para enchufes y que se inserta al que está fijo en la pared, y en Bolivia un equipo deportivo recién ascendido a una categoría determinada. Este término hace alusión a Benjamín, el menor y favorito de los hijos del patriarca bíblico Jacob.
mastuerzo.- Originariamente el nombre de una planta de las crucíferas, comestible y con aplicaciones medicinales, lo traemos a este paseo en su acepción -que se utiliza también como adjetivo- de hombre torpe, necio, porfiado, grosero por naturaleza o falto de discreción, sentido que incluyó el DLE a partir de la edición de 1852 y que se emplea como insulto. El término procede de nastuerzo -otra forma de nombrar la planta-, del latín nasturtium, que, como recuerda Corominas, suele interpretarse como compuesto de nasus ‘nariz’ y tortus, ‘torcido’. Covarrubias, en Tesoro de la lengua castellana o española (1611), cita a Plinio, quien aseguraba que el olor insoportable de la planta hacía torcer la nariz y provocaba estornudos. Entre 1925 y 1992 el Diccionario académico mostraba también la forma anticuada mestuerzo, tal y como aparece ya en el libro del Canciller López de Ayala Caza de las aves (segunda mitad del siglo XIV).
alipende.- Una de esas palabras que no encontramos en los diccionarios pero que no por ello dejan de ser reales y tan legítimas como las recogidas por los lexicógrafos. Se predica de alguien pícaro, astuto, interesado, que quiere sacar provecho de lo ajeno. Lo que vendría a ser un auténtico punto filipino, un vivales. “Vaya alipende está hecho; ese no da puntada sin hilo”. Nieto Ballester, citando a J. Le Men y su obra Léxico del leonés actual (2002-2005), señala que es un vocablo cuyo uso está extendido en León, citando expresamente La Somoza entre los lugares donde se emplea. Como toda palabra ‘no regulada’ y además usada en un una amplia zona que abarca hasta el mismo Cádiz, admite diversos matices en su significados según el lugar -como en Guadalajara, donde se aplica a un niño inquieto y travieso-, aunque lo más curioso es que una de sus variantes, lipendi -otras son lipende y alipendi -, fue incluida en 1970 en el DLE con el significado de ‘tonto, bobo’, tal y como encontramos en algunas obras de Galdós.
ungüento.- Del latín unguentum, hasta la edición de 1803 el DLE incluía también la forma ungüente, que calificaba como vulgar. Cualquier sustancia que sirve para untar o ungir y más concretamente de un medicamento de uso tópico compuesto de diversas sustancias entre las que se incluye alguna crasa, como el aceite de oliva, el sebo de carnero o la cera amarilla, de entre los cuales el DLE cita expresamente el ungüento amaracino, el amarillo, el basilicón y el de soldado. Era también el nombre de un compuesto de elementos olorosos muy utilizado en la antigüedad para embalsamar cadáveres. Asimismo, y en sentido metafórico, hace referencia a cualquier cosa con la que se pretende suavizar o arreglar una situación o ablandar una voluntad, trayéndola a lo que se desea conseguir. En este sentido se hablaba en tiempos del ungüento de México –dinero, especialmente el que se emplea para sobornar-, del amarillo -el oro- o del blanco -la plata-. A su vez, además del significado antes referido, se denomina coloquialmente ungüento amarillo a un supuesto remedio para todos los males.
brebaje.- Una bebida, en especial la que resulta desagradable al gusto o inspira poca confianza. También, en náutica, el vino, cerveza o sidra que bebían los marineros en los barcos. Es voz tomada del francés beuvrage, procedente del latín biběre ‘beber’, con metátesis de r. El Diccionario de autoridades (1726) recogía un uso metafórico para referirse a algo ingrato, que ocasiona sinsabores en el ánimo. También se ha empleado, aunque sin refrendo académico con el sentido de bebida somnífera o venenosa y, en farmacia, para dar nombre a ciertos compuestos –brebaje analéptico, vermífugo…-. El DLE muestra también la forma brebajo como sinónimo. Asimismo, históricamente pueden encontrarse las formas brevaie –Crónica General, siglo XIII, primera vez en que aparece documentado el término-, brevage –Covarrubias y diccionarios de los siglos XVII y XVIII- o brevaje -escritores tan separados en el tiempo como don Álvaro de Luna, Inca Garcilaso, Becquer, Valera…-. En lugares de América se utiliza beberaje para referirse a una bebida alcohólica.
La cita de hoy
“La novela lo admite todo”
Gari
El reto de la semana
¿Qué podríamos alcanzar, coloquialmente hablando y con un término relacionado también con una entonación rítmica, si celebráramos nuestro paseo de hoy con una extensa ingesta de algún americano beberaje?
(La respuesta, como siempre, en la página de ‘Los retos’)